BERMEJO
BATANERO, Fernando y GARCÍA LÓPEZ, Aurelio, Los
molinos y las fábricas de papel del río Cifuentes, Guadalajara, Ediciones
Bornova A.T.C. S.L., 2012, 300 pp. (ISBN: 978-84-938199-8-9).
Contando
con la colaboración de la Central Nuclear Almaraz-Trillo y de los Ayuntamientos
de Cifuentes y Trillo, la editorial Bornova ha editado este interesante libro
escrito por Fernando Bermejo Batanero y Aurelio García López que “a la limón”,
mitad por mitad, lo han escrito para dejar constancia de un tema, el de los
molinos de agua y de papel del río Cifuentes, hasta hace relativamente poco
tiempo, unos diez años, escasamente estudiado.
El
libro se divide en dos partes.
La
primera, que lleva por título “Los molinos hidráulicos del río Cifuentes”, se
debe a la autoría de Fernando Bermejo Batanero y en él se analiza
pormenorizadamente la existencia de dichos molinos a través de la no muy amplia
historiografía alcarreña, en la que destacan los trabajos de Leopoldo Medina
del Cerro, “Molinos de Guadalajara”, (Cuadernos
de Etnología de Guadalajara, 32-33 (2000), 155-248); Antonio Berlanga
Santamaría, Etnografía y arquitectura
popular en el Señorío de Molina (Guadalajara, 2008) -del que tuvimos el
honor de escribir el prólogo-, y Eulalia Castellote Herrero, Molinos harineros de Guadalajara,
editado en 2008 por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha a través de
su Consejería de Turismo y Artesanía, en el que su autora realiza un profundo
estudio tipológico basado en los datos que proporcionan las Relaciones de Felipe II y el Catastro de Ensenada, además de otros
trabajos más puntuales presentados al V
Congreso Internacional de Molinología (Alcázar de San Juan, Octubre 2005), entre
otros, pasando posteriormente a ubicar geográficamente al río Cifuentes hasta
Trillo, que a pesar de su escasa longitud -unos diez kilómetros- y gracias
salvar un desnivel de más de ciento cincuenta metros, fue utilizado desde la
antigüedad como fuente de riqueza a través de la instalación de molinos,
batanes, serrerías, etcétera.
Gran
interés tienen el tercer apartado, que consiste en una introducción histórica
sobre el uso de los molinos hasta el siglo XVI, centrada exclusivamente en la
comarca cifontina: el surgimiento de los primeros molinos, su aprovechamiento a
lo largo de la Edad Media por los concejos, la nobleza y la Iglesia, con la
consiguiente consolidación de los mismos tras la Reconquista y la desanexión de
Trillo del Común de Atienza, creando su propio Señorío, así como el auge que la
molinería alcanzó gracias doña Mayor Guillén y sus herederas, que continuaría
con don Juan Manuel hasta la llegada de la Casa de Silva, con su auge y
posterior decadencia con los Silva menores, y el cuarto, en el que Bermejo
Batanero da una amplia visión de los molinos hidráulicos durante el periodo comprendido
entre los siglos XVI y XX, en el que tienen cabida los que figuran tanto en las
anteriormente mencionadas Relaciones
Topográficas de Felipe II, como las Respuestas
Generales al Catastro de Ensenada, así como numerosos pleitos surgidos por
la posesión de los molinos asentados a la orilla del río Cifuentes, en especial
por el molino de la Balsa, hasta llegar
al inicio de su ocaso, a finales del siglo XIX, con la consiguiente
transformación en centrales eléctricas -“fabricas de luz”- en clara competencia
con los molinos harineros y la pervivencia de alguno de ellos durante el siglo
XX como los llamados “de la Balsa”, “de las Monjas”, “de la Cuesta”, los de
Gárgoles de Abajo y de Arriba, el “del Martinete” y los molinos “urbanos” de
Trillo, hasta llegar al momento actual.
La
segunda parte, escrita por Aurelio García López, lleva por título “Molinos de papel en el río
Cifuentes”, aunque, en realidad, su contenido no se adapte al título mencionado
puesto que son muchos los datos que su autor ofrece referentes a otros espacios
geográficos, así la Sierra Norte, el Señorío de Molina, la cuenca del río
Dulce, además de algunos molinos alcarreños -tanto de la Alcarria Alta como de
la Baja-, situados en la cuenca del Tajo, como los de Pastrana, o en la del Tajuña,
como el “de Cívica”.
Datos
que sirven a modo de introducción al estudio de la molinería del papel hasta
llegar a los de la cuenca del Cifuentes, centrado en detalle en los molinos de
Gárgoles de Abajo, cuya creación se debió al obispo ilustrado Juan Díaz de la
Guerra y del que posteriormente hizo donación al hospital de San Mateo de
Sigüenza, -en el que el lector puede entrar con todo detalle a través de
multitud de datos referentes a su maestro papelero (Miguel Vicioso Bernal), a los
oficiales que en él trabajaron, o a la elaboración, producción venta del papel
(con amplio mercado en Madrid)-, hasta llegar a constituirse propiedad de
Santiago Grimaud, en que cobró gran importancia gracias a la calidad alcanzada
por los distintos tipos de papel, y a la posterior desamortización en que pasó
a la familia Recuero, y de Gárgoles de Arriba, que también perteneció a Grimaud
hasta su cierre con la invasión napoleónica y su posterior apertura como
fábrica del papel moneda de la Junta de Comercio y los Bancos de San Carlos y
de Isabel II.
Un
pequeño apartado sobre los molinos de Trillo cierra el trabajo, que completan
unos anexos documentales, además de una extensísima bibliografía y un índice
onomástico.
Un
libro, en fin, verdaderamente importante para el mejor conocimiento de esta
parcela de la arqueología industrial, tan en boga, que es la molinología, -que
cada día capta más adeptos-, puesto que se trata de una exhaustiva memoria
documental y gráfica de tan amplia variedad de molinos, construcciones que en
la mayoría de los casos no han llegado a los tiempos actuales más que a través
de algunas escuetas ruinas y topónimos menores.
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