sábado, 10 de diciembre de 2016

Un crimen por todo lo alto

GISMERA VELASCO, Tomás, Tierzo: El crimen de La Malquerida, El Autor / Great Britain by Amazon, 2016, 52 pp. [ISBN: 978-1530473212].

Tomás Gismera presenta en esta ocasión otro librito de su colección Guadalajara, crónica parda, dedicado en esta ocasión a dar a conocer uno de los crímenes más sonados de cuantos se perpetraron en la Guadalajara de comienzos de 1915, quizá por haberse comparado con el tema de La Malquerida.
En día 11 de enero de dicho año el pueblo de Tierzo, situado en el Señorío de Molina, se despertó sorprendido por un hecho que cambió temporalmente su tranquilidad social. Se trataba de un crimen que parecía enteramente copiado de la obra teatral mencionada, que por aquellas fechas triunfaba en los escenarios madrileños.
Se trataba del hallazgo del cadáver de un hombre, probablemente asesinado, cuyos restos ya habían comenzado a ser devorados por las alimañas. La noticia, breve y concisa, decía:

“Comunican de Molina de Aragón que en el término de Tierzo ha sido encontrado el cadáver de Francisco Vicente Pinilla, que tenía cinco heridas de arma blanca.
El juzgado de Molina salió inmediatamente hacia el lugar del suceso, con objeto de instruir el correspondiente sumario”.

La casualidad y determinados titulares de prensa contribuyeron a que dicho asesinato fuese relacionado con La Malquerida, escrita años antes, en 1909, y estrenada un año antes del crimen que comentamos. Además, para más casualidades, el día 11 de enero de 1915, fecha en la que sucedieron los hechos, La Malquerida abandonaba los escenarios madrileños para emprender una gira por diversas provincias españolas, de modo que la obra pasó a representarse en Barcelona, contando con Margarita Xirgú en el papel principal.
En aquel momento Europa se desangraba en la cruel Primera Guerra Mundial.

Pero antes de seguir hablando de La Malquerida conozcamos su argumento, más bien sencillo y sin demasiadas complicaciones, como solía suceder con las obras de teatro de aquellas fechas: Doña Raimunda y su hija Acacia viven en una finca apartada. Al quedar viuda la madre, contrae nuevo matrimonio con Esteban, que es denostado públicamente por Acacia, dado que entre ellos había nacido entre un profundo amor que deseaban mantener a escondidas. El nudo gordiano viene cuando Esteban, llevado por los celos, comienza a deshacerse de los pretendientes de Acacia, a quien desde entonces comienzan a llamar La Malquerida. Años más tarde la obra sería llevada al cine.
El día del asesinato de Tierzo fue dedicado por Alfonso XIII a cazar en la Casa de Campo, donde almorzó con sus invitados y la familia real en la Casa de Vacas. Fue la noche en que La Argentinita debutó con sus bailes en el teatro Apolo… pero lejos de aquel mundo quedaba Guadalajara, con sus vecinos afectados en el intestino debido a la mala calidad de las aguas, cuando llegó la noticia del crimen de Tierzo, de la que una pequeña nota en la prensa de media España daba cuenta de lo sucedido, añadiendo numerosos detalles, escabrosos en su mayor parte, del hallazgo:
“En Tierzo,  pueblo del partido de Molina (Guadalajara), fue descubierto el cadáver de un hombre horriblemente mutilado; apenas podía ser reconocido pues las aves carniceras habían destrozado las partes blandas del cuello, los ojos y la lengua de aquel infeliz. Al descubrimiento del cadáver contribuyó la circunstancia de que el cura y el juez municipal recibieron unos anónimos en los que se decía que en La Barranquera había un cadáver”.
A pesar de todo no tardó en ser reconocido como Francisco Vicente Pinilla, mayor de edad, casado…
Sigue una serie de protagonistas: Consuelo Miñana Galindo, que estuvo casada con la víctima y fue principal inductora del crimen y era hija de Manuela Galindo, a la que se le atribuían relaciones amorosas con su padrastro, Miguel Aznar, casado con su madre Manuela.
Miguel Aznar, padrastro de Consuelo Miñana y su amante.
Manuela Galindo, quien a juicio de la prensa, padecía debilidad mental y escaso desarrollo intelectual, esposa de Miguel Aznar y suegra de Francisco Vicente Pinilla.
Mariano López Martínez, alias El Chinche y Máximo de la Mata Pasamón, alias El Esquilador, encargados del asesinato.
Mariano Sánchez Parrilla, encargado de deshacerse del cadáver.

