PAREJA SERRADA, Antonio, Monografías Regionales. Brihuega y su Partido por... Cronista Provincial, Guadalajara ,
Ayuntamiento de Brihuega, 2011, XXXII + 748 pp. (Edición facsimilar de la de Guadalajara ,
Taller Tipográfico de la Casa de Expósitos, 1916, 748 pp.).
La presente edición, facsímil según se indica en su
portada, comienza con diversos textos, breves por lo general, escritos a modo
de primeras líneas, presentación, etc., por la alcaldesa de Brihuega, Adela de la Torre de Lope; la
Presidenta de la
Diputación Provincial , Ana
Guarinos, y Aquilino Rodríguez Cases,
Director de la Central
Nuclear de Trillo, representantes de alguna de las entidades
que han contribuido económicamente a la misma; además de un sentido “In
memoriam” de M.ª José Sánchez Moreno
y unas notas biobibliográficas sobre Pareja Serrada y sobre este libro en
concreto, escritas por Antonio Herrera Casado ,
tituladas “Un libro capital sobre Brihuega”, que se complementan con un “Breve
resumen de la obra de D. Antonio
Pareja Serrada” (libros, periódicos en los que intervino,
condecoraciones y nombramientos), y diversos recortes de prensa y fotografías
del homenaje que se le rindió en Brihuega con motivo del traslado de sus restos
mortales (13 de octubre de 2007).
El libro propiamente dicho comienza con una amable
dedicatoria del autor al Ayuntamiento briocense y al Diputado provincial D. Ramón
Casas Caballero y un “Al que leyere” (“El
que honra á su Patria, á sí mismo se honra”), a modo de prólogo, escrito
con la nostalgia hacia la tierra a los 73 años de edad (Pareja nació en 1843 y
murió en 1924) y donde da a conocer la documentación que ha podido utilizar
para la confección del libro y, especialmente, de los numerosos apéndices que incluye en cada capítulo
-“documentos, la mayor parte inéditos, entre los cuales hay privilegios,
donaciones, reales cédulas, cartas, autos, etc., recogidos entre los muchos que
se conservan en los Archivos Histórico-Nacional y de la Catedral de Toledo,
otros de la Gaceta de Madrid en
distintas épocas, del Boletín oficial
de la provincia y de cuantos textos oficiales he podido hallar á la mano”- de
los once en que se divide y que completa con unos resúmenes estadísticos, un post scriptum a Brihuega y una extensa y
utilísima colección de documentos curiosos que finaliza con la transcripción
del “Notabilisimo “Fuero” que dio a Brihuega el Arzobispo Don Rodrigo Jiménez de Rada”.
Comienza por la antigüedad de Brihuega con un
capítulo dedicado a si fue o no población celtíbera en sus orígenes, para lo
que se basa en la importancia de la tradición popular y en diversos hallazgos
arqueológicos casuales, como la necrópolis de la Vega, que le dan pie para
hacer algunos tanteos acerca de la voz “Olcadia”, de la que sugiere procede
“Alcarria” y ya, de paso, referir la etimología de Brihuega, además de otros
documentos que prueban su origen romano.
Pasa seguidamente a lo que considera los “tiempos
ciertos”, es decir a la
Edad Media briocense, situando allí al rey moro de Toledo
Alí-Maymón o Almenón (Almamúm) que hace donación de Brihuega al rey Alfonso VI,
con todas las leyendas a ellos referentes, la instalación de la corte en Toledo
restaurando la silla arzobispal, cuyo privilegio de restauración, así como su
primacía y donación a ella de dicha villa junto a otras más, publica como
primer apéndice.
Del mismo modo da a conocer la carta de privilegio
que le concedió el arzobispo don Rodrigo Ximénez de Rada.
Un tercer apartado, también centrado en el periodo
medieval, es el que dedica casi en exclusiva a la tradición religiosa: la aparición
de la Virgen de la Peña a la
infanta Elima o Zulima y otras tradiciones gemelas, como la
de la Virgen de Sopetrán, no lejos de allí, y sus posteriores repercusiones,
además de la donación definitiva de Brihuega a la silla toledana, con los
correspondientes priveligios, entre los que figura el derecho a celebrar una
feria anual, confirmando Fernando IV el Emplazado el privilegio, que había sido
concedido antes por Enrique I, prohibiendo además “que un mes antes de la de Brihuega y otro mes
después, las hubiese en poblaciones en treinta leguas a la redonda, a fin de
que no sufriesen menoscabo los intereses briocenses”. Aparte lo anterior añade
algunos datos acerca de las aljamas musulmana y hebrea y del “cerco de
Brihuega”. Numerosos son los documentos que transcribe y que ayudan a
comprender mejor o ampliar algunos aspectos puntuales de este capítulo como son
la donación de Caspueñas al arzobispo don Sancho por su hermano el rey Alfonso
X el Sabio en 1255; la carta de privilegio de Fernando IV a la villa de
Brihuega para que no se les pueda embargar; la del mismo rey protegiendo la
feria, y el testimonio de Alfonso XI para que los mercaderes de Burgos no se
juntasen en otros lugares a vender, mientras se celebraban las ferias de
Brihuega y Alcalá, además de otros documentos del rey Juan II y de los
sucesivos arzobispos toledanos.
