sábado, 12 de febrero de 2011

Versos divertidos del Siglo de Oro




LABRADOR HERRAIZ, José J., DiFRANCO, Ralph A. y MORILLO-VELARDE, Ramón (editores), Cancionero. Sebastián de Horozco, Toledo, Consejería de Educación, Ciencia y Cultura de Castilla-La Mancha, 2010, 900 pp.

Traemos hoy a nuestro Baúl de libros uno extraordinario, voluminoso en su paginación y muy entretenido; uno de esos libros “con chispa” cuya lectura dejará huella en el lector.
Fundamentalmente consta de dos partes netamente diferenciadas. La primera está constituida por un “Preámbulo”, escrito por el profesor Labrador (emérito de la Universidad de Cleveland, Ohio, EE. UU.), que da las pautas de lo que el libro contiene: los personajes que por el transitan, tanto en Toledo como a la vera del Manzanares; un esbozo biobliográfico acerca de su autor (Toledo, 1510); el códice y su peripecia, actualmente conservado en la Biblioteca Colombina de Sevilla (signatura 59-4-14); el ambiente literario, que no es más que una continuidad de la tradición poética de los cancioneros de los siglos XV y XVI, profundamente satírico, especialmente contra los médicos y boticarios, las monjas, a las que les busca las vueltas, y las prostitutas; sigue un breve estudio de la métrica predominante en el Cancionero, escrito en su mayor parte en coplas reales (de los 380 poemas que contiene, 305 fueron escritas en esa forma métrica), aunque también introduce algunos zéjeles y villancicos antiguos, además de un corto número de coplas de pie quebrado.
Parece ser que se trata de una recopilación realizada por un amanuense, es decir un manuscrito apógrafo, después de la muerte de Horozco, datado posiblemente hacia el año 1577, en el que se incluyeron cuatro Representaciones como La parábola de San Mateo, que fue puesta en escena en Toledo con motivo de la celebración del Corpus de 1548; o la segunda, de la que se desconoce su fecha, titulada Representación de la historia evangélica del capítulo nono de San Juan, que por los personajes que introduce hace pensar en Horozco como posible autor del Lazarillo. La tercera representación es un Entremés que recuerda los alegres y festivos pasos de Lope de Rueda, cuyos personajes son claramente populares, para finalizar con una cuarta e incompleta Representación de la famosa historia de Ruth.
Siguen danzas de la muerte y coplas “agenas y antiguas” en un caótico y desordenado revoltijo.
Dentro de esta misma primera parte, la profesora Julia Sevilla Muñoz, de la Universidad Complutense de Madrid, creadora y directora de la revista Paremia, escribe un interesante apartado que titula “Introducción. Sebastián de Horozco y la Paremiología”, comenzando por los Adagia -Adagiorum Collectanea- de Erasmo de Rótterdam, que contiene ochocientas paremias (enunciados breves y sentenciosos de los escritores clásicos acompañados de una glosa), sin olvidar las colecciones de paremias cultas (como los Proverbios de Iñigo López de Mendoza, de los que se hicieron numerosas ediciones entre los siglos XV y XVI; el Libro llamado Bocados de oro el qual hizo el Bonium rey de Persia, amplísimo repertorio de máximas, sentencias, proverbios y aforismos sobre diversa temática; la reedición de los Cinco libros de Séneca, y las Elegantes sentencias de muchos sabios príncipes, reyes y philosophos, griegos y latinos, en tres lenguas, español, italiano y francés, de 1555, además de la obra de Fernando Arco, editada en Salamanca en 1533, que contiene medio centenar de adagios antecedidos por una fábula, Adagiorum latinitate ex hispano sermone, donatorum, quincuagena quinque).
