Piedras doradas de sabiduría
Con las justas palabras que definen las cosas, para que todos las entienden y nadie se aburra, ha escrito Marchamalo Sánchez un libro que nos dice lo que se necesita saber de la Universidad de Alcalá de Henares, de su edificio mayor y más emblemático, el que comenzó siendo su “Colegio Mayor de San Ildefonso” y hoy es el eje de esta institución sabia y generosa como es la Universidad de Alcalá.
En un libro que ha sido promovido por el Instituto Internacional de Centros Históricos Cisneros, que dirige la profesora Mª Dolores Cabañas, y patrocinado por la Comunidad de Madrid, el Ayuntamiento de Alcalá y la propia Universidad, se explica con detalle y sobriedad las vicisitudes originarias de la institución universitaria alcalaína, y los edificios que permanecen en pie y que prestan cuerpo a la misma.
El libro está ilustrado profusamente con imágenes del centro, con planos y alzados de arquitectos, y nos da lo esencial del Colegio, de sus tres patios (Santo Tomás, Filósofos y Trilingüe), de su fachada impresionante en la que habla con fuerza mitológica la piedra dorada de Becerril, los patios sonoros, la renaciente iglesia donde descansa la memoria del fundador en un mausoleo diseñado por Doménico Fancelli, y finalmente el Teatro de la Universidad, o Paraninfo como hoy es más conocido, auténtico corazón de la institución sabia.
Sin una palabra de más, Antonio Marchamalo no refiere limpia y paladinamente la historia del centro del saber en las orillas del Henares, y el significado de sus edificios solemnes, en los que laten los cien nombres de quienes fueron esencia de la cultura hispana en los Siglos de Oro: desde Francisco de Cisneros a Pedro Gumiel; desde Gil de Hontañón a Jovellanos, y desde el Divino Vallés a la Sociedad de Condueños, que supo actuar con contundencia en el momento en que la Universidad alcalaína se jugaba la supervivencia física de sus edificios.
Hoy, tras 32 años de vital existencia, la Universidad de Alcalá es eje cultural del valle del Henares, y su edificio central, ese viejo y remoto “Colegio Mayor de San Ildefonso” es uno de los ejes del patrimonio cultural y artístico de nuestra Patria, algo que todo español debiera conocer, y aplaudir como merece.
El libro, fruto de una acción institucional, es difícil de encontrar, si no es en el propio edificio central de la Universidad, donde lo ponen a disposición de los visitantes y viajeros.
Con las justas palabras que definen las cosas, para que todos las entienden y nadie se aburra, ha escrito Marchamalo Sánchez un libro que nos dice lo que se necesita saber de la Universidad de Alcalá de Henares, de su edificio mayor y más emblemático, el que comenzó siendo su “Colegio Mayor de San Ildefonso” y hoy es el eje de esta institución sabia y generosa como es la Universidad de Alcalá.
En un libro que ha sido promovido por el Instituto Internacional de Centros Históricos Cisneros, que dirige la profesora Mª Dolores Cabañas, y patrocinado por la Comunidad de Madrid, el Ayuntamiento de Alcalá y la propia Universidad, se explica con detalle y sobriedad las vicisitudes originarias de la institución universitaria alcalaína, y los edificios que permanecen en pie y que prestan cuerpo a la misma.
El libro está ilustrado profusamente con imágenes del centro, con planos y alzados de arquitectos, y nos da lo esencial del Colegio, de sus tres patios (Santo Tomás, Filósofos y Trilingüe), de su fachada impresionante en la que habla con fuerza mitológica la piedra dorada de Becerril, los patios sonoros, la renaciente iglesia donde descansa la memoria del fundador en un mausoleo diseñado por Doménico Fancelli, y finalmente el Teatro de la Universidad, o Paraninfo como hoy es más conocido, auténtico corazón de la institución sabia.
Sin una palabra de más, Antonio Marchamalo no refiere limpia y paladinamente la historia del centro del saber en las orillas del Henares, y el significado de sus edificios solemnes, en los que laten los cien nombres de quienes fueron esencia de la cultura hispana en los Siglos de Oro: desde Francisco de Cisneros a Pedro Gumiel; desde Gil de Hontañón a Jovellanos, y desde el Divino Vallés a la Sociedad de Condueños, que supo actuar con contundencia en el momento en que la Universidad alcalaína se jugaba la supervivencia física de sus edificios.
Hoy, tras 32 años de vital existencia, la Universidad de Alcalá es eje cultural del valle del Henares, y su edificio central, ese viejo y remoto “Colegio Mayor de San Ildefonso” es uno de los ejes del patrimonio cultural y artístico de nuestra Patria, algo que todo español debiera conocer, y aplaudir como merece.
El libro, fruto de una acción institucional, es difícil de encontrar, si no es en el propio edificio central de la Universidad, donde lo ponen a disposición de los visitantes y viajeros.
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