VELA, Fidel, Conversaciones en la ciudad de Alcalá de
Henares, Madrid, Letras de Autor, abril 2015, 286 pp. (ISBN:
978-84-16362-76-9).
Fidel Vela, seguntino de
corazón, de cuya obra he escrito y hablado en ocasiones anteriores, ha escrito
un nuevo libro en el que las conversaciones surgen espontáneas (por eso lo ha
titulado Conversaciones en la ciudad de
Alcalá de Henares -que es la ciudad en la vive desde hace años su merecida
jubilación-) puesto que el camino ayuda a ello y, la tarde soleada, acompaña al
grupo de amigos que dialogan amistosamente y que, a través del diálogo
pretenden encontrar “su” luz, la luz que, al tiempo, es la de todos los demás,
los que solemos leer a primeras horas de la mañana la prensa recién escrita.
Por eso supongo al
lector enterado de casi todo lo que viene acaeciendo diariamente en esta
partícula que llamamos Tierra, aunque, en muchas ocasiones, acaso demasiadas,
no sea más que una “bola” en la que pretendemos sobrevivir, junto a los otros
-los demás, esos que están a nuestro lado, pero lejos- a los múltiples y
diversos hechos que, queramos o no, acaecen a pesar de o gracias a nosotros
mismos.
Un grupo de amigos se
junta en una ciudad -Alcalá de Henares, en este caso- para pasear tranquilamente e intercambiar
argumentos polifacéticos con los que tratar de autoconvencerse de que su paso
por la mencionada “bola” tiene cierta importancia, aunque en realidad, quizá no
la tenga y no sea para tanto, puesto que el Hombre (así, con mayúsculas), es
capaz, según dicen, de las mayores aberraciones, pero también de las mayores
grandezas…
Y me viene a la memoria
uno de los más bellos poemas pindáricos: “Bendito el que con celeridad de pie y
fortaleza de espíritu consigue con su esfuerzo las más altas cumbres”.
Los dialogantes,
peripatéticos donde los haya -a pesar del mal cardiaco de uno de ellos-, me
recuerdan aquellos programas de cuando la televisión era en blanco y negro que,
según creo recordar, llevaban un título genérico que aludía nada menos que a
Séneca, el maestro de Nerón.
En aquellos programas,
breves pero serios, se hablaba de todo lo divino y humano que el franquismo
permitía. Aquí, por comparación, sólo por comparación, repito, me he encontrado
con un grupo de personas que hablan entre sí de todo, especialmente de lo que
la prensa, la radio, la televisión y los demás medios quieren que se sepa,
porque cuando se dice alguna cosa acerca de “algo”, se oculta mucho de ese “algo”
o de otros “algos” colaterales o coyunturales.
Tres amigos jubilados
que “gastan” su tiempo, afortunadamente, dando cuenta de sus distintas formas
de pensar, de sus pareceres. Esto es lo que los griegos consideraban algo
fundamental para la cultura y para el desarrollo de su sociedad, de la de
entonces, adaptada a las coordenadas espacio-temporales entonces reinantes.
Es un tema que aparece
con frecuencia en el libro que comento, porque la historia, los hechos, el
pasado, no debe juzgarse con ojos actuales, por eso, los conversadores,
dialogantes, discutidores o como queramos denominarlos, van aportando sus
granitos de arena al desarrollo de la historia que no llegaron a vivir, pero
también de la que les ha tocado vivir, desde distintos puntos de vista; unos,
basados en textos antiguos, más o menos cercanos en el tiempo, y otros, vividos
personalmente e in situ.
En el libro se habla de
todo, o casi de todo: profundamente se entra en el mundo de la religiosidad y
de las religiones que, en consecuencia, poco o casi nada tiene que ver con
“dios”, con el dios concepto del intelectual que no existe porque para que
exista se necesitaría otro dios superior a él y, por lo tanto dejaría de serlo.
Quizá algún lector
pudiera dejar a un lado el presente libro, pensando que está repleto de
barbaridades ateas o carentes de sentido. Nada más lejos. Hay que pensar,
además que estos discursos representan años de trabajo y fueron recogidos poco
a poco, sin orden ni concierto, a-cronológicamente, y que no son muestras de ciertas
ligerezas: extra-filosóficas y extra-culturales, que tanto parecen brillar en
la actualidad en los foros multitudinarios. Hoy, precisamente, que la cultura
no sirve para mucho y se la ha convertido en un mero espectáculo de masas.
Hay, me gustaría mucho
que lo comprobase el lector por sí mismo, un aspecto a destacar. Las historias
que se narran, que se sacan a relucir, son generalmente pasadas, pero siempre
hay un hoy, un hecho manifiesto, público, con el que se pueden comparar con
otras de la actualidad, lo que viene a decirnos que la evolución no ha sido
demasiada, a pesar de que, en muchas ocasiones, los contertulios convengan en
que, tal o cual cosa, por mala que haya sido, con el paso del tiempo se ha
magnificado y dignificado, por ejemplo la religión católica o la democracia, a
pesar de sus graves faltas.
Eso lleva al trío “de
filósofos” (pues que de ello se trata), a considerar los aspectos más variados
de la vida: el mundo musulmán, la esclavitud, el feminismo, la ciencia y la fe…
y, ¡claro está! siempre hay una contraposición y una comparación entre la
leyenda “rosa” de los “progres” y la leyenda “negra” tradicional y del pasado,
que la mayor parte de las veces nada tuvo que ver con la Historia de España y
de los españoles, como así se demuestra en multitud de ocasiones con datos
suficientes y fehacientes; así, el no-racismo de los españoles, o la
consideración de que la expulsión de los judíos no se debió a los Reyes
Católicos, sino a la obligación de éstos de acatar las órdenes del papado,
puesto que se trataba de reyes que acataban la religión de Roma, algo que,
debidamente actualizado, se podría comparar con algunas de las propuestas
lanzadas por la canciller alemana Angela Merkel hacia los países que
actualmente componen la Unión Europea, si es que desean seguir perteneciendo a
este grupo.
Por eso y por todo lo
anterior, tengo que decir que este libro, Conversaciones
en la ciudad de Alcalá de Henares, me gusta y me atrevo a recomendar su
lectura, porque en él cada cual aporta su punto de vista y lo discute sin
llegar nunca al grito estridente y maleducado de los participantes en los
debates televisivos.
Temas modernos,
universales y cotidianos que el hombre de la calle va sacando a colación cuando
llega el momento oportuno, o cuando se lo permite la “moda” (que ya dejó de ser
“la máxima frecuencia de un suceso aleatorio”, porque precisamente dejó de ser
aleatorio), o cuando los medios de comunicación de masas, los mass media, quieran que aparezca
públicamente, para así evitar otros más complicados y comprometidos.
José Ramón López de los Mozos
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