viernes, 30 de mayo de 2014

Cancionero popular infantil

VACAS MORENO, Pedro y VACAS GÓMEZ, Mercedes, Cancionero popular infantil y juvenil (recopiladores), Madrid, Ed. Liber Factory, 2013, 304 pp.

Pedro Vacas y Mercedes Vacas, su hija, son bien conocidos en el mundo de la etnología y el folclore de Guadalajara puesto que conjuntamente, como en esta ocasión, han sido autores de numerosas obras: Pasión Viviente de Hiendelaencina (2002), Las Flores de Mayo a la Virgen María (2004), “El Ordial en Bodas” (2007), Romances del Alto Rey (2007), Leyendas romanceadas del Alto Rey (2007), Historia de los pueblos del Alto Rey (2007), Hiendelaencina en dulce (2008), Cantalojas, canto a voces (2009), Arquitectura serrana: pardelera y plateada (2011), Alto Rey, tierra y camino peregrino (2011), además de otros trabajos de diferente temática como ReMercedesbranzas (2007), recordatorio amoroso a la esposa y a la madre que se fue.
Pedro Vacas es también autor de un interesante Vocabulario Ilustrado de la Pastorería (2007), Sonetos de luna y escarcha y algunos besos sueltos (2009), Pastores y cabreros (2011) y Los Mayos en Gárgoles de Abajo (2013), quizá el trabajo de Pedro más alejado de su demarcación de trabajo.
Una amplia producción en la que habría que destacar dos amores, uno ya perdido para siempre, que fue su esposa Mercedes, y otro aun latente, que son los pueblos y las tierras del Alto Rey y sus alrededores, puesto que Pedro Vacas nació en Bustares, donde conserva casa, huerto,  amistades y recuerdos.
El libro que hoy tratamos, Cancionero popular infantil y juvenil, constituye una buena muestra de ese amor -o más atinadamente, ternura- esa que Pedro Vacas pone en todo lo que escribe, y más en este caso en que habla de niños a los que parece cantar los textos que, junto a su hija Mercedes, ha recopilado y adornado con sencillos dibujos de su creación.
Los motivos recopilados forman un amplísimo conjunto: Son canciones para bebés: nanas como esta:
“Este niño tiene sueño, tiene ganas de dormir, un ojo tiene cerrado, y otro no lo puede abrir, ea, ea. // Clavelito encarnado, rosa en capullo, duérmete, vida mía, mientras te arrullo”, y rorros: “A la rorro, rorro, a la rorrorrina, a la rorro, rorro, ya está dormida. // Mi niño pequeño, no puede dormir, le cantan los gallos, el quiquiriquí // Duérmete mi niño, que voy por pañales, que los tengo tendidos, sobre los rosales”.
Juegos de dedos:
“Este fue a por leña. Este la encendió. Este encontró un huevo. Este lo frió. Y este más chiquito, todo lo comió”.
Canciones para aprender a contar y leer:
“Una hora duerme el gallo, dos el caballo, tres el santo, cuatro el que no es tanto, cinco el cretino, seis el capuchino, siete el caminante, ocho el estudiante, nueve el posadero, diez el caballero, once el muchacho, doce el borracho”.
Oraciones:
“Con Dios me acuesto, con Dios me levanto, con la Virgen María, y el Espíritu Santo. // Dios conmigo, yo con él. Dios delante, yo tras él”.
Mitos, sin olvidar que el primer mito -la antesala del símbolo- fue la primer palabra, como el símbolo los es de la abstracción o el concepto, al decir del poeta Luis Rosales, de donde la creencia infantil (y no tan infantil) en el coco, el hombre del saco, el Sacamantecas, la bruja piruja, el lobo...
Canciones infantiles:
“San Pedro como era calvo, le picaban los mosquitos y la Virgen le decía, “ponte el gorro Periquito”” o “Caracol, col, col, saca los cuernos al sol, que tu padre y tu madre, también los sacaron”.
Canciones cortas:
“Veo, veo. ¿Qué ves?. Una cosita. ¿Con qué letrita?... Empieza con la letra... y termina con la...”.
De bautizo:
“Bautizo cagao, padrino roñoso, que a  mi no me has dao; si cojo al chiquillo, lo tiro al tejao”.
Retahílas para echar a suertes antes de comenzar los juegos:
“Pinto, pinto, gorgorito, ¿Dónde vas tú, tan bonito? Voy al monte, a trabajar. Pinto, pinto, pinto pan”.
Canciones infantiles de corro:
“Al corro de la patata, comeremos ensalada. Lo que comen los señores, naranjitas y limones. A tus pies, a tus pies, sentadita me quedé”.
Para saltar a la comba:
“Al pasar la barca, me dijo el barquero, las niñas bonitas, no pagan dinero. // Yo no soy bonita, ni lo quiero ser, arriba la barca, abajo el cordel”.
Canciones populares de acompañamiento:
“Tanto vestido blanco, tanta parola, y el puchero en la lumbre, con agua sola...”.
De repetición:
“Un elefante se balanceaba, sobre la tela de una araña, como veía que no se caía, fue a llamar a otro elefante. // Dos elefantes... // Tres elefantes...”.
Adivinanzas y acertijos:
“¿Qué es, qué es, que te da en la cara y no lo ves? (el viento).
Juegos de pandillas con romances recitados:
