martes, 12 de julio de 2011

Nuevos números de la Revista Wad-al-Hayara




WAD-AL-HAYARA. Revista de Estudios de Guadalajara, núms. 35-36-37 (2008-2009-2010), Guadalajara, Diputación de Guadalajara. Servicio de Cultura, 2011, 506 pp.

Damos la bienvenida a este triple número de la revista de humanidades Wad-Al-Hayara, que consideramos imprescindible para el conocimiento de cuantas investigaciones vienen produciéndose en la provincia de Guadalajara. Un volumen que contiene una docena de trabajos de muy variada temática que, a continuación comentaremos brevemente.
* BARBAS NIETO, Ricardo L., “Cerro Sopetrán. Una aproximación hacia la Caesada celtibérica” (pp. 7-20).
Tras una somera investigación -o mejor, aproximación, como figura en su título- que da a conocer este yacimiento, datado en la II Edad del Hierro), se establecen sus relaciones con el entorno. Señala su autor la posibilidad de que, gracias a sus características y a su ubicación, bien pudiéramos encontrarnos frente a uno de aquellos núcleos que dieron posible origen a la Caesada que citan las fuentes clásicas. Su autor analiza el medio físico, que a su vez le sirve de pórtico a una introducción histórica, basada, en principio, en la toponimia, para seguir después con los antecedentes más cercanos geográficamente, así, con su ubicación en un contexto cultural concreto, hasta llegar a la Edad del Hierro, se centra en el cerro Sopetrán, lo “(que) nos ayuda a comprender mejor la realidad del territorio de la Caesada Celtibérica, supone un paso y aproximación a una realidad compleja, poco definida, y rota por la conquista romana.”).
* MARTÍN PRIETO, Pablo, “Un catálogo-inventario del Archivo del Monasterio de Santa Clara de Alcocer, en Massachussets” (pp. 21-58).
Ofrece en estas páginas lo que podríamos considerar como una ampliación de los estudios previos, que ya dio a conocer en su libro “El monasterio de Santa Clara de Alcocer en la Edad Media” (2005). Parte del conocimiento puntual de las fuentes actualmente existentes acerca de dicho cenobio, que revisa minuciosamente, hasta llegar al descubrimiento y catalogación, por parte del profesor David Arbesú Fernández, el año 2007, de un manuscrito custodiado entre los fondos de la biblioteca del Centro de Estudios Renacentistas de la Universidad de Massachussets, similar en gran parte al “Quaderno” de fray Gregorio de Heredia, mencionado ya por don Juan Catalina García López, y cuya importancia radica en dos aspectos: el ser una especie de regesto de documentos conocidos con anterioridad, y el ofrecer datos de otros, desaparecidos, pero de los que se desconocía su existencia.
Sigue la trascripción del documento: El Inventario de Massachussets (s. XVIII). Catálogo-inventario de los privilegios y documentos del archivo conventual del monasterio de Santa Clara de Alcocer. Biblioteca del Centro de Estudios Renacentistas. Universidad de Massachussets (Amherst, EEUU). Manuscrito del monasterio de Santa Clara de Alcocer, fols. 1r-8r.
* PÉREZ ARRIBAS, Juan Luis, “Población de la Tierra de Medinaceli según el Censo de 1488 ordenado hacer por el I Duque de Medinaceli, Don Luis de la Cerda” (pp. 59-109).
Aparte de la propia trascripción del Censo, el autor del trabajo realiza una síntesis de la Casa de los la Cerda, desde sus comienzos, con el Infante don Fernando, hasta don Luis, V Conde y I Duque, el último y el que mandó componer el Censo de 1488. También se hace mención, como posibles antecedentes al territorio del Condado de Medinaceli, de los pueblos que abarcaba su arciprestazgo en los años 1197 y 1353 y que posteriormente formaron parte de dicho Condado en 1368. Mención, dicho sea de paso, de gran interés para los estudiosos de la toponimia, puesto que en ella aparece registrada gran cantidad de nombres antiguos junto al que actualmente ostentan.
