martes, 26 de abril de 2011

Un libro maravilloso acerca de la vida y la obra de este fotógrafo soriano, con algunos datos sobre Guadalajara.





PÉREZ FRÍAS, Tomás, Aurelio Pérez Rioja de Pablo: artista fotógrafo (1888-1949), Soria, Excma. Diputación Provincial de Soria, 2010, 220 pp.

El libro que hoy comentamos no tiene mucho qué ver con nuestra provincia de Guadalajara, pero por aquello de no constreñir puntos de vista, ni acercarnos a lo que podría ser considerado como un exceso de provincianismo palurdo y mostrenco, queremos darlo a conocer, ya que algunos de los aspectos que en él se recogen sí tienen que ver con nuestra tierra, que durante muchos años y siglos, hemos compartido, tierras limítrofes con algunas manifestaciones, particularmente culturales, similares. Conviene ir eliminando viejas rencillas sociocéntricas que en la actualidad a nada conducen. Lejos de nosotros aquello que se decía de “Alcarreños y sorianos, primos hermanos. Pero no se dan la mano”.
El libro trata, en sus comienzos, de Aurelio Pérez Rioja en su Soria natal, en cuyo instituto estudió hasta su expulsión -junto a otros compañeros más, al parecer por reírse de un catedrático que los denunció-. Sin permiso para poder seguir estudiando, decide viajar a Madrid, donde recibe clases de dibujo en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, así como de fotografía en los estudios de Kaolak (aunque sin confirmar) y de Borké. Con el aprendizaje acuestas vuelve a la capital soriana, donde debidamente matriculado, instala su primer estudio fotográfico en los soportales del Collado (que era la dirección de periódico de su padre), por lo que no es de extrañar que sean constantes las menciones a Pérez Rioja que publica el Noticiero de Soria.
Tras este periodo de preparación en Madrid que hemos comentado, realiza algunos trabajos para Blanco y Negro, ABC y Nuevo Mundo. Así, este último publica el 26 de julio de 1906, acompañando a un texto de Pascual Pérez Rioja (su padre), tres fotografías, en una de las cuales retrata al grupo de integrantes de la Comisión Científica de Numancia, en las ruinas de dicha ciudad arévaca, entre los que se encontraba el Cronista Provincial de Guadalajara D. Juan Catalina García López, a la sazón Director de Museo Arqueológico Nacional. Fotografía que posteriormente también publicó la revista Blanco y Negro.
Vista la calidad de las fotografías realizadas por Pérez Rioja, con poco más de diecinueve años, comienza a trabajar para el Marqués de Cerralbo, fotografiando las prospecciones arqueológicas que éste llevaba a cabo en Soria y otras provincias limítrofes, entre ellas, Guadalajara, lo que le llevó a coincidir con el arqueólogo Juan Cabré que también trabajaba para el Marqués de Cerralbo y aún no estaba familiarizado con la fotografía arqueológica.
“Se puede afirmar que en la realización de estos trabajos fotográficos para el marqués de Cerralbo tuvo mucho que ver el arqueólogo Juan Catalina García, amigo tanto del marqués como de Pascual Pérez Rioja. Catalina -que estaba obligado a pasar largas estancias en Soria, como consecuencia de sus ocupaciones como arqueólogo, su cargo de director del Museo Arqueológico Nacional y su compromiso como miembro de la Comisión Científica de Numancia, entre otras obligaciones-, era asiduo a la tertulia del Noticiero de Soria, y así lo reconoció Pascual Pérez Rioja, padre de Aurelio, en un extenso artículo publicado en el diario y dedicado a la memoria del marqués de Cerralbo.con el triste motivo de su fallecimiento.” (“Cuando comenzó Cerralbo a pensar en sus exploraciones arqueológicas del yacimiento en Torralba, y le precisaba a su agrado un fotógrafo de confianza; por mediación del señor Catalina nos honró pidiéndonos la colaboración de nuestro joven hijo Aurelio, y este marchó a la residencia señorial de Santa María de Huerta temporalmente, y allí la labor fue ardua.”).
