domingo, 18 de marzo de 2012

El Registro de la correspondencia del segundo conde de Tendilla

El Decano de Guadalajara. José Luis García de Paz, 24 de octubre de 2007.

Ha finalizado la publicación en Granada del Registro de la Correspondencia del segundo conde de Tendilla, primer alcalde de La Alhambra, que iniciara Emilio Meneses en 1973.
El segundo conde de Tendilla, Iñigo López de Mendoza, compartía nombre con su padre, el primer conde, y con su abuelo, el famoso primer marqués de Santillana. Hasta los inicios del siglo XX sólo aparecía como “primer alcalde de La Alhambra”, y poco más. Fue Elías Tormo quien le dio el sobrenombre de “el Gran Tendilla” cuando, en 1917 y 1918, diera a conocer su importancia en la introducción de Renacimiento arquitectónico en Castilla a finales del siglo XVI, gusto que trajo de su afamada embajada a Italia en 1486. En ello no hacía más que seguir los gustos que ya mostraron por las letras sus antepasados Mendoza desde su tatarabuelo, Pedro González de Mendoza “el de Aljubarrota”, a sus tíos, primos y hermanos, incluyendo evidentemente a su famoso abuelo. De Italia trajo al humanista Pedro Mártir de Anglería, conoció allí y trajo el tenedor a la Península como artículo curioso, y dentro de su séquito fue a Italia a aprender Lorenzo de Vázquez, famoso arquitecto renacentista. Su labor como político, militar e intelectual fue estudiada en los años 60 del siglo XX por José Cepera Adán, y continuada por sus discípulos. Actualmente hay más libros editados sobre el conde de Tendilla en Granada que en Guadalajara, con diferencia.

