domingo, 1 de noviembre de 2009

Otro libro de imágenes




CIEN AÑOS DE FOTOGRAFÍA EN BRIHUEGA (1860-1960)


Gracias al programa Los legados de la tierra muchos pueblos de la provincia de Guadalajara han podido ver, a través de exposiciones, y guardar para el recuerdo, a través de libros y catálogos, cientos de fotografías rancias -muchas de ellas casi olvidadas en cajas de dulce de membrillo de hojalata o en simples cajas de zapatos- que, con el paso del tiempo, han llegado a constituirse en verdaderos documentos históricos de indudable interés para el conocimiento de la historia, el arte y el costumbrismo locales.
“Todas las fotografías son pequeños tesoros que guardaron algunas personas en sus armarios y que ahora están a disposición de todos. Son la historia viva de Brihuega a lo largo de años y un paseo por la memoria de nuestro pueblo, sus costumbres, su patrimonio, sus fiestas, su vida social, religiosa y cotidiana.”, como señala Adela de la Torre, alcaldesa de dicha localidad, que es uno de esos pueblos a que me he referido, que han visto salvaguardado su pasado gráfico y cuyo Ayuntamiento, en colaboración con la Junta y la Asociación III Centenario, acaba de publicar un libro titulado Cien años de fotografía en Brihuega (1860-1960), debido a la impagable labor de Raúl de Lucas López, José Félix Martos Causapé, José Antonio Ruiz Rojo y José Manuel Blas Ruiz.
Este libro, en realidad catálogo de exposición, y esto es algo que nos congratula, aparte de dar a conocer un importante número de fotografías pertenecientes a diversas colecciones, se complementa -de ahí su valor- con unos comentarios previos. No se trata, como desgraciadamente ha sucedido con publicaciones anteriores, de un mero catálogo donde se incluyen las clásicas y monótonas fotografías de soldados y niños en la mesa del maestro, con el mapa de España de fondo, sino que se quiere complementar el documentos fotográfico con otros datos para que su comprensión se más amplia.
Por eso este catálogo comienza con una introducción histórica del periodo que abarca, cien años, titulada “Brihuega contemporánea”, desde la Guerra de la Independencia hasta la Civil y comienzos de la posguerra, que sitúa al lector (o al visitante de la exposición) en las correspondientes coordenadas espacio-temporales.
Un segundo capítulo -“La fotografía del siglo XIX en la colección de la familia Pérez-Marín Esteban”- analiza al detalle once retratos elegidos de entre los catorce seleccionados de los tres álbumes que la componen. Fotografías de gran calidad, realizadas por las mejores firmas de la época: Franck, Disdéri, José Martínez Sánchez, Pedro Martínez de Hebert y Jean Laurent.
El tercer apartado se dedica a “Los grandes acontecimientos de 1911 y 1928”, es decir, al Bicentenario del asalto a Brihuega y Batalla de Villaviciosa (Guerra de Sucesión, 1702-1714), que tuvo lugar el día 4 de septiembre de 1911, contando con la presencia del rey Alfonso XIII, y la Coronación Canónica de la Virgen de la Peña el día 13 de agosto de 1928.
No podía faltar “El legado de Tomás Camarillo y Francisco Layna” -que ocupa el cuarto capítulo o apartado-. Del primero figuran algunas imágenes tomadas entre los años 1925 y 1947. Algunas fueron expuestas en 1944 en el Círculo de Bellas Artes de Madrid y publicadas posteriormente en el libro La provincia de Guadalajara, cuyo texto corrió a cargo del Cronista Provincial Dr. Layna.
De Camarillo han llegado a conservarse sesenta fotografías de Brihuega y sus alrededores, la mayor parte muy conocidas, por lo que solamente se publica una muestra muy selecta, mientras que las veinte fotografías que hizo D. Francisco Layna, menos conocidas que las anteriores, son de escaso interés y escasa calidad técnica.
Otro apartado -el quinto- se dedica a “Otras colecciones”, donde tienen cabida las fotografías, generalmente retratos, realizadas por Ángel Arquer (desde 1912), Francisco Marí (desde 1914 y con mayor desarrollo a partir de 1920 hasta la II Republica), José Reyes Ruiz (desde 1925) y José López Ramiro (1930), en sus respectivos estudios de la capital de la provincia, además de un numeroso grupo de fotógrafos de Madrid, Zaragoza y Melilla, aunque la mayor parte de las colecciones conservan en sus fondos fotografías anónimas, debidas generalmente a aficionados y vendedores ambulantes que recorrían con su caja negra y su trípode los pueblos en los días feriados.
Varias son las colecciones que se recogen en el catálogo: “Colección Valeriano Herrera” que merece capítulo aparte dada su importancia, tanto por su cantidad como por su calidad, abarcando más de medio siglo (desde 1918 aproximadamente hasta los años setenta), aunque en la exposición se han dividido en dos grupos: el primero abarca desde 1918 hasta la Guerra Civil, cuya autoría se atribuye a Luis Igualada (tío político de Valeriano Herrera) y el segundo, debido probablemente al propio Valeriano Herrera, desde la Guerra hasta los años setenta y más conocido gracias varias exposiciones, entre ellas la denominada Brihuega, un siglo en imágenes, organizada por la Asociación Cultural para la Imagen y el Sonido.
Sigue la “Colección Blas-Ruiz”, breve texto escrito por su nieto José Blas Vega, que inició D. José Ruiz Manuel y que en la actualidad se compone de 138 originales en blanco y negro hasta 1970 y más de 1.000 imágenes antiguas en formato digital y 218 postales.
Finaliza el libro con el catálogo propiamente dicho, que abarca las páginas 31 a 143.

José Ramón López de los Mozos

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