- VACAS MORENO, Pedro y VACAS GÓMEZ, Mercedes, Alto Rey, tierra y camino peregrino, Madrid, Los Autores, 2011, 344 pp.
- VACAS MORENO, Pedro y VACAS GÓMEZ, Mercedes, Arquitectura serrana: pardelera y plateada. Bustares, Arroyo de Las Fraguas y Las Navas de Jadraque, Madrid, Los Autores, 280 pp.
- VACAS MORENO, Pedro, Pastores y Cabreros, Madrid, El Autor, 2011, 362 pp.
No sé si ustedes conocen a Pedro Vacas, el autor de los tres libros que hoy comento. Yo tengo la suerte de conocerlo desde hace algunos años.
Empezamos charlando de cosas que a los dos nos atañían, de este patrimonio etnográfico que, desgraciadamente, cada día que pasa va desapareciendo y al que tan poca atención se le presta, si no es a través de libros como los de Pedro y otros autores, o publicaciones como Cuadernos de Etnología de Guadalajara que, este año, precisamente, cumple veinticinco años, y en cuyas páginas Pedro Vacas ha dado a conocer numerosos aspectos del folklore y las tradiciones de Guadalajara que hasta entonces permanecían ignorados: tradiciones de boda de El Ordial, mitos y leyendas del Alto Rey, la matanza serrana, la pastoril “cencerrada” de Cantalojas, o el tema de las culebras bastardas, entre otros muchos, y espero que muchos más en próximos números.
Si poco es lo que se viene haciendo para salvaguardar este patrimonio cultural material, mucho menos es lo que se hace para salvar el inmaterial, las canciones, cuentos, rezos y demás, pero, en fin, no es momento de entristecerse y, por el contrario, alegrarse por la publicación de estos tres libros, este trío de ases, que Pedro, como por arte de magia, ha dado a la luz, no sin esfuerzo, el esfuerzo que requiere todo trabajo y el esfuerzo crematístico, puesto que no otro, ya sea mecenas o institución alguna, ha contribuido a su edición, sino él mismo.
Y hemos dicho tres libros. Allá van.
El primero que he tenido la satisfacción de leer lleva por título ALTO REY: TIERRA Y CAMINO PEREGRINO, un extenso volumen que consta de numerosas notas de interés, por lo poco conocidas.
La idea que ha movido a Pedro y a su hija, pues que dos de los tres libros han sido escritos por ambos, es el considerar al Alto Rey de la Majestad como una montaña sagrada, como así parece que ha venido siendo a través del tiempo. Las montañas constituyeron una vía ascendente entre la tierra y la divinidad, entre la femenina gea, fría, húmeda y oscura y la divinidad masculina cálida, seca y luminosa representada por el sol. Y entre tierra y cielo, la montaña y el hombre que la utiliza a modo de escalera para lograr el conocimiento total llegando a la divinidad.
El libro ha sido escrito empleando dos materias primas: por un lado todo aquello que se ha escrito y conservado en los libros, es decir, lo que llamaríamos la vertiente bibliográfica y, por otro lado, esa otra vertiente que es la propia naturaleza, para dar como resultado aquello que se propone en el título del libro y en lo que la lectura del libro se convierte, un peregrinaje, una romería, en la que el lector se encuentra a sí mismo.
Para ello, nuestros autores, padre e hija, juegan con un amplísimo texto que sólo supera en cantidad una inmensa colección de fotografías de gran calidad.
Quizá un libro sobre el Alto Rey hecho solamente con fotografías como las que aquí se presentan, sería capaz de darnos una clara idea de lo que es la materia de la montaña sagrada y quizás, si afinamos el ojo y agudizamos la mirada, también su espíritu, ese que late encerrado en sus entrañas.
A partir de aquí el camino se abre y nos habla de las fuentes y las cuevas y de sus leyendas, antiguas mitologías pasadas, milenarias, que se han conservado hasta los tiempos actuales y que hay que saber desentrañar. O la montaña en libros como el Poema de Mío Cid, las Relaciones Topográficas de Felipe II, los viejos diccionarios tradicionales o la maravillosa descripción que de la montaña sagrada hace don Juan Catalina García, en la que, una vez más, muestra su profunda sensibilidad.
Importantes para quien esto les comenta son los apartados que se dedican a la explicación de la fiesta del Santo, que del 12 de septiembre ha pasado al primer sábado del mismo mes.
En fin, propongo al lector que se anime y siga la ruta de peregrinaje, que es la que sigue el propio libro.
* Comenzando por la Geología, la montaña (sus fuentes, sus cuevas, la roca con que está formada) y su larga historia geológica.
* Viajando hasta el Alto Rey, a través de las leyendas y la religiosidad, todo ello visto desde una perspectiva simbólica.
* Ascendiendo hasta la cumbre, donde está enclavada la propia ermita, para participar allí de los mitos de peregrinación a través de la ruta Mariana, del Camino de Santiago, o de otras rutas como las de la Lana, o la del Románico, todas tan cercanas, y contemplar los montones de piedras que se han ido formando desde tiempos antiguos, como “mercurios” en los que se adoraba al dios de los caminos, a Mercurio y que, con la cristianización, se convirtieron en promontorios donde, por cada piedra que el viajero arrojaba, se debía rezar un padrenuestro.