En la labor de mecenazgo del segundo conde está el primer exponente de la arquitectura renacentista religiosa, el destruido convento de San Antonio de Mondejar, de donde fue primer marqués. Pero también controló en Granada las obras de la Capilla Real, sepultura prevista para la reina Isabel, o el mausoleo en la catedral de Sevilla de su hermano Diego Hurtado de Mendoza, el segundo cardenal Mendoza. Asimismo llegó a escribir algunos poemas recogidos en el Cancionero de Hernando del Castillo, dónde se lee: "Sacó el conde de Tendilla un baño en que se bañaba su amiga, y dixo: Tu dichoso yo perdido/ remediémonos assi/ dame tu poco sentido/ darte mis ojos a ti."
Fue valeroso capitán en las guerras de Granada, experto en la lucha de acechanzas y emboscadas, maestro del futuro Gran Capitán (que allí lucho a sus ordenes) e ingenioso en el uso de añagazas como cuando simuló un muro caído en Alhama de Granada mediante lienzos pintados, o cuando mezcló soldados con muleros y transportistas, para simular una hueste mayor y lograr que se rindiera el castillo de Freila. Fue uno de los precursores del uso del papel moneda cuando estuvo sitiado defendiendo Alhama. Podemos contar anécdotas diversas sobre su gusto a vestirse a la morisca en Granada, su buen trato a los moriscos granadinos o su afición a las mujeres desde joven hasta anciano. En Roma dio un banquete a toda la Curia y tras cada plato, se tiraba la vajilla de plata al Tíber. Lo que no sabían era que tenía unas redes tendidas bajo las aguas y solo perdió tres cubiertos.
Entre otros, fueron hijos del conde y su segunda esposa Francisca Pacheco, Antonio de Mendoza, primer virrey de México y virrey de Perú, Maria Pacheco la comunera (tomó el apellido materno), Diego Hurtado de Mendoza, el poeta, historiador y embajador de Carlos V, y el primogénito Luis Hurtado de Mendoza, amigo de Carlos V y presidente del Consejo de Indias.
Tras el marqués de Santillana y el Gran Cardenal Mendoza, queda el segundo conde de Tendilla como exponente de una época que finalizó con su muerte y, al poco, con la de Fernando el Católico, en 1515. Podemos encontrar testimonios de su vida y obras desde las Crónicas contemporáneas, en la inédita Historia de la casa de Mondejar escrita por el IX marqués, el erudito Gaspar Ibáñez de Segovia, o en los estudios antes mencionados. Pero la principal fuente biográfica sobre el segundo conde de Tendilla y primer marqués de Mondejar es el Registro de su correspondencia, colección de unas 5000 cartas que redactara principalmente en Granada y de las que guardara copia. Son una fuente primordial para conocer los entresijos de la corte castellana (a pesar de la distancia), su labor en la consolidación el reino de Granada y sus relaciones con parientes y amigos.
Tanto puede escribir de la última enfermedad que ha tenido, sobre si su esposa ha parido, como le sienta una dentadura postiza, su afición de viudo por una moza en Madrid, problemas familiares de su hija mayor con su marido y, por supuesto, sus peticiones al rey Fernando en la corte o problemas con piratas en la costa. Indica que nunca negó tratamiento de pariente a nadie ni tampoco carta de recomendación, siguiendo el ejemplo de su famoso abuelo. Por la letra enrevesada (tanto la suya como la de sus amanuenses) las cartas eran muy empleadas en los exámenes de la antigua asignatura de Paleografía.
Siguiendo un orden cronológico, la primera parte publicada del mencionado Registro fueron las cartas de los años 1508-1509 en 1973 y de 1510-1513 en 1974, ambas por Emilio Meneses (1917-2006) en edición de la Real Academia de la Historia de Madrid, que incluye una biografía del conde. La paciencia y voluntad de Meneses leyendo las cartas se hizo legendaria. Pero, además, Guadalajara guarda una deuda con este investigador pues donó en 1984 a la ciudad la finca de Los Castillejos, finca que a la fecha que estamos aún no ha tenido un uso definitivo a pesar de los diferentes colores políticos de los sucesivos ayuntamientos.
En segundo lugar, el investigador Aurelio García López publicó en la revista Wad-Al-Hayara en 1995 las pocas cartas del conde conservadas correspondientes al año 1497. Mientras tanto, la labor iniciada por Meneses fue continuada por otro discípulo de Cepeda Adán, el profesor José Szmolka Clares (1940-2003) de la Universidad de Granada. Allí se publicó en 1996 un Epistolario correspondiente al Registro de los años 1504-1506, incluyendo un estudio introductorio biográfico de Szmolka más la transcripción realizada por las profesoras María Amparo Moreno Trujillo y María José Osorio Pérez. Fallecido Szmolka, tomo el relevo la profesora Moreno Trujillo, admiradora del conde que me cuenta en un e-mail que muchos le dicen que por su entusiasmo parece que don Iñigo fuera “algo suyo”, elogio debido a sus conocimientos que sólo he escuchado anteriormente referido a Francisco Layna, historiador de los Mendoza de Guadalajara
Por fin, en 2007, ha sido publicado en la Universidad de Granada la última parte, el Registro de la Correspondencia de los años 1513-1515, gracias a María Amparo Moreno Trujillo, María José Osorio Pérez y Juan María de la Obra Sierra. El estudio introductorio y recensión de la biografía del conde es de la profesora Moreno Trujillo. Las cartas se incluyen en un CR-ROM. El libro incluye un completo índice onomástico, toponímico y de materias de las cartas de 1513-1515.
Como curiosidades, gracias a los testimonios del propio conde se ha podido conocer que nació en 1442, posiblemente el 14 de julio. Y, asimismo, ha quedado fuera de toda duda la fecha de la boda de la famosa María Pacheco con Juan de Padilla el 15 de enero de 1515, aunque los esponsales se firmaran en 1510 y el desposorio en 1511. El retraso se justifica por los problemas económicos de liquidez del conde unidos a una enfermedad de Padilla. También queda evidente el cariño sincero y aprecio del conde por Padilla así como que María le tomó pronto cariño al novio, rápidamente convertido en verdadero enamoramiento.
La profesora Moreno Trujillo y su grupo continuarán sus estudios con el primer Registro de las cartas escritas desde La Alhambra por Luis Hurtado de Mendoza, segundo marqués de Mondejar, tras la muerte de su padre.

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