viernes, 12 de julio de 2013

Villanueva de Argecilla en imágenes

Imágenes de Villanueva de Argecilla, Guadalajara, Ayuntamiento de Villanueva de Argecilla, 2009, 96 pp.

Comenzamos hoy a comentar una breve serie de libros acerca de diversos pueblos de Guadalajara que, generalmente, fueron viendo la luz gracias a la colaboración establecida entre su Ayuntamiento y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, a través del Programa “Los Legados de la Tierra”.
El que comentamos en esta ocasión fue editado en el año 2009 y coordinado por José Antonio Alonso. Recoge una selección de imágenes de Villanueva de Argecilla que reflejan, como indica su alcalde en el prólogo, “el pasado de nuestro pueblo”.
En realidad no se trata de fotografías muy antiguas para quienes hoy superan el medio siglo de edad -ya que el arte fotográfico es relativamente moderno-, pero que, indudablemente, lo parecerán a las nuevas generaciones, aquellas nacidas tras la diáspora emigratoria de los años sesenta y setenta, que hoy viven o visitan con cierta frecuencia el pueblo de sus abuelos o de sus padres y desean escudriñar por todos los rincones en busca de aquella historia escuchada a los viejos del lugar en alguna ocasión.
Son casi siempre las “viejas fotografías tradicionales” en blanco y negro: de los niños sentados en la mesa del maestro, ante el mapa de España, haciendo que escriben; las de los soldados, que solían hacerse en un calambute callejero o en el parque, para enviar a la novia y a la madre; de las mozas, endomingadas para la fiesta, los abuelos con sus nietos o las faenas agrícolas de siempre…
Son, en fin, fotografías del pueblo cedidas por sus gentes para la ocasión.
Los capítulos de que consta o, por así decir, su catálogo, no es muy amplio, pero sí interesante: Estampas de Villanueva, Faenas y quehaceres, ¡A la escuela!, Militares, Rituales y ceremonias, Ocio y tiempo libre, El familia y Gentes de Villanueva (páginas 9 a 69) y cada uno de ellos comienza con una brevísima explicación de lo que el lector, en este caso el que ve más que lee, va a encontrarse bajo ese epígrafe.
“Estampas de Villanueva” recoge seis fotografías. Algunas sirven para recordar cómo era parte del pasado: el retablo barroco destruido en la guerra, la cruz parroquial, una vista de la entrada del pueblo que en nada se parece a la actual, los árboles que amparaban bajo sus ramas las reuniones del concejo, o el olmo derribado que se llevó para siempre la grafiosis.
“Faenas y quehaceres” -veintiuna fotografías- se basa fundamentalmente en el ciclo agrario, desde la siembra a la cosecha, hasta la llegada de la mecanización, y también en la ganadería complementaria.
Algunas imágenes, de los años 25-30 y 48, dan idea de la forma de vestir de los pastores, otras ofrecen aspectos de las labores de la era o del pastoreo.
De pocas se sabe su autor: Foto López (Madrid), y de alguna más el nombre de la persona retratada.
“¡A la Escuela!”, -cuando en Villanueva había escuela y maestros-, está representada tan sólo por cuatro fotos.
La maestra de una de las fotos era doña Margarita Andrés Martínez (Foto Sainz Cornejo) y el maestro, don Tomás ¿Qué habrá sido de aquellos colegiales?
“Militares” incluye quince fotos, algunas de los años veinte. Como los soldados solían fotografiarse en la ciudad donde se encontraba el cuartel de destino no es extraño encontrar fotografías tomadas en Zaragoza en la Antigua Casa Coine (hacia 1925), bien aisladamente o bien en grupo, generalmente uno de ellos sentado y los demás a su lado, de pie.
“Rituales y ceremonias”, con diecisiete fotos, que nos dan idea de la procesión de San Blas -con los músicos abriendo camino: acordeón, saxofón y tambor-, el día 3 de febrero, cuando nevaba, así como de alguna primera comunión y varias bodas con “gasto”, una de ellas fechada en 1928 con posterior baile amenizado por el organillo de Eliseo Esteban, de Valdearenas.
“Ocio y tiempo libre”, aparecen representados en una colección de ocho fotografías. La mayoría son modernas y las más antiguas son de baile. Aparte, claro está, del fútbol y la caza y las diversiones, diferentes a las locales, que podían encontrarse en la cercana feria de Jadraque y que disfrutaban los niños fotografiándose a lomos de un caballo de cartón con ruedas.
“En familia” se recogen las imágenes de los abuelos con los nietos a que antes aludimos, los recién casados -hay una foto interesante del estudio Mari de Guadalajara, que recoge para la posteridad a Pedro y Matilde -, los primeros hijos, familias completas como las de antes, en las que se juntaban abuelos, padres, hijos y hasta nietos… y a veces más.
Y “Gentes de Villanueva”, el apartado más extenso -con cuarenta y seis fotografías- compuesto en base a imágenes individuales o de grupo, de gentes que nos dejaron hace tiempo y aún perduran en el recuerdo y de otras gentes que siguen “haciendo pueblo”. Gentes que fueron y que son el auténtico patrimonio de Villanueva y tantos otros pueblos de la piel provincial.
Algunas de estas fotos llevan el nombre del estudio en que se hicieron, así como la localidad: Foto Goya (Madrid), Foto Roca (Madrid), Fotografía Bazar (Jadraque. Guadalajara), Foto López (Guadalajara), Foto Mari (Guadalajara, 1921), Foto Inclán (Madrid), Foto Goya y Nadie (Madrid), Foto Nieto (Madrid), Foto. J. Castro y Foto Novilla (Guadalajara), que bien valen para hacer el seguimiento de los estudios fotográficos asentados en las ciudades mencionadas cara a una posterior historia de la fotografía local más completa.
Un libro que, con toda seguridad, habrá hecho caer alguna lágrima a quien lo haya hojeado, pero también más de una sonrisa.
Una huella de la historia con minúsculas para la Historia con mayúsculas.



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