viernes, 16 de marzo de 2012

En el Centenario de Sinforiano García Sanz


Centenario Sinforiano García Sanz (1911-2011), Guadalajara, Diputación Provincial de Guadalajara. Servicio de Cultura. Centro de la Fotografía y la Imagen Histórica de Guadalajara (CEFIHGU), 2012, 32 pp. (Catálogo de la Exposición con textos de Francisco Lozano Gamo).

Las acertadas palabras de Ana Guarinos, Presidenta de la Diputación Provincial, en la presentación del folleto que comentamos, definen la figura de Sinforiano como “uno de esos alcarreños que su amor por la provincia de Guadalajara le llevó a viajar por ella para conocer sus costumbres, rescatarlas y ponerlas en valor, sintiéndose muy orgulloso de lo que representan”.
Palabras amables y sinceras que confirmamos quienes tuvimos la suerte de conocerlo personalmente y convivir con él, que dan paso a un breve texto -a modo de pórtico- al catálogo de la exposición escrito por Francisco Lozano Gamo, que lleva por título: “Sinforiano García Sanz, librero y etnógrafo, 1911-2011”, en el que cuenta detalladamente su peripecia vital, su mundo como librero y algunos aspectos de su faceta como folklorista centrado en el conocimiento de las fiestas y tradiciones de Guadalajara y, más particularmente, de su amada Campiña del Henares, pues no en vano era hijo de Robledillo de Mohernando (para él simplemente Robledillo, sin apellido alguno que recordase señoríos pasados), donde conservaba la casa de sus antepasados que solía habitar determinados días del año, puesto que su vida cotidiana se realizó en Madrid, en cuya calle Fuencarral tenía su librería.