A la una, anda la mula (se saltaba sobre el burro, como en el correcalles), a las dos, tiró la coz (a la vez que se saltaba, para no perder, era obligado darle con el talón en las posaderas; a las tres, el almirez (se daban tres saltos y al tercero se caía sobre el burro)...”.
Rimas infantiles:
“Mi gato fue a la plaza, compró una calabaza, le dio de comer sopitas de miel en un rico plato, ¡zape, zape, gato!”.
Cuentos de nunca acabar:
“Este era el cuento de un gato, con las orejas de trajo, y la barriga al revés. ¿Quieres que te lo cuente otra vez?”
Villancicos:
“El aguinaldo regular, es un pernil de tocino, arroba y media de pan, y un pellejo de  vino”.
Romances infantiles recitables y cantables:
“Madrugaba el Conde Olinos, mañanita de San Juan, a dar agua a su caballo, a las orillas del mar, a dar agua a su caballo, a las orillas del mar. // Mientras el caballo bebe, canta un hermoso cantar, las aves que iban volando, se paraban a escuchar, las aves que iban volando, se paraban a escuchar. // Bebe mi caballo bebe, Dios te me libre del mal...”.
Navideños:
“Madre a la puerta hay un niño, más hermoso que el sol bello, no hay duda que tiene frío, porque viene medio en cueros. // Voy a decirle que pase, y aquí le calentaremos, con nosotros dormirá, y de cenar le daremos...”.
Flores de mayo:
“Como soy tan pequeñito, y tengo tan poquita voz, solo puedo decir: ¡Viva la Madre de Dios!”.
Oraciones, que pueden ser de tres clases: de adoración, de acción de gracias y de petición:
“Virgen Santa, Virgen Pura, haz que apruebe, esta asignatura. // Y la Virgen le contesta, con mucha dulzura: “Si quieres aprobar, estudia””.
Gozos, como este dedicado a San Roque, abogado de la peste:
“Pues por padre de clemencia, os llamáis Roque sagrado, sed con Dios nuestro abogado, contra toda pestilencia”.
Ensalmos, invocaciones y conjuros, por ejemplo, para alejar el pedrisco:
“Tanto truena, tanto tú, que más puede Dios, que tú”.
Trabalenguas:
“El perro de San Roque no tiene rabo, porque Ramón Ramírez se lo ha cortado”.
Ramos, mayos, canciones de quintos; enramadas, y canciones de boda.
Muchos son conocidos, dada su “universalidad”, otros no tanto por estar más localizados.  Son piezas para ser recitadas, cantadas, leídas, etcétera, que pueden servir como juego o pasatiempo tanto para niños como para mayores, y vienen a conformar un cancionero que al tiempo es “antología de poesía infantil de espíritu menudo, sencilla y pura, impregnada con el alma del pueblo...”, según palabras de Mercedes Vacas en el prólogo del libro que, “es un hilo conductor que nos va marcando cada etapa de nuestra niñez y adolescencia, hasta llegar a esas edades, donde el paso de los años, nos obliga a dejar nuestro cabás escolar, y adentrarnos en la edad de merecer y ser merecido, o merecida, es decir en la edad del pavo, para volver al origen siguiendo el ciclo vital”.
Canciones, juegos o cuentos a veces reiterativos, aunque no aburridos, en los que muchas estrofas son inventadas, aumentadas o reducidas a voluntad de quien los pronuncie.
Piezas, llamémoslas así en conjunto, generalmente anónimas (“Hasta que el pueblo canta las coplas, coplas no son, y cuando las canta el pueblo, ya nadie sabe su autor” como escribió Antonio Machado), que han ido pasando de generación en generación, casi siempre de oído, por lo que este libro, esta amplia compilación, es tan interesante y meritoria, ya que es una caja donde se custodian más de cuatrocientas que, lo más seguro, traerán a quien las lea recuerdos de su infancia, puesto que son conocidas por casi todos. ¿Quién no ha cantado u oído aquello de “veo veo” o eso otro de “cinco lobitos tiene la loba...”? Canciones y juegos que nos harán esbozar una sonrisa y harán que nuestra mente divague por tiempos ya algo alejados, cuando sobre sus rodillas, la abuela María nos hacía "el avión”, cucharilla en ristre, para darnos la papilla.
Pedro vacas, en su ultílogo, señala que todo hecho folclórico debe reunir las cinco condiciones siguientes:
Que sea popular, es decir conocido por la generalidad de quienes viven en un determinado lugar con parecidas maneras de reaccionar.
Anónimo, ya que el tiempo se encargó de que se olvidase su autor; tradicional, o sea que se transmita generacional mente de padres a hijos; funcional, o lo que es lo mismo, que sirva para cumplir un fin o una necesidad. y finalmente que sea universal, que tenga representación en las necesidades o sentimientos culturales de otros pueblos.
Cualidades todas que cumple el Cancionero... que comentamos, tan necesario en estos tiempos.

José Ramón LÓPEZ DE LOS MOZOS

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