Después de toda esta peripecia, abre su propio establecimiento fotográfico en Soria, en la calle del Collado esquina con la plaza de Aguirre, desde donde sigue colaborando con numerosas revistas ilustradas de carácter nacional y, a lo que se ve, manteniendo contactos a nivel profesional con otros fotógrafos como José Casado y José Ortiz Echagüe.
En noviembre de 1910 se produce un acontecimiento nunca antes visto en Soria: unas maniobras la Unidad de Aerostación de Guadalajara, en las que utilizaron tanto un globo cautivo o cometa -el Princesa de Asturias-, como un globo libre -bautizado como Urano-, ambos de color amarillo. “Según consta en la crónica incluida en el Noticiero de Soria, se realizaron fotografías aéreas, las primeras realizadas en Soria, que fueron tomadas por el teniente Ortiz.” (“José Ortiz Echagüe, entonces teniente del ejército, posteriormente, reconocido como gran fotógrafo profesional y máximo exponente del Pictorialismo en España, realizó las primeras fotografías aéreas de Soria y alrededores, varias de las cuales fueron publicadas (…) El teniente Ortiz ha visitado nuestros monumentos, de los que ha tomado muchas y artísticas fotografías, como también tomó fotografías de la ascensión del globo Urano en Garray.”). En la crónica antecedente se menciona a Alarcón Uriza como fotógrafo de la unidad de aerostación.
El 30 de noviembre el Noticiero de Soria afirmaba que se habían recibido “dos preciosas fotografías del plano de Soria” dedicadas y firmadas por el coronel Vives y los oficiales de la unidad de aerostación de Guadalajara, realizadas por Ortiz Echagüe. Al parecer Ortiz reveló las fotografías realizadas, o al menos veinte de ellas, en el laboratorio del estudio de fotógrafo José Casado. Los datos acerca de la estancia de la unidad en Soria son abundantes y tienen gran interés para los estudiosos de este tema. En la página 51 se publica la portada del ABC -27-11-1910- que es una fotografía del globo libre Urano durante la “inflación” con hidrógeno del cautivo Príncipe de Asturias al pie del cerro de las ruinas de Numancia.
Otros capítulos aluden a diversas actividades de Aurelio Pérez Rioja, entre ellas la de Secretario de la Junta Provincial de Turismo de Soria (1913); su fase como docente de dibujo en la Escuela Normal de Maestros y de Maestras de Soria; su relación con algunos pintores del 98, especialmente con Zuloaga; el éxito que logró con su exposición fotográfica instalada en la Sala Iturrioz de Madrid; su matrimonio y traslado a Granada, también como fotógrafo (1916-1919), y su regreso a Madrid (1919-1941), así como su incursión en el mundo del cine.
En 1931 es nombrado fotógrafo en propiedad del Museo Arqueológico Nacional y cuando el periodo bélico del 36-39, fotografía numeras obras de arte para la Junta de Incautación, entre ellas la obtenida en el momento de empezar a desmontar el retablo de la iglesia parroquial de Balconete (Guadalajara) el día 31-03-1938, que actualmente se conserva en el I.P.C.E. Ministerio de Cultura y que sirvió de portada al libro El patrimonio artístico durante la Guerra Civil en la provincia de Guadalajara.
También realizó dos serie de postales sobre Soria, actualmente muy buscadas por los coleccionistas (que publica el libro que comentamos) y unos poemas recogidos bajo el título de Soria Canta (1948), posteriormente reeditado (1982). Finaliza con una serie de proyectos que no llegó a realizar, pues su estudio madrileño fue bombardeado y de él apenas quedaron unos restos, y con un capítulo a modo de conclusión, que es un análisis y valoración crítica de la obra de Aurelio Pérez Rioja de Pablo.
Hay, además, un apéndice en el que se relacionan todos los artículos que publicó en el Noticiero de Soria, una cronología y los premio que logró a lo largo de su vida.

José Ramón LÓPEZ DE LOS MOZOS

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