Según comenta Lozano Gamo, García Sanz llegó a la capital de España con tan sólo once años, después de haber terminado la enseñanza primaria, y allí se especializó como cortador de tela, tarea que le mantuvo ocupado durante ocho años, hasta que con diecinueve entró como ayudante en el Centro de Estudios Históricos, que posteriormente se convertiría en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
En 1933 le tocó “servir a la patria”, de lo que deja constancia en una especie de cuadernillo o diario que, por suerte, se ha conservado: “Salí de Madrid el día 9 de febrero y llegue al cuartel de Sevilla el diez a las seis de la tarde... Pienso, días llenos de tristeza, de aburrimiento, de cosas inexplicables. Cuando estábamos en las cuadras dando pienso a los caballos, luego la limpieza de los mismos. Otras veces se marchaban los del 11 de permiso y nos obligaban a limpiar los caballos diariamente”.
Como puede intuirse, una vida aquella que no le gustaba, siempre añorando su querida y lejana tierra castellana.
Volvió al Centro de Estudios Históricos donde tuvo la suerte de conocer a personas de la talla intelectual de Américo Castro, Gabriel María Vergara, Julio Caro Baroja o Antonio Castillo de Lucas, entre otros muchos, para los que realizaba recopilaciones de notas históricas y etnográficas, al tiempo que fue adquiriendo una amplia formación.
La Guerra (In)civil le tocó en Cataluña donde, una vez finalizada, montó una distribuidora de libros.
De regreso a Madrid vuelve de nuevo al Centro de Estudios Históricos, ya como Consejo Superior donde, al tiempo que colabora con los más importantes intelectuales del momento, comienza sus estudios sobre las gentes y los pueblos de Guadalajara, que en algunas ocasiones recorría acompañando a las instructoras encargadas de las Cátedras Ambulantes de la Sección Femenina y cuyo fruto más inmediato consistió en su estudio acerca de las botargas y enmascarados alcarreños que vio publicado en la prestigiosa Revista de Dialectología y Tradiciones Populares.
El año 49 abre su librería en la céntrica calle Fuencarral, en la que fue reuniendo todos cuantos libros, revistas, periódicos, folletos y estampas sobre Guadalajara pudo ir allegando y gracias a la cual pudo conocer a los más importantes representares de la cultura alcarreña del momento: Layna, Camarillo, Alonso Gamo, Garciasol, Ochaíta, Sanz y Díaz, Abánades, Pepe de Juan..., con alguno de los cuales colaboró para llevar a buen fin la  creación de lo que había de ser la primera Casa de Guadalajara, de la que Sinforiano tuvo el carné número 4, como socio fundador que fue.
Interesantísima biblioteca aquella, no solo por la cantidad de libros que llegó a contener, sino por la calidad de muchos de ellos, que desde su adquisición por la Diputación de Guadalajara en los años ochenta, forma parte de la más amplia Biblioteca de Investigadores de la provincia de Guadalajara (BIPGUA) que también acoge en sus estanterías parte de las bibliotecas de Layna Serrano y García Sanz, además de numerosos fondos fotográficos entre los que destaca la colección Camarillo.
Lozano Gamo recoge muchos otros aspectos, entre los que destacamos el homenaje que el Ayuntamiento de Robledillo y la Asociación Cultural “El Roble”, con la ayuda de la Casa de Guadalajara en Madrid y la Diputación Provincial de Guadalajara, le brindaron el año 1993, aprovechando la salida de la botarga infantil, que ese año lo hizo el día 23 de febrero y que en esta ocasión fue acompañada por las demás botargas, zarragones, mascaritas, vaquillones y grupos de dulzaineros de la provincia. Allí, en Robledillo, se descubrió una placa con su nombre y lo que se conocía como “El Rincón” pasó a llamarse “El Rincón de Sinforiano García”, en cuyo acto nos cupo la satisfacción de poder dedicar a “Sinfo” unas palabras de amistad y reconocimiento a su callada labor intelectual.
La muerte le llegaría dos años más tarde, el 23 de junio de 1995.
Muchas cosas más podrían añadirse a lo hasta aquí dicho. Sin embargo creemos que el mayor homenaje que puede hacerse a cualquier persona es el conocimiento de su obra, de todo aquello que, tras esfuerzos y sacrificios, ha llegado hasta nosotros.
En realidad, la obra de Sinforiano García Sanz no es que sea muy amplia, pero, por el contrario, tiene el interés de haber sido pionera de muchos temas.
Destacamos ahora, cronológicamente, los siguientes artículos: “Las Ramas”, Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, (1945); “La quema del Judas en la provincia de Guadalajara”, Revista de Dialectología y Tradiciones Populares (1948); “Notas sobre el traje popular en la provincia de Guadalajara”, Revista de Dialectología y Tradiciones Populares (1951); “Los aguinaldos de Santa Águeda. Fiesta de los mozos de Ruguilla (Guadalajara)”, Actas do Primer Congreso de Etnografía e Folklore, Braga (Portugal), 1951 (Lisboa 1953); “Botargas y enmascarados alcarreños (Notas de Etnología y Folklore)”, Revista de Dialectología y Tradiciones Populares (1953) -ampliado en Cuadernos de Etnología de Guadalajara, n.º 1 (1987)-; “Las cuevas de Tielmes (Madrid). Aspectos de la vivienda humana”, Actas do Colóquio de Estudos Etnográficos “Dr. José Leite de Vasconcelos”, (Porto 1959); “Breves datos de la desaparecida “soldadesca” de Codes”, Cuadernos de Etnología de Guadalajara, n.º 2 (1987), y “Sobre el Cancionero de Guadalajara y su Geografía Popular”, Cuadernos de Etnología de Guadalajara, n.º 25 (1993), que posteriormente fueron recogidas en el libro Sinforiano García Sanz. Su obra. Notas de Etnología y Folklore, editado por la Casa de Guadalajara en Madrid, en 1996, como bello recuerdo y homenaje a su labor.
No podemos decir lo mismo de esa otra parte de la obra de García Sanz, tan importante como poco conocida, que son sus escritos y colaboraciones, por desgracia muy dispersos entre los encartes literarios de Reconquista, los boletines Arriaca de la Casa de Guadalajara (en sus tres épocas), y los periódicos de Guadalajara Flores y Abejas (en cuyas páginas dio a conocer numerosas leyendas) y Nueva Alcarria,  todavía a la espera de ser reunida en una publicación que facilite su consulta.
Las páginas que siguen forman el catálogo de la exposición que, por aquellas cosas de la vida, no pudo realizarse en su fecha, 2011.
En ellas pueden verse numerosas fotografías de su familia y de juventud, junto a otras del servicio militar, de varios carnés como su cédula personal (1940), de los Servicios Administrativos del C.S.I.C., entonces dependiente del Ministerio de Educación Nacional (1946), de socio de la Casa de Guadalajara (1960), de su oficina en la librería, de varios escritos de Camilo José Cela correspondientes a los años cincuenta, de botargas y enmascarados y del homenaje que se le rindió en Robledillo, muchas de ellas cedidas para la ocasión por los sus familiares, por Lozano Gamo, Ángel de Juan y por la Casa de Guadalajara, además del  conocido retrato de García Sanz que hizo Rafael Pedrós.

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