La provincia de Guadalajara tiene, como las del resto de España, un acervo costumbrista muy rico y variado. En él se cuentan fiestas patronales (en las que el elemento “toro” es esencial) fiestas religiosas, romerías, fiestas históricas, ancestralismos del tipo de las botargas, y nuevas celebraciones surgidas al tiempo (actual) en que la gente tiene más tiempo para divertirse por haber hecho de las tareas agrícolas una rutina mecanizada.
De entre los muchos libros que han ido apareciendo, con datos y exposiciones sobre fiestas y celebraciones, destacaría especialmente los escritos por José Ramón López de los Mozos, que es hoy por hoