jueves, 23 de febrero de 2012

Brihuega y su entera historia


PAREJA SERRADA, Antonio, Monografías Regionales. Brihuega y su Partido por... Cronista Provincial, Guadalajara, Ayuntamiento de Brihuega, 2011, XXXII + 748 pp. (Edición facsimilar de la de Guadalajara, Taller Tipográfico de la Casa de Expósitos, 1916, 748 pp.).

La presente edición, facsímil según se indica en su portada, comienza con diversos textos, breves por lo general, escritos a modo de primeras líneas, presentación, etc., por la alcaldesa de Brihuega, Adela de la Torre de Lope; la Presidenta de la Diputación Provincial, Ana Guarinos, y Aquilino Rodríguez Cases, Director de la Central Nuclear de Trillo, representantes de alguna de las entidades que han contribuido económicamente a la misma; además de un sentido “In memoriam” de M.ª José Sánchez Moreno y unas notas biobibliográficas sobre Pareja Serrada y sobre este libro en concreto, escritas por Antonio Herrera Casado, tituladas “Un libro capital sobre Brihuega”, que se complementan con un “Breve resumen de la obra de D. Antonio Pareja Serrada” (libros, periódicos en los que intervino, condecoraciones y nombramientos), y diversos recortes de prensa y fotografías del homenaje que se le rindió en Brihuega con motivo del traslado de sus restos mortales (13 de octubre de 2007).

