José Luis García de
Paz. El Decano ,
20 de marzo de 2007.
El profesor D. Ricardo Muñoz
Fajardo publicó en 2006 “La Arquitecturamodernista y de su época en la provincia de Guadalajara” (Editorial Ledoira,
125 páginas, fotos a blanco y negro), obra con la que continua la serie
empezada un año antes, con la provincia de Albacete, dedicada a recoger el
patrimonio de la época modernista en cada una de las provincias de la Comunidad
de Castilla-La Mancha. Está prologado por el Cronista Provincial de Guadalajara
D. Antonio Herrera Casado.
El movimiento “modernista” abarca
un periodo entre la década final del siglo XIX y las dos primeras del XX, que
mezcla y reúne una serie de tendencias para dar lugar a un “arte nuevo
emergente”, un “Art Nouveau”. El autor reconoce que no hay mucho modernismo
fuera de Cataluña, salvo donde haya ido un arquitecto catalán.
Esta época coincidió con un
“apogeo constructivo” en Guadalajara, dentro del cual encontramos alguno en la
propia capital con ciertas “formas modernistas”, asó como algunos edificios
repartidos por la
provincia. Las edificaciones fueron levantadas por
arquitectos madrileños o relacionados con el “foco modernista madrileño”, que
fue empleado principalmente como “estilo
ornamental de fachadas e interiores”. Realmente, en aquellos edificios
inventariados en Guadalajara, el modernismo “manejó los espacios vacíos, los volúmenes, las líneas de las fachadas”
y poco más. A veces, el carácter “modernista” del edificio lo da un detalle
ornamental de la fachada, que puede, incluso, no ser predominante. No hubo un
movimiento modernista en Guadalajara, sino traído desde Madrid, “tardío”
respecto al resto de España, y su difusión por la provincia fue muy escasa. El
autor encuentra 19 edificaciones modernistas en la ciudad de Guadalajara y sólo
nueve en la provincia, que presentan ornamentaciones calificables como
modernistas, pero poco más.
Asimismo se presenta una lista
con una mínima biografía de los arquitectos y alarifes que trabajaron en
Guadalajara en este periodo. Comienza por Ricardo Velázquez Bosco y el
malogrado Manuel Medrano Huetos, y le siguen otros como Antonio Vázquez
Figueroa, Benito Ramón Cura Olarte, Fernando Checa Perea, Pedro Cabello Maíz o
Flaviano Rey de Viñas, entre los residentes en Guadalajara, y Luis Ferrrero
Tomás, Joaquín Saldaña López, Jesús Carrasco-Muñoz Encina o Críspulo Moro
Cabeza, entre los no residentes en Guadalajara.
Entre los edificios “modernistas” mencionaremos el
Ayuntamiento (Cura Olarte y Fernández Merchante, 1904-6), la Cámara Oficial de
Comercio e Industria (c/ Mayor 24, Cura Olarte, 1905), el edificio de El Decano de Guadalajara (c/
Miguel Fuiters 40, Vázquez Figueroa, 1914, al que Muñoz Fajardo dedica un
extenso apartado), el Kiosco del parque de la Concordia (Checa Perea, 1915),
las viviendas para Matilde López Corral (c/ Mayor 15, Cabello Maíz, 1918), el
Hotel España (c/ Teniente Figueroa 3, Cabello Maíz, 1919), las viviendas para
Pedro Emperador Viejo (c/ Mayor 9, Cabello Maíz, 1919) o las de Angel García
Mora (c/ Francisco Cuesta 7, Rey de Viñas, 1927).
En la provincia destacaremos la
estación de tren de Humanes de Mohernando (autor desconocido), las casas de la
calle de la Iglesia 2 y 6 (Humanes, autor desconocido) y dos casas en Alcolea
del Pinar (c/ Real 40) y Torija (plaza de la Villa s/n) sin autor conocido pero
que son “la más clara muestra del
modernismo en el ámbito rural guadalajareño”.
El libro incluye planos arquitectónicos (algunos inéditos)
tomados de diferentes fuentes, y muchas fotos tomadas por el propio autor
durante sus investigaciones “de campo” recorriendo la provincia, detalladas en
la página 14. Quizá la única pega sea la ausencia del color en la fotografía,
salvo en portada y contraportada. Puede ser leído cómodamente por el aficionado
a la cultura interesado en este aspecto poco conocido del Patrimonio de
Guadalajara y que, hasta la aparición de este texto, carecía de una
catalogación. De hecho se pensaba que “la
arquitectura modernista en Guadalajara era casi inexistente” y sólo
podíamos encontrar acerca de la arquitectura de este periodo la información
recogida en las publicaciones del profesor Miguel Angel Baldellou,
especialmente su “Tradición y cambio en
la arquitectura de Guadalajara (1850-1936)“ (1989), aunque este libro se
centra sólo en la ciudad de Guadalajara.
También se menciona su biografía del arquitecto Manuel Medrano Huetos (1996) pero no su
amplio Catálogo de la Exposición que
el Ministerio de Cultura dedicó a Ricardo Velázquez Bosco (1990). Quizá esto se
explique porque Muñoz Fajardo no considera muchas de las obras de Velázquez
Bosco en Guadalajara como modernistas, aunque deja bien claro que fue “el más grande arquitecto … no sólo de
Guadalajara sino de todo interior peninsular” en un momento dado.
El texto se completa con un catálogo de edificios (27 en
Guadalajara y 24 en la provincia) levantados en el mismo periodo temporal, pero
sin ninguna característica que Muñoz Fajardo considere como “modernista”.
En la capital encontramos las
obras más conocidas de Velázquez Bosco (como la iglesia de San Sebastián, 1884,
y el palomar y el edificio principal del poblado de Villaflores, 1887), y de
Medrano Huetos (el panteón de los marqueses de Villamejor en el cementerio de
Guadalajara, 1894), la
Pescadería Maragato (c/ Mayor 2, Vázquez Figueroa, 1914), la
casa de Manuel Gaultier y Vila (Plaza de los Caídos 8, Ripollés Calvo, 1909),
la casa de Félix Alvira (c/ Mayor 45, Ferrero Tomás, 1911) o el panteón de
María Luisa García Gamboa (cementerio de Guadalajara, Emilio Aguado, 1918).
En la provincia encontramos en este periodo varias
edificaciones de las que algunas son, simplemente, ejemplos de arquitectura
rural, con una coincidencia solo temporal, y no estilística, con las
anteriores, quizá con alguna rejería o detalle decorativo u ornamental de
cierto interés. La mayoría son de “autor y año (exacto) desconocidos”, pero
nunca habían sido catalogadas hasta este trabajo de Muñoz Fajardo.
Mencionaremos, entre otras, la casona palaciega del Camino de Carragón 1 de
Maranchón, las de la calle
San roque 5, 7 y 10 en Humanes, tres casas en Molina, y dos
en Tendilla, en Chiloeches y en Hiendelaencina.
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