* GARCÍA LÓPEZ, Aurelio, “Reflexiones en torno a la expulsión de los moriscos en Guadalajara” (pp. 111-136).
Centra su estudio en un caso particular, el del morisco Alonso de Almaraz, considerado en Guadalajara como un acaudalado mercero que, al igual que muchos otros miembros de la comunidad morisca, tuvo que exiliarse en marzo de 1610, no sin antes haber intentado por todos los medios cobrar las cuantiosas deudas (diecisiete por un total de 20.055 reales) que, como prestamista, le debía gran parte de la más encumbrada nobleza guadalajareña (el conde y la condesa de Coruña, don Alonso de Ávalos, don Pedro de la Cámara -de San Martín del Campo-, don Juan de Torres, entre otros), además de alguna orden religiosa (como los frailes y monasterio de Santo Domingo, cuya deuda alcanzaba los 1056 reales). Antes de su expulsión, y con el fin de evitarla pagando cualquier precio, quiso ver personalmente al rey o alguno de sus secretarios, sin lograrlo, ante lo que decidió hacer cesiones voluntarias de sus bienes y deudas, por lo que otorgó carta de poder para su cobro a favor del clérigo Pedro Robles y de Gaspar del Campo, vecinos de Guadalajara, para que una vez cobrada, una parte se repartiese entre los pobres y el hospital de la Misericordia, y otra se destinase misas y sufragios por las ánimas del purgatorio de la iglesia de San Andrés, de la que era parroquiano.
* RUBIO FUENTES, Manuel, “Estudio demográfico, económico y social de Congostrina a través del Catastro de Ensenada” (pp. 137-195).
Llega a la conclusión de que en la localidad que analiza, Congostrina, el número de nobles -seis- era excesivo si se compara con la reducida vecindad existente, lo que no dejaba de constituir una enorme carga impositiva que debía ser sufragada entre todos los pecheros, dedicados casi exclusivamente a la agricultura y a la ganadería, ya que lo que entonces era considerado como “industria” quedaba reducido a tan sólo un maestro, un cirujano y tres guardas de ganado y del monte.
Las tierras eran poco productivas, por lo que debían aprovecharse todos los recursos disponibles, de pastos y montes, para el ganado, unido ello a que, más de la mitad del término, eran bienes comunales y a que la propiedad privada estaba, en gran parte, en poder del estamento civil, repartida entre los vecinos pecheros, los hidalgos y algunos forasteros, no llegando la propiedad eclesiástica a la cuarta parte del total (23,26%), y puesto que no había grandes propietarios y si muchos pequeños y dado que la tierra se encontraba muy parcelada (más cuanto mejor era la tierra, sin notarse grandes diferencias entre pecheros, hidalgos y eclesiásticos), predominaba el minifundismo. No existían grandes ganaderos y los existentes eran dueños de todo tipo de ganados aunque en pequeñas cantidades, dado que la ganadería constituía una fuente de ingresos complementaria a la ganadería.
En otro orden de cosas, la población no estaba concentrada y la propiedad urbana estaba en manos de los propios vecinos civiles, siendo casi nula la forastera, al igual que sucedía con la eclesiástica (cofradía de la Veracruz).
* BERLINCHES BALBACID, Juan Carlos, “La cuestión agraria en Guadalajara a través de las páginas de El Henares” (pp. 197-213).
Es una especie de nota introductoria al estudio de la cuestión agraria durante la II República, en base a las noticias que, sobre algunos de los problemas e inquietudes de los campesinos de Guadalajara, iban publicándose en las páginas de los 36 ejemplares, publicados entre enero de 1934 y septiembre de ese mismo año, del subtitulado “Semanario Católico Independiente” seguntino “El Henares”, cuyo director era a la sazón el arcediano de la catedral, don Hilario Yaben y Yaben.