El crimen atrajo la atención popular: un marido despechado, unos asesinos a sueldo, una mujer que engañaba a su marido… además de las circunstancias en que fue encontrado el cadáver, que conducían a pensar en cualquier cosa, dado que la víctima poseía un buen capital (lo que en un principio indujo a que el motivo fuese el robo). Sin embargo la mujer de Francisco Vicente Pinilla, parecía estar muy alegre tras el asesinato de su marido, como si se hubiese quitado un peso de encima. También llamó la atención el que el cura y el juez recibiesen sendos anónimos en los que se indicaba el lugar donde había un cadáver: La Barranquera, un lugar inhóspito al que costaba llegar y más aún en los días en que el tiempo era inclemente: lluvia, nieve y mucho frío, por lo que se pensó que el crimen había tenido lugar en otra parte.

Poco después, miembros de la Guardia Civil y del Juzgado sonsacaron a Consuelo Miñana y a su padrastro la trama de lo sucedido, además, la casa de Consuelo y del difunto ofreció algunos datos que no pasaron desapercibidos a los inspectores: algunas manchas, al parecer de sangre, en las paredes; el hallazgo de una pistola que el difunto solía llevar en sus viajes; las ropas de abrigo, que nunca se olvidan cuando se sale de viaje en invierno; las mulas en la cuadra… Un crimen en el que no se había considerado que si alguien salía de viaje necesitaría alguna mula y que por lo general se hacía llevando dinero, por lo que no se olvidaría la pistola.

El caso es que para llevar a cabo el asesinato ofrecieron dinero, siete mil pesetas, a un esquilador de mulas que ocasionalmente pasaba por el lugar, que, además, ejercía de matachín, a quien animaron con dicha cantidad, proporcionándole las armas necesarias para llevar a cabo tan funesto plan. Pero pasaba el tiempo y Mariano no se decidía a ponerlo en práctica, por lo que le asignaron dos compinches, esquiladores también, quienes aceptaron el encargo a cambio de dinero. Después de un intento, pusieron fecha y día al crimen: sería el día 10 y en su propia casa; después ya se desharían del cadáver. Y así fue.

El 26 de junio de 1916 tuvo lugar el juicio que se celebró en la Diputación Provincial de Guadalajara. El caso es que tanto la defensa como la acusación recurrieron al Tribunal Supremo quien dictó sentencia en enero de 1917, confirmando la de la Audiencia de Guadalajara, y elevando la condena de Mariano Sánchez, condenándolo a muerte.

“El fiscal calificó los hechos de “pasión bastarda”, en la que entraron en juego unos amores adulterinos, celos y rencores reprobables que armaron la mano de unos miserables que se vendieron a la plata de la familia Aznar”.

La Sala condenó a Consuelo Miñana, Manuela Galindo, Miguel Aznar, Mariano López y Máximo de la Mata a la pena de muerte, con todas las agravantes posibles: nocturnidad, precio, desprecio, parentesco… Mariano Sánchez Parrilla, acusado de complicidad, fue condenado a diecisiete años, cuatro meses y un día de cárcel. Y, además, entre todos, debían hacer frente al pago de las costas y a satisfacer a los herederos del asesinado una indemnización de ¡50.000 pesetas!

Pero, con motivo de la Adoración de la Cruz, Alfonso XIII, usando de sus prerrogativas propias de Semana Santa, firmó el indulto para los seis encausados, siendo condenados a cadena perpetua.


José Ramón LÓPEZ DE LOS MOZOS

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