Alguien ha buscado, y por fin le ha encontrado, el hilo que une a don Quijote con el Señorío de Molina. Estaba difícil, pero el profesor José Luis Pérez López ha estado décadas busca que te busca, hasta encontrar ese nexo de unión entre nuestra tierra y la figura magistral salida del magín de Miguel de Cervantes.
Ese camino ha pasado por el trato empeñado de sacar a luz el nombre del autor/autores del Quijote apócrifo, el que escribiera un tal Avellaneda pocos años después de aparecer el ingenioso hidalgo fruto de la imaginación (y los saberes) de Miguel de Cervantes. Siempre se ha creído que ese tal Alonso Fernández de Avellaneda era el seudónimo bajo el que se ocultaba un amigo/enemigo (o varios enemigos) de Cervantes. Pues bien, los muchos análisis, filológicos, documentales y anecdóticos que ha recogido el profesor Pérez López vienen a demostrar que el tal Avellaneda era el escritor Pedro Liñán de Riaza, quien aunque nacido en Toledo capital, siempre dijo ser aragonés, y lo fue como su padre, que era natural de Villel de Mesa, en esa raya perpetua entre Aragón y Castilla.
El autor de esta obra concienzuda y meritoria, titulada “Pedro Liñán de Riaza y el Quijote de “Avellaneda”, una escritura en colaboración", pone en su capítulo segundo la entera relación de ese seguro autor del Quijote apócrifo, Liñán, con el pueblo de Villel, el valle del río Mesa, y el Aragón al que se dirige. Es en realidad una anécdota erudita del enorme texto, que con una armazón de saberes profundos, el profesor Pérez López nos entrega a través de la “Biblioteca Añil” de la editorial Almud, de libros de Castilla La Mancha. Es el número 93 de esa saga, y tiene 546 páginas, sin imágenes porque no las necesita, pero con pulcra imagen que permite leer, y enterarse, de tantas curiosas referencias y enlaces. En definitiva, la tesis de Pérez López es que ese “Segundo Tomo del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”, que salió por darle guerra e ir a la contra de Cervantes (además de conseguir vender muchos ejemplares y ganar dinero, claro) se escribió entre Pedro Liñán de Riaza (que previamente había sido amigo de Miguel de Cervantes) y Lope de Vega (que siempre había sido enemigo declarado, teniéndose mutuamente esa envidia tan clásicamente española que les vistió, a ambos, de rojo clavel y amarilla sonrisa. Trata de cómo otros autores (entre ellos Quevedo, los Argensola, y Baltasar Elisio de Medinilla) podrían haber participado en esta aventura, que si bien hoy nos deja una sonrisa pesarosa al leerla, entonces fue sin paliativos una “gran faena” que se lo hizo a Cervantes, de forma intencionada, alevosa, despreciable.
El libro promovido por Almud es grande pero ameno, enorme incluso, pero fundamental. Y había que escribirlo, sin más remedio. Lo ha hecho el profesor de literatura don José Luis Pérez López, a quien aquí debemos rendir más que solemne agradecimiento: un aplauso sincero.
Antonio Herrera Casado
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