El libro propiamente dicho comienza con una amable dedicatoria del autor al Ayuntamiento briocense y al Diputado provincial D. Ramón Casas Caballero y un “Al que leyere” (“El que honra á su Patria, á sí mismo se honra”), a modo de prólogo, escrito con la nostalgia hacia la tierra a los 73 años de edad (Pareja nació en 1843 y murió en 1924) y donde da a conocer la documentación que ha podido utilizar para la confección del libro y, especialmente, de los numerosos apéndices que incluye en cada capítulo -“documentos, la mayor parte inéditos, entre los cuales hay privilegios, donaciones, reales cédulas, cartas, autos, etc., recogidos entre los muchos que se conservan en los Archivos Histórico-Nacional y de la Catedral de Toledo, otros de la Gaceta de Madrid en distintas épocas, del Boletín oficial de la provincia y de cuantos textos oficiales he podido hallar á la mano”- de los once en que se divide y que completa con unos resúmenes estadísticos, un post scriptum a Brihuega y una extensa y utilísima colección de documentos curiosos que finaliza con la transcripción del “Notabilisimo “Fuero” que dio a Brihuega el Arzobispo Don Rodrigo Jiménez de Rada”.
Comienza por la antigüedad de Brihuega con un capítulo dedicado a si fue o no población celtíbera en sus orígenes, para lo que se basa en la importancia de la tradición popular y en diversos hallazgos arqueológicos casuales, como la necrópolis de la Vega, que le dan pie para hacer algunos tanteos acerca de la voz “Olcadia”, de la que sugiere procede “Alcarria” y ya, de paso, referir la etimología de Brihuega, además de otros documentos que prueban su origen romano.
Pasa seguidamente a lo que considera los “tiempos ciertos”, es decir a la Edad Media briocense, situando allí al rey moro de Toledo Alí-Maymón o Almenón (Almamúm) que hace donación de Brihuega al rey Alfonso VI, con todas las leyendas a ellos referentes, la instalación de la corte en Toledo restaurando la silla arzobispal, cuyo privilegio de restauración, así como su primacía y donación a ella de dicha villa junto a otras más, publica como primer apéndice.
Del mismo modo da a conocer la carta de privilegio que le concedió el arzobispo don Rodrigo Ximénez de Rada.
Un tercer apartado, también centrado en el periodo medieval, es el que dedica casi en exclusiva a la tradición religiosa: la aparición de la Virgen de la Peña a la infanta Elima o Zulima y otras tradiciones gemelas, como la de la Virgen de Sopetrán, no lejos de allí, y sus posteriores repercusiones, además de la donación definitiva de Brihuega a la silla toledana, con los correspondientes priveligios, entre los que figura el derecho a celebrar una feria anual, confirmando Fernando IV el Emplazado el privilegio, que había sido concedido antes por Enrique I, prohibiendo además “que un mes antes de la de Brihuega y otro mes después, las hubiese en poblaciones en treinta leguas a la redonda, a fin de que no sufriesen menoscabo los intereses briocenses”. Aparte lo anterior añade algunos datos acerca de las aljamas musulmana y hebrea y del “cerco de Brihuega”. Numerosos son los documentos que transcribe y que ayudan a comprender mejor o ampliar algunos aspectos puntuales de este capítulo como son la donación de Caspueñas al arzobispo don Sancho por su hermano el rey Alfonso X el Sabio en 1255; la carta de privilegio de Fernando IV a la villa de Brihuega para que no se les pueda embargar; la del mismo rey protegiendo la feria, y el testimonio de Alfonso XI para que los mercaderes de Burgos no se juntasen en otros lugares a vender, mientras se celebraban las ferias de Brihuega y Alcalá, además de otros documentos del rey Juan II y de los sucesivos arzobispos toledanos.
Ya en la Edad Moderna refiere las obras realizadas por el Cardenal Tavera y uno de los peores momentos de la historia briocense que comienza con los numerosos pleitos, a los que sigue la incorporación de la Villa a la Corona; la estancia en Brihuega del rey Felipe II en su viaje a Monzón (1585) -tomada de la relación de Cock-, y el interés del Correo Mayor del tercer Felipe, conde de Villamediana, para adquirir Brihuega, a lo que se opusieron sus habitantes dando lugar a la correspondiente querella. Sigue el retorno de la villa a la silla arzobispal -que ocupaba Sandoval y Rojas- quien inmediatamente se hizo con las simpatías de la población.
El apartado quinto se dedica íntegramente al asalto y batalla de Brihuega -la guerra de Sucesión- en el que se dan a conocer sus antecedentes y numerosos aspectos hasta entonces poco o nada conocidos. Pareja se enzarza en una discusión que hoy parece superada “¿Brihuega, ó Villaviciosa?”, dado que, al parecer, los de esta última población querían apuntarse la gloria de haber sido en su tierra donde se ganó la batalla contra el invasor y para lo que nuestro segundo cronista provincial trata de rectificar lo que considera un grave error histórico, incluyendo el pleito surgido entre ambas poblaciones. Termina el capítulo con las concesiones que Felipe V, el rey vencedor, otorgó a Brihuega. (Precisamente, en aquellos momentos Pareja Serrada estaba escribiendo una Historia crítica de la guerra de Sucesión, que serviría de base a lo que después expondría en la Razón de un Centenario).
Otro apartado se dedica al estudio de los orígenes de la fabricación de paño, que tanta fama gozaron, especialmente los pañuelos, para lo que cede el uso de la pluma a Don Ramón Casas Caballero (páginas 256 a 270) -a quien vimos que dedicó el libro-, que completa con la mención de otras fábricas como las de curtidos y cueros, de chocolate y la “hulla blanca” (agua).
Siguen otros capítulos, igualmente interesantes, ya que Pareja Serrada ha oído hablar a sus familiares de algunos de los personajes que tuvieron parte en las escaramuzas de la guerra de Independencia, entre ellos el guerrillero Francisco Pareja que se autoproclamaba comandante de una partida, o el propio Juan Martín el Empecinado (cuya viuda vivió un tiempo en Brihuega, donde murió), las acciones del general Hugo y las crueldades de Marmont con el vecindario, ocupándose también, sin tomar partido pues aún vivía mucha gente que participó en ella, de la entonces denominada “guerra civil” (guerras carlistas), hasta llegar al capítulo noveno, “Brihuega en la actualidad”, en el que hace una descripción geográfico-estadística de la villa, la riqueza de sus aguas, su caserío y fiestas, los monumentos, parroquias y monasterios, el castillo y sus murallas, el edificio del Ayuntamiento, hijos ilustres y reyes, príncipes y prelados que visitaron Brihuega y que, junto a “Sucesos dignos de recordarse” (la primera celebración de un Belén Viviente que llamaron “La borriquilla”, de gran interés etnográfico; el cólera de 1855; el milagro de la paloma; la inundación (que afectó a nuestro autor y que por ello describe tan pormenorizadamente); el incendio de San Felipe y el Centenario de Villaviciosa) y datos de la llamada “Brihuega Oficial”, dan paso al capítulo “Brihuega cabeza de partido”, constituido por cuarenta y ocho villas y dos lugares, que va describiendo con minuciosidad en muchos casos y en otros no tanta, desde Alarilla, hasta Yélamos de Arriba, cuya detenida lectura recomendamos al lector interesado puesto que son multitud los datos, generalmente poco conocidos, que pueden llamarle la atención sobre los aspectos más variados: toponimia, despoblados, monumentos, historia, documentos, artesanías desaparecidas, fiestas tradicionales, etc.
Finaliza el libro con otra serie de noticias estadísticas sobre población, cultura popular (enseñanza) y criminalidad; una colección de XVII documentos curiosos relativos a Brihuega, desde el reconocimiento de un crédito a favor del arzobispo don Rodrigo (1242) y un pacto foral firmado en Brihuega por dicho arzobispo como señor de Talamanca, con los vecinos de la villa de Cobeña, hasta el mensaje de adhesión dirigido por su Ayuntamiento al Gobierno de doña Isabel II, con motivo de la declaración de guerra a Marruecos (lleno de dislates en el original), concluyendo con la transcripción de Fuero de Brihuega, que se supone datado entre 1240-1242 (páginas 669 a 742).
Una edición de fácil y amena lectura, de gran interés por tantísimos datos que aporta y que, sin duda, constituirá una novedad para quienes hasta ahora no habían tenido la suerte de haberlo podido manejar.
Poco antes de que este libro viese la luz, la editorial vallisoletana Maxtor hizo otra edición “facsímil”, aunque con las pastas en blanco y sobrecubierta, por lo que nos encontramos con tres ediciones distintas de un mismo libro.                                                                     

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