Siguen los tres refraneros “clásicos”: de Pedro Vallés, Hernán Núñez y Mal Lara, publicados en Zaragoza, Salamanca y Sevilla, respectivamente, y los “literarios”, es decir, aquellos refranes que aparecen en obras como La Lozana Andaluza, Las cartas en refranes, en el Guzmán de Alfarache o en El Sobremesa y alivio de caminantes y otras obras como el Diálogo de la lengua de Juan Valdés, todo ello como introducción a la obra paremiológica de Sebastián de Orozco, como también a la de su hijo Sebastián de Covarrubias (los Emblemas morales y el Tesoro de la Lengua Castellana o Española -el primer diccionario de la lengua española, Madrid, 1611-) y a la de su hermano Juan, obispo de Guadix.
Siguiendo en esta primera parte que comentamos, María Antonella Sardelli realiza un profundo análisis de “Las paremias en el Cancionero de Sebastián de Horozco”, siguiendo las distintas categorías paremiológicas contenidas en el libro de Jesús Cantera, Julia Sevilla y Manuel Sevilla Refranes, otras paremias y fraseologismos en Don Quijote de la Mancha (Vermont, 2005), que divide en dos grandes grupos: paremias populares (refranes, frases proverbiales, dialogismos, locuciones proverbiales, etc.) y paremias cultas (máximas, sentencias, apotegmas, adagios, etc.). Se recogen en tablas las paremias propiamente dichas, las diluidas y las aludidas, realizándose después su análisis cuantitativo. Otro aspecto del estudio se refiere a la onomasiología de las paremias. El análisis extrínseco tiene en cuenta las modalidades de introducción de las paremias, su relación sintáctica en el discurso, y su uso y función, para finalizar con las concordancias paremiológicas entre las paremias contenidas en el Cancionero de Sebastián de Horozco y los repertorios paremiológicos de los siglos XV-XVII.
José Manuel Pedrosa, de la Universidad de Alcalá, escribe acerca de los “Lagartos, cangrejos y otros visitantes eróticos (sobre el Qüento donoso de un vigardo, y una dama y un lagarto de Sebastián de Horozco)”, tan parecido a la Fábula del Cangrejo, atribuida a Diego Hurtado de Mendoza, en la que una joven, bañándose en las aguas de un río, es visitada carnalmente por un cangrejo del que la libra un mozo que voluntariosamente se empeña “(con el instrumental más apropiado para ello)” en pescar y sacar de su femenil escondrijo al crustáceo, cuento que compara con muchas otras versiones y composiciones similares.
La profesora María del Carmen Vaquero Serrano ofrece “Una posible clave para El Lazarillo de Tormes: Bernardino de Alcaraz ¿el arcipreste de San Salvador?”, en la que trata de indagar acerca de la posible autoría de dicha obra que, en tiempos pasados, se atribuyó a nuestro Sebastián de Horozco.
Finaliza esta primera parte con “La lengua española del Cancionero de Sebastián de Horozco”, artículo que se debe a la pluma de Ramón Morillo (-Velarde) Pérez, de la Universidad Rey Juan Carlos, que nos da idea de su sistema ortográfico, bastante consolidado y estable, aunque con resabios bajomedievales y arcaísmos gramaticales, a pesar de que cronológicamente “se inserta en un periodo de inflexión evolutiva, en plena crisis del español medieval y con todos los mecanismos de la profunda transformación que alumbró el español moderno ya en tensión”.
La segunda parte del libro consiste en la trascripción de los trescientos ochenta (380) poemas que componen el Cancionero, debidamente anotada con trescientas cincuenta y ocho (358) notas clarificadoras, a las que sigue una extensa bibliografía sobre el propio Cancionero de Horozco, recogida cronológicamente, y varios índices: de autores, de personajes, de poemas que comparte con otras fuentes, de nombres propios, de las paremias que contiene y de primeros versos.
En fin, una obra pulcra y bien editada que, sin duda, en algún momento hará reír al lector inteligente con su poética popular y sus pícaros y desembarazados contenidos eróticos que, en ningún momento llegan al sinsentido pornográfico.

José Ramón LÓPEZ DE LOS MOZOS

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