Y, finalmente, participar junto a los siete pueblos de alrededor de la montaña en sus siete romerías, con toda la parafernalia que entraña cada una: las vueltas a la ermita, el reparto de caridades, especialmente el sentido simbólico del vino, las danzas y los bailes.
Todo ello completado con unos anexos y una bibliografía oportuna.
Yo diría que este libro, hoy por hoy, es el más completo de cuantos se han escrito acerca del Alto Rey.
El segundo libro va de ARQUITECTURA SERRANA: PARDELERA Y PLATEADA. BUSTARES, ARROYO DE LAS FRAGUAS Y LAS NAVAS DE JADRAQUE, como muy bien señala en su prologo Margarita Domingo Gil, alcaldesa de Arroyo de Fraguas, es un libro que trata de “lo que vemos pero no miramos”, puesto que todo él es una amplísima recopilación de detalles pertenecientes a todos y cada uno de los aspectos más variados que encontrarse puedan en la arquitectura “sin arquitectos” de estos pueblos que aparecen en el título, desde las primeras cuevas, cobijos y construcciones vivideras, hasta las construcciones más humildes, pero necesarias para adaptarse a una tierra casi inhóspita y a una economía de subsistencia, utilizando para ello lo que da la tierra.
Lo que en algún otro sitio hemos leído que es el “determinismo geográfico”, especialmente todo ese conjunto de construcciones donde guardar los distintos tipos de ganado o los aperos agrícolas: tainas, parideras, corrales, chozos y un infinito etcétera, que constituye el grueso del libro que magistralmente se ilustra con profusión de fotografías que, por sí mismas, servirían para dar idea de lo que nuestros autores, Pedro y Mercedes, nos han venido explicando, o más bien describiendo, a lo largo de todo el libro.
No conviene olvidar que, previamente, en el primer capítulo del libro, se han establecido las notorias diferencias existentes entre este tipo de arquitecturas “pardelera” y “plateada” y otras próximas más conocidas, como la “arquitectura negra”, que nada tiene que ver con estas, puesto que aquí estamos ante formaciones rocosas cuarcíticas de tonos marronáceos, propias del paisaje de Arroyo de Fraguas, y “ojos de sapo” o gneis, tan abundantes en Bustares y Las Navas, de modo que las zonas de estudio quedan acotadas en diversos grupos homogéneos.
Un necesario capítulo final se dedica a la conservación de esta arquitectura tradicional, dando a conocer la legislación vigente, así como una breve bibliografía sobre la materia.
El tercer libro, escrito en solitario por Pedro Vacas y tan voluminoso como los dos anteriores, lleva por título PASTORES Y CABREROS y entra de lleno en el mundo atrayente de los pastores y sus ganados y de todo cuanto acontece en el vivir pastoril, que tanto interesa a nuestro amigo Pedro, como ha quedado demostrado a través de aquel completísimo Vocabulario ilustrado de la pastorería, editado en 2006 y que, junto al Romancero de pastores, constituye la tercera obra de la trilogía.
Pues bien, este libro, que se ha estructurado en XXVI capítulos más un anexo, es todo un tratado de pastorería, desde los orígenes, incluidos algunos restos prehistóricos y la agropastorería serrana, la Mesta y todo lo relacionado con ella: sus asambleas, instituciones, cuadrillas, impuestos, cañadas, etc., es decir, los conceptos de carácter histórico, hasta esos otros más etnográficos, más nuestros por cercanos, referidos al hombre, al pastor de carne y hueso que vive del ganado y para el ganado, como son su trabajo, pero también sus fiestas y todo aquello que hace que la fiesta sea mejor celebrada y no pierda su sentido: la música y el baile y para que el baile sea más locuaz, la comida bien regada y los dulces, generalmente a base de leche y nata, los ingredientes más cercanos, como es lógico.
Una amplia visión que no deja a un lado aspectos tan llamativos y, para el hombre de la calle, tan poco conocidos como pueden ser las distintas razas de ovejas y cabras, la elección de sementales adecuados para una más eugenésica reproducción, la identificación del ganado gracias a marcas y señales, las enfermedades más frecuentes y las más raras y sus remedios. Capítulo aparte merece el esquileo, con sus cuadrillas y jornales, y los utensilios propios de esta labor, así como la posterior selección de las lanas, su lavado, cardado y usos...
Y como ya hemos dicho, otros apartados, desde el vigésimo, que tratan de las comidas pastoriles, de los juegos, de las hierbas sanadoras del ganado y de los propios pastores, de los pronósticos del tiempo, aquellas antiquísimas “cabañuelas” a que tan atentos estaban nuestros abuelos, sin que falte el capítulo de las arquitecturas pastoriles, por desgracia tan poco valoradas, y tantos otros apartados no carentes de interés que nuestro autor pone a disposición del lector interesado.
En fin, debemos dar las gracias a Pedro Vacas (y a su hija) por estos trabajos tan meritorios, que sin duda contribuirán eficazmente al mejor conocimiento de estas facetas un tanto olvidadas de la cultura popular de las tierras serranas de la provincia de Guadalajara.
José Ramón LÓPEZ DE LOS MOZOS
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