Un libro sobre el templo de la Virgen de la Antigua
TRALLERO SANZ, Antonio Miguel et alii, De Santo Tomé a Nuestra Señora de la
Antigua, Guadalajara, Ayuntamiento de Guadalajara-Patronato Municipal de
Cultura, 2011, 124 pp. + CD (TRALLERO DE LUCAS, Cristina y SÁNCHEZ JABONERO,
Ramón, Recorrido virtual).
El libro que hoy comentamos forma parte de la interesante
colección que el Ayuntamiento
de Guadalajara editó en su día para conmemorar el 550
Aniversario Guadalajara Ciudad 1460-2010, y que para su mejor comprensión
se ha dividido en dos partes o capítulos: “Reconstrucción de la antigua iglesia
de Santo Tomé” y “Levantamiento y estudio constructivo de la ermita de Nuestra
Señora de la Antigua”.
La primera parte, de gran sentido pedagógico, se
debe a la autoría de Antonio Miguel
Trallero Sanz, Cristina Trallero de Lucas y Ramón Sánchez Jabonero, y analiza en su “Introducción” el origen
del vocablo “mudéjar” como procedente del árabe “mudayyan” (“aquel al que se le
ha permitido quedarse”), es decir, aquellos musulmanes a los que, tras la
reconquista, con el fin de repoblar los territorios conquistados, a cambio del
pago de un tributo, se les permitió permanecer en tierras cristianas,
conservando su religión, lengua, hacienda y formas de autogobierno.
Y aunque muchas de sus obras arquitectónicas fueron
arrasadas, no sucedió lo mismo con algunas, que fueron reutilizadas, de modo
que tanto mezquitas como alcázares fueron convertidos en catedrales y palacios cristianos, respectivamente.
Fue Amador de los Ríos quien por primera vez utilizó
el término “mudéjar”, en su discurso de ingreso en la Academia de Bellas Artes
de San Fernando, siendo desde entonces un vocablo claramente contradictorio
-según épocas y valoraciones por parte de los historiadores del Arte-, ya que
para unos era considerado “como una pervivencia del arte islámico tras la
reconquista cristiana, olvidando la importante circunstancia de que el arte
mudéjar no está realizado bajo el dominio político musulmán, sino bajo el
cristiano...”, mientras que otros “interpretan el mudéjar como parte del arte
occidental cristiano”, es decir, como “un añadido ornamental de tradición
islámica a los estilos románico o gótico” (de donde proceden términos como
románico-mudéjar o gótico-mudéjar); también hay un reducido tercer grupo para
el que se trataría de una degradación del románico y, finalmente, otros que
consideran que nada tiene que ver con el arte musulmán, ni es una degradación
del románico, ni pertenece al arte occidental cristiano, sino un eslabón de
enlace entre estilos, sin darse cuenta de que, en realidad, se trataba de la
“expresión de la sociedad medieval española, en la que conviven cristianos, moros
y judíos”.
De ahí que unos historiadores del Arte consideraran
que el mudéjar debería recibir su denominación por sus características formales
y no por la condición de quienes lo realizaban (Madrazo, Lampérez y Romea,
Lambert); que otros utilizaran la no bien acogida palabra “morisco” (Marqués de
Lozoya), y que, para con el fin de limar asperezas se llegara a sustituir el
término “mudéjar” por “arquitectura cristiana islamizada” (Azcárate), que
parece ser el que mejor lo define y, por lo tanto, el más empleado por los
estudiosos.
Nuestros autores, empero, utilizarán a lo largo del
presente libro la palabra “mudéjar”, dada su funcionalidad.
Tras esta disquisición previa, nuestros autores
ofrecen al lector una serie de subcapítulos, por así decir, por lo general
breves y concisos en su contenido, acerca de los antecedentes del mudéjar.
Para ello siguen varios pasos, en los que analizan
los focos más importantes de esta arquitectura a través de los restos que han
llegado hasta nuestros días, a través de otros tantos artículos breves y de
fácil comprensión como son:
- “El mudéjar
religioso en la Península Ibérica”, cuyas primeras referencias se remontan al
siglo XII, en Sahagún, consolidándose en el siguiente en localidades adscritas
hoy a las provincias de Zamora, Salamanca, Valladolid, Ávila, Guadalajara,
Madrid y el oeste de Segovia, sin entrar en las de Burgos, Palencia y Soria.
- “Mudéjar religioso castellano-leonés”, con templos
asentados en zonas rurales, alejadas de vías de penetración cultural que pudieran
influenciar en su sistema constructivo, y cuyo aislamiento les proporcionaría
unas características regionales muy acusadas, con escasas variantes que sirven
para localizar el posible foco de origen del que surgieron, casi siempre relacionado
con el avance repoblador, coincidente generalmente con la villa de la que
depende la comunidad de lugares de la tierra circundante (Comunidades de Villa
y Tierra). Focos como el ya citado de Sahagún y otros como Villalpando, Toro,
La Moraña, Cuéllar, Olmedo, Alcazarén, etc.
- “Mudéjar religioso de carácter popular”, propio de
zonas pobres, rurales y, por lo general, serranas, de las provincias de Ávila,
Segovia, Madrid y Guadalajara, de gran sencillez y escasa ornamentación (muros
normalmente lisos, a veces decorados con arcos de ladrillo, con fábrica que
suele ser del mismo material o de mampostería con verdugadas de ladrillo), cuyas
construcciones tuvieron su auge entre los siglos XII y XIV, y que, dada su
fragilidad, fueron sustituidas por otras más duraderas con la llegada del XVI,
coincidiendo con un notable aumento demográfico.
- “Mudéjar religioso en Guadalajara” del que aún se
conservan numerosas muestras cuya procedencia parece ser el foco toledano,
aunque también se aprecien influencias leonesas, producto de los asentamientos
repobladores de grupos musulmanes emigrados de Toledo, surgidos en el siglo
XIII en la vega del Henares, gracias a las facilidades que les brindaban los
fueros de Guadalajara y Cuenca.
- “El sistema constructivo tradicional en Guadalajara”,
que depende directamente del lugar, y que está basado en este caso en el empleo
del barro -dada la escasez de piedra-
como tapial o adobe, o cocido en forma de ladrillo, que se empleó en la
construcción de muros, a veces reforzados con calizas, especialmente mediante
sillares de base y esquineros y en mampostería, al mismo tiempo que se
utilizaba la madera para cubrir los espacios horizontales, mediante artesonados
a dos aguas.
- “Mudéjar religioso en la capital”, a través del
que se da noticia, siguiendo al historiador Torres, de los diez templos
parroquiales (San Miguel del Monte, San Nicolás, San Julián, San Esteban, San
Andrés, Santiago, Santa María, San Gil, San Ginés y Santo Tomé) y los cuatro
conventos (Santa Clara la Real, la Merced, San Francisco y San Bernardo) que
existieron en la Guadalajara del siglo XV, la mayor parte construidos según
esquemas mudéjares, de los que se ofrece una sencilla descripción que, en
ocasiones, se acompaña de mapas, grabados, dibujos y fotografías de aquellos
cuyos restos han llegado hasta nuestros días.
- “La iglesia de Santo Tomé de Guadalajara” cierra
el amplio conjunto de trabajos que contiene la primera parte del libro. En él
se relatan las leyendas acerca de sus inciertos orígenes y se analiza la
evolución del edificio hasta llegar a los orígenes del templo actual, las
sucesivas reconstrucciones y una interesante descripción del mismo, como de “tres
naves, separadas por arquerías de medio punto y cubiertas con techumbre de par
y nudillo, en el caso de la central y de colgadizo en las laterales. La nave
principal estaba rematada por un ábside semicircular en el que se levantó un
tabique recto para la colocación del retablo mayor quedando un pequeño espacio
posterior. El muro interior del ábside estaba decorado por una cornisa mudéjar
con una inscripción de grandes caracteres góticos blancos sobre fondo azul en
los que se leía: “…NRRA DEL HONRRADO APOSTOL SA… ME E FIZOLA FACER PERO XIM…”.
Lo cual demuestra que la capilla mayor fue construida por orden de un tal Pedro
Jiménez y dedicada al apóstol Santo Tomé”. Las páginas 51 a 57 dan idea de cómo
pudo ser la iglesia. Se completa el capítulo con una amplia bibliografía y una
colección de planos.
La segunda parte, escrita por Antonio Miguel
Trallero Sanz, Ana García Quemada y Nuria Mediano San Andrés, lleva por título,
como dijimos al principio, “Levantamiento y estudio constructivo de la ermita
de Nuestra Señora de la Antigua”. En ella se dan a conocer su situación y
superficies, orientación y lindes, forma, calificación urbanística y un informe
histórico que abarca desde el siglo XV al XX y que da paso al conocimiento de
los distintos proyectos realizados: los de Mariano Medarde (1885), Juan García
Ramírez (1873), Benito Ramón Cura (1899), así como el de restauración de la
ermita, ejecutado por Ramón Valentín Gamazo de Cárdenas, Juan de Dios de la Hoz
Martínez y José Luis Gonzáles Sánchez, en1999, fecha en que también se llevó a
cabo una complementaria intervención arqueológica que corrió a cargo de los
arqueólogos José Enrique Benito López y María Teresa Rico Sánchez.
El grueso del capítulo corresponde al proyecto de
restauración del santuario que tuvo lugar el año 2006, realizado por el
arquitecto Antonio Miguel Trallero Sanz,
en el que se ofrecen numerosas fotografías de los trabajos efectuados; el
estudio constructivo de las cubiertas, bóvedas y fachadas exteriores, así como
el de las capillas que contiene: del Santo Cristo, de Santa María y Nuestra
Señora de la Piedad, de la Ascensión, la capilla gótica y el camarín de la
Virgen, aspectos todos que se competan con una página bibliográfica,
fotografías en color y numerosos planos.
En fin, un libro sobre uno de los edificios más
interesantes y poco conocidos de nuestra ciudad que desde ahora, gracias a la
labor de estos dos equipos de trabajo, ofrece al lector una completísima
colección de datos que, sin lugar a dudas, le interesarán, puesto que además de
un amplio y completo acompañamiento gráfico, los textos son fácilmente
asequibles para cualquier lector, por ser claros y comprensibles.
El Ayuntamiento
de Guadalajara y su Patronato Municipal de Cultura deben sentirse
orgullosos de publicaciones como la presente, que deberían multiplicarse, por
lo que no estaría de más crear una colección de temas monográficos, -un libro
para cada monumento-, aunque los tiempos que atravesamos no sean los mejores
para este tipo de aventuras culturales.
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