martes, 21 de febrero de 2012

La arquitectura de la época modernista en Guadalajara




José Luis García de Paz. El Decano, 20 de marzo de 2007.

El profesor D. Ricardo Muñoz Fajardo publicó en 2006 “La Arquitecturamodernista y de su época en la provincia de Guadalajara” (Editorial Ledoira, 125 páginas, fotos a blanco y negro), obra con la que continua la serie empezada un año antes, con la provincia de Albacete, dedicada a recoger el patrimonio de la época modernista en cada una de las provincias de la Comunidad de Castilla-La Mancha. Está prologado por el Cronista Provincial de Guadalajara D. Antonio Herrera Casado.

El movimiento “modernista” abarca un periodo entre la década final del siglo XIX y las dos primeras del XX, que mezcla y reúne una serie de tendencias para dar lugar a un “arte nuevo emergente”, un “Art Nouveau”. El autor reconoce que no hay mucho modernismo fuera de Cataluña, salvo donde haya ido un arquitecto catalán.

Esta época coincidió con un “apogeo constructivo” en Guadalajara, dentro del cual encontramos alguno en la propia capital con ciertas “formas modernistas”, asó como algunos edificios repartidos por la provincia. Las edificaciones fueron levantadas por arquitectos madrileños o relacionados con el “foco modernista madrileño”, que fue empleado principalmente como “estilo ornamental de fachadas e interiores”. Realmente, en aquellos edificios inventariados en Guadalajara, el modernismo “manejó los espacios vacíos, los volúmenes, las líneas de las fachadas” y poco más. A veces, el carácter “modernista” del edificio lo da un detalle ornamental de la fachada, que puede, incluso, no ser predominante. No hubo un movimiento modernista en Guadalajara, sino traído desde Madrid, “tardío” respecto al resto de España, y su difusión por la provincia fue muy escasa. El autor encuentra 19 edificaciones modernistas en la ciudad de Guadalajara y sólo nueve en la provincia, que presentan ornamentaciones calificables como modernistas, pero poco más.

Asimismo se presenta una lista con una mínima biografía de los arquitectos y alarifes que trabajaron en Guadalajara en este periodo. Comienza por Ricardo Velázquez Bosco y el malogrado Manuel Medrano Huetos, y le siguen otros como Antonio Vázquez Figueroa, Benito Ramón Cura Olarte, Fernando Checa Perea, Pedro Cabello Maíz o Flaviano Rey de Viñas, entre los residentes en Guadalajara, y Luis Ferrrero Tomás, Joaquín Saldaña López, Jesús Carrasco-Muñoz Encina o Críspulo Moro Cabeza, entre los no residentes en Guadalajara.

Entre los edificios “modernistas” mencionaremos el Ayuntamiento (Cura Olarte y Fernández Merchante, 1904-6), la Cámara Oficial de Comercio e Industria (c/ Mayor 24, Cura Olarte, 1905), el edificio de El Decano de Guadalajara (c/ Miguel Fuiters 40, Vázquez Figueroa, 1914, al que Muñoz Fajardo dedica un extenso apartado), el Kiosco del parque de la Concordia (Checa Perea, 1915), las viviendas para Matilde López Corral (c/ Mayor 15, Cabello Maíz, 1918), el Hotel España (c/ Teniente Figueroa 3, Cabello Maíz, 1919), las viviendas para Pedro Emperador Viejo (c/ Mayor 9, Cabello Maíz, 1919) o las de Angel García Mora (c/ Francisco Cuesta 7, Rey de Viñas, 1927).

En la provincia destacaremos la estación de tren de Humanes de Mohernando (autor desconocido), las casas de la calle de la Iglesia 2 y 6 (Humanes, autor desconocido) y dos casas en Alcolea del Pinar (c/ Real 40) y Torija (plaza de la Villa s/n) sin autor conocido pero que son “la más clara muestra del modernismo en el ámbito rural guadalajareño”.

El libro incluye planos arquitectónicos (algunos inéditos) tomados de diferentes fuentes, y muchas fotos tomadas por el propio autor durante sus investigaciones “de campo” recorriendo la provincia, detalladas en la página 14. Quizá la única pega sea la ausencia del color en la fotografía, salvo en portada y contraportada. Puede ser leído cómodamente por el aficionado a la cultura interesado en este aspecto poco conocido del Patrimonio de Guadalajara y que, hasta la aparición de este texto, carecía de una catalogación. De hecho se pensaba que “la arquitectura modernista en Guadalajara era casi inexistente” y sólo podíamos encontrar acerca de la arquitectura de este periodo la información recogida en las publicaciones del profesor Miguel Angel Baldellou, especialmente su “Tradición y cambio en la arquitectura de Guadalajara (1850-1936)“ (1989), aunque este libro se centra sólo en la ciudad de Guadalajara.

También se menciona su biografía del arquitecto Manuel Medrano Huetos (1996) pero no su amplio Catálogo de la Exposición que el Ministerio de Cultura dedicó a Ricardo Velázquez Bosco (1990). Quizá esto se explique porque Muñoz Fajardo no considera muchas de las obras de Velázquez Bosco en Guadalajara como modernistas, aunque deja bien claro que fue “el más grande arquitecto … no sólo de Guadalajara sino de todo interior peninsular” en un momento dado.

El texto se completa con un catálogo de edificios (27 en Guadalajara y 24 en la provincia) levantados en el mismo periodo temporal, pero sin ninguna característica que Muñoz Fajardo considere como “modernista”.

En la capital encontramos las obras más conocidas de Velázquez Bosco (como la iglesia de San Sebastián, 1884, y el palomar y el edificio principal del poblado de Villaflores, 1887), y de Medrano Huetos (el panteón de los marqueses de Villamejor en el cementerio de Guadalajara, 1894), la Pescadería Maragato (c/ Mayor 2, Vázquez Figueroa, 1914), la casa de Manuel Gaultier y Vila (Plaza de los Caídos 8, Ripollés Calvo, 1909), la casa de Félix Alvira (c/ Mayor 45, Ferrero Tomás, 1911) o el panteón de María Luisa García Gamboa (cementerio de Guadalajara, Emilio Aguado, 1918).

En la provincia encontramos en este periodo varias edificaciones de las que algunas son, simplemente, ejemplos de arquitectura rural, con una coincidencia solo temporal, y no estilística, con las anteriores, quizá con alguna rejería o detalle decorativo u ornamental de cierto interés. La mayoría son de “autor y año (exacto) desconocidos”, pero nunca habían sido catalogadas hasta este trabajo de Muñoz Fajardo. Mencionaremos, entre otras, la casona palaciega del Camino de Carragón 1 de Maranchón, las de la calle San roque 5, 7 y 10 en Humanes, tres casas en Molina, y dos en Tendilla, en Chiloeches y en Hiendelaencina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinión sobre este libro nos interesa. Escríbela aquí.