Este libro ofrece una apasionante visión de molinos y fábricas de papel. |
Presentado en el contexto de la Feria de San Simón,
celebrada en la villa alcarreña de Cifuentes el mes de octubre de 2012, este
libro aporta una inmensa cantidad de datos acerca de unos elementos de la
industria rural de los que apenas han quedado rastros, y hoy son solamente
ruinas invadidas de las yerbas como queda demostrado en el libro. Pero todo lo
que los autores han reunido, de información gráfica y documental, ha sido más
que suficiente para revelar la memoria de esas pequeñas fábricas que daban vida
a los pueblos y a las orillas de los ríos, tan abundantes en el corazón de la
Alcarria, como fueron los molinos de agua y las fábricas de papel.
Se inicia la obra con una suma histórica de la villa de Cifuentes, haciendo reseña de cuantas fuentes documentales y bibliográficas ha
podido allegar el autor acerca de los molinos existentes en las riberas del río
Cifuentes, que es corto río, pero caudaloso, y que viaja de Cifuentes a Trillo
a lo largo de poco más de 10
kilómetros . En el primer tramo de la obra, dedicada a
los molinos del Cifuentes, su autor Bermejo Batanero estudia con detenimiento y
precisión la existencia de esas viejas fábricas. Desde su aprovechamiento por
los concejos y luego por los señores, hasta su conversión en centrales
eléctricas, una larguísima historia de utilidades públicas se les puede
demostrar a estas instalaciones, de las que apenas quedan ya vestigios, sino es
el Molino de la Balsa en Cifuentes, con su hermoso escudo tallado que
representa la heráldica antigua de la villa, molinera por antonomasia, hasta el
molino que había junto a las cascadas en que se despeña el Cifuentes, en
Trillo.
La segunda mitad del libro está firmada por Aurelio García López
y trata de los molinos de papel del río Cifuentes, aunque bajo ese epígrafe
caben muchas otras cosas: cabe la historia de la fabricación de papel en la
provincia de Guadalajara. Con la meticulosidad y paciencia a que nos tiene
acostumbrados este autor, inicia su trabajo con el análisis de la forma en que
se fabricaba el papel antiguamente, pasando luego a hacer un inventario de
todos los centros fabriles, en general pequeños molinos, o en ocasiones grandes
fábricas, donde se hizo papel en nuestra tierra. Así, menciona las fábricas de
Aragosa, en Los Heros, y en las Ánimas de La Cabrera, que aprovechaban el río
Dulce; los de Zorita y sobre todo Pastrana, más algunos sueltos en El Casar,
Somolinos y Mandayona, y centrándose en los diversos centros fabriles papeleros
de en torno al río Cifuentes, pues los hubo en Trillo, Gárgoles de Arriba y
Gárgoles de Abajo, estando en este la llamada Fárica del Obispo que creó el purpurado don
Juan Díaz de la Guerra a finales del siglo XVIII.
En Pastrana localiza García López la fábrica de la familia Guarro , que
llegaría a ser internacionalmente conocida y hoy todavía apreciada, como
maestros papeleros de primer orden; y nos presenta la técnica de elaboración,
marcas de papel utilizadas, etc. Pero es la fábrica de papel de Santiago
Grimaus en Gárgoles de Arriba la que centra el núcleo de informaciones sobre
esta materia, y nos descubre un mundo velado y apasionante, en el que se
incluye la finca de “Las Cascadas”. Merece la pena empaparse de esta historia
de nuestra tierra, tan cercana, y sin embargo tan oculta y olvidada. Muchos
planos (de Antonio Batanero Nieto) y fotografías antiguas del legado Camarillo,
complementan esta información, y constituyen el todo de un gran libro, capital
para el conocimiento de la Alcarria y sus esencias olvidadas.
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