Ya en la Edad Moderna refiere las obras realizadas por el
Cardenal Tavera y uno de los peores momentos de la historia briocense que
comienza con los numerosos pleitos, a los que sigue la incorporación de la
Villa a la Corona; la estancia en Brihuega del rey Felipe II en su viaje a
Monzón (1585) -tomada de la relación de Cock-, y el interés del Correo Mayor
del tercer Felipe, conde de Villamediana, para adquirir Brihuega, a lo que se
opusieron sus habitantes dando lugar a la correspondiente querella. Sigue el
retorno de la villa a la silla arzobispal -que ocupaba Sandoval y Rojas- quien
inmediatamente se hizo con las simpatías de la población.
El apartado quinto se dedica íntegramente al asalto
y batalla de Brihuega -la guerra de Sucesión- en el que se dan a conocer sus
antecedentes y numerosos aspectos hasta entonces poco o nada conocidos. Pareja
se enzarza en una discusión que hoy parece superada “¿Brihuega, ó
Villaviciosa?”, dado que, al parecer, los de esta última población querían
apuntarse la gloria de haber sido en su tierra donde se ganó la batalla contra
el invasor y para lo que nuestro segundo cronista provincial trata de
rectificar lo que considera un grave error histórico, incluyendo el pleito
surgido entre ambas poblaciones. Termina el capítulo con las concesiones que
Felipe V, el rey vencedor, otorgó a Brihuega. (Precisamente, en aquellos
momentos Pareja Serrada estaba escribiendo una Historia crítica de la guerra de Sucesión, que serviría de base a
lo que después expondría en la Razón de
un Centenario).
Otro apartado se dedica al estudio de los orígenes de la
fabricación de paño, que tanta fama gozaron, especialmente los pañuelos, para
lo que cede el uso de la pluma a Don Ramón Casas Caballero (páginas 256 a 270) -a quien vimos que
dedicó el libro-, que completa con la mención de otras fábricas como las de
curtidos y cueros, de chocolate y la “hulla blanca” (agua).
Siguen otros capítulos, igualmente interesantes, ya
que Pareja Serrada ha oído hablar a sus familiares de algunos de los personajes
que tuvieron parte en las escaramuzas de la guerra de Independencia, entre
ellos el guerrillero Francisco
Pareja que se autoproclamaba comandante de una partida, o el
propio Juan Martín el Empecinado
(cuya viuda vivió un tiempo en Brihuega, donde murió), las acciones del general
Hugo y las crueldades de Marmont con el vecindario, ocupándose también, sin
tomar partido pues aún vivía mucha gente que participó en ella, de la entonces
denominada “guerra civil” (guerras carlistas), hasta llegar al capítulo noveno,
“Brihuega en la actualidad”, en el que hace una descripción
geográfico-estadística de la villa, la riqueza de sus aguas, su caserío y
fiestas, los monumentos, parroquias y monasterios, el castillo y sus murallas,
el edificio del Ayuntamiento, hijos ilustres y reyes, príncipes y prelados que
visitaron Brihuega y que, junto a “Sucesos dignos de recordarse” (la primera
celebración de un Belén Viviente que llamaron “La borriquilla”, de gran interés
etnográfico; el cólera de 1855; el milagro de la paloma; la inundación (que
afectó a nuestro autor y que por ello describe tan pormenorizadamente); el
incendio de San Felipe y el Centenario de Villaviciosa) y datos de la llamada
“Brihuega Oficial”, dan paso al capítulo “Brihuega cabeza de partido”,
constituido por cuarenta y ocho villas y dos lugares, que va describiendo con
minuciosidad en muchos casos y en otros no tanta, desde Alarilla, hasta Yélamos
de Arriba, cuya detenida lectura recomendamos al lector interesado puesto que
son multitud los datos, generalmente poco conocidos, que pueden llamarle la
atención sobre los aspectos más variados: toponimia, despoblados, monumentos,
historia, documentos, artesanías desaparecidas, fiestas tradicionales, etc.
Finaliza el libro con otra serie de noticias
estadísticas sobre población, cultura popular (enseñanza) y criminalidad; una
colección de XVII documentos curiosos relativos a Brihuega, desde el
reconocimiento de un crédito a favor del arzobispo don Rodrigo (1242) y un
pacto foral firmado en Brihuega por dicho arzobispo como señor de Talamanca,
con los vecinos de la villa de Cobeña, hasta el mensaje de adhesión dirigido
por su Ayuntamiento al Gobierno de doña Isabel II, con motivo de la declaración
de guerra a Marruecos (lleno de dislates en el original), concluyendo con la
transcripción de Fuero de Brihuega, que se supone datado entre 1240-1242
(páginas 669 a
742).
Una edición de fácil y amena lectura, de gran
interés por tantísimos datos que aporta y que, sin duda, constituirá una
novedad para quienes hasta ahora no habían tenido la suerte de haberlo podido
manejar.
Poco antes de que este libro viese la luz, la
editorial vallisoletana Maxtor hizo otra edición “facsímil”, aunque con las
pastas en blanco y sobrecubierta, por lo que nos encontramos con tres ediciones
distintas de un mismo libro.
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