Indica Berlinches que, a pesar de la riqueza de la documentación manejada, sería necesario utilizar otras fuentes para la realización de un estudio de mayor profundidad que el presente, que completase lo hasta aquí aportado.
* OLALLA DE MINGO, Luis Miguel, “Éxito y fracaso: Procesos de emancipación en la Tierra de Paredes de Sigüenza durante el sexenio absolutista (1814-1820)” (pp. 215-258).
Ofrece una visión general de los acontecimientos seguidos por mencionada Tierra de Paredes -antiguamente enajenada de la villa realenga de Atienza, a mediados del siglo XV, e incorporada a los estados de los Coruña, a finales del mismo- que, a comienzos del XIX percibió “ciertas tentativas de emancipación por parte de algunos pueblos de su jurisdicción”, que en algunos casos alcanzaron el éxito, quizás gracias a la profunda huella de los acontecimientos vividos a lo largo del periodo bélico de 1808 a 1814, que tanto influyeron en el pensamiento de sus habitantes y que únicamente pretendían una vida en libertad, alejadas de sus capitales, según lo establecido en las Cortes de Cádiz. Esa vía de emancipación fue seguida, al menos, por cinco pueblos: Alcolea de las Peñas, Bañuelos, Barcones, Cercadillo y Romanillos de Atienza (la tercera parte de la jurisdicción de Paredes), que fueron los que solicitaron de Fernando VII el título de villazgo, “único mecanismo existente en el Antiguo Régimen para lograr su independencia efectiva.”
* GARCÍA DE PAZ, José Luis, “La Guerra de la Independencia en Guadalajara y Tendilla” (pp. 259-356).
Se trata de un amplio recorrido a través de los hechos más destacados de muchos de los personajes que lucharon en esta contienda, tanto en el bando francés como en el español, y cuyos nombres han venido transmitiéndose de forma errónea, puesto que solían llegar a los escribanos y amanuenses de forma oral, que a veces se hacía incomprensible a los oídos no acostumbrados: así, entre las tropas francesas, el general Roquet, es en realidad Roguet; Guy no es tal, sino Guye, y el que rindió a Guadalajara, Charles de Preux; mientras que entre los españoles, Saturnino Abuin se cita incorrectamente como Albuin, o Mondedeu, lo es como Nomdedeu.
El trabajo finaliza con varias descripciones de las actividades destructivas de las tropas galas en la villa de Tendilla y la repercusión que tales muestras de barbarie tuvieron en la tradicional feria de San Matías, aportando además una extensa bibliografía y una amplia colección de retratos de los personajes mencionados en el texto.
* ALEGRE CARVAJAL, Esther, “Una imagen transformada: Pastrana durante el siglo XIX. Venta de soportales y terrenos de la vía pública” (357-384).
Analiza el lento proceso de venta de pequeños espacios públicos, que tanto influyó en la transformación de la imagen histórica, eliminando determinados soportales, adosando edificios a la muralla medieval y haciendo desaparecer antiguas plazas, contribuyendo de este modo a la privatización de numerosos espacios públicos, afectando a la estructura económica y funcional de Pastrana, hecho que se debió, principalmente, a cuatro factores: la tendencia a la expropiación y posterior venta de los propios municipales (mostrencos, etc.); la presión de las oligarquías comerciales, cada día más numerosas y con mayor poder adquisitivo; las acuciantes necesidades económicas del ayuntamiento, y los conceptos equivocados sobre las alineaciones urbanas, propias de un mal entendido desarrollismo.
El trabajo se complementa con dos anexos consistentes en un apéndice documental –con treinta y nueve extractos- realizado en base a los Libros de Actas del Archivo Municipal de Pastrana, y un cuadro resumen de las peticiones de terrenos en el que se especifican los lugares concretos de su ubicación, el número de peticiones habidas y las pertinentes aclaraciones topográficas (“en la Plazuela de las Monjas frente al Convento y al terminar la calle”, “Zona de muralla”, “soportales”, “junto al Horno”, “en la Puerta de la Villa”, etc.).
* MUÑOZ JIMÉNEZ, José Miguel, “Nuevos datos documentales sobre la historia arquitectónica de la iglesia de Santo Tomé de Guadalajara” (pp. 385-405).
El presente trabajo es una contribución al mayor conocimiento de los complejos cambios sufridos por este templo a lo largo de los siglos, desde sus orígenes, supuestamente prerrománicos (ya que ningún resto arqueológico puede corroborarlo), hasta el momento actual, pasando por los periodos medieval y moderno, así como por tratarse de un buen ejemplo, no solo por su significación religiosa, de arquitectura problemática para el historiadores del Arte, partiendo, además, de unas estructuras -de escasa solidez y gran fragilidad- que han motivado tal cantidad de transformaciones, llegando, incluso, a provocar su cambio de orientación, por lo que de su construcción originaria únicamente se conserva el ábside mudéjar.
Ya desde el punto de vista histórico se alude a las obras de los cronistas “clásicos” de la ciudad alcarreña: Núñez de Castro, Torres y Pecha, que afirman que Santo Tomé fue parroquia durante la dominación musulmana de Guadalajara, y que Alvar Fáñez, su reconquistador, oró en ella, cuando verdaderamente se trata de un edificio datable en el siglo XIII, claramente emparentado con el templo mudéjar toledano de Santa Úrsula.
* LÓPEZ DE LOS MOZOS, José Ramón, “Bibliografía de Guadalajara (2007-2010)” (407-470).
Recoge este trabajo, tal como indica su título, las fichas bibliográficas de la mayor parte de los trabajos, libros y artículos, por lo general, publicados a lo largo del periodo comprendido entre las fechas que se citan, distribuidos por temas, así como por orden alfabético, y cuyo fin consiste, primordialmente, en dejar constancia, cara al futuro, de los autores y títulos que, sobre Guadalajara y su provincia, se fueron publicando en el pasado.
Finaliza el volumen que comentamos con un anexo vexilológico:
* HURTADO MAQUEDA, Jorge, “Vexilología local en Guadalajara” (pp. 475-505), cuyas imágenes van impresas, forzosamente, a color, para así dejar constancia real de los que se utilizan en los emblemas, (escudos municipales) y banderas, de los pueblos de la provincia de Guadalajara.
Parte el presente trabajo del concepto de vexilología como el estudio o ciencia de las banderas, pendones, estandartes, etc., en todas sus facetas: origen, tipología, significado, etc., y desde el momento actual de la misma, pasando por la vexilología local en España, va descendiendo hasta la de Guadalajara, pasando antes por la de Castilla-La Mancha.
Comienza el tema vexilológico alcarreño con el estudio de la bandera (incluyendo también el del escudo) de la Diputación Provincial para, después, pasar al del resto de las municipales hasta el momento aprobadas, expuestas y descritas por orden alfabético de sus poblaciones (diecinueve en total, contando con la de la propia ciudad de Guadalajara, por la que da comienzo: Guadalajara, Almonacid de Zorita, Brihuega, Cabanillas del Campo, Cifuentes, Cobeta, Cogolludo, Corduente, Fuencemillán, Fuentelencina, Hita, Ledanca, Molina de Aragón, Peñalver, Sacedón, Sigüenza, Torre del Burgo, Valverde de los Arroyos y Yunquera de Henares), estudio que se completa con el de las dos únicas banderas actualmente aceptadas, correspondientes a las denominadas Entidades de Ámbito Menor Territorial Inferior al Municipio (EATIM): Naharros y Valdepinillos.
Una ejemplar publicación sobre humanidades, Wad-Al-Hayara, que debería potenciarse más, puesto que publicaciones como esta son las que, a través de sus trabajos, colaboran con mayor eficacia al conocimiento de los aspectos más variados de la cultura alcarreña (por antonomasia), al tiempo que se constituyen en el “buque insignia” de aquellas instituciones que las financian y amparan, a las que dan lustre y notoriedad, dado que, lo que se escribe, permanece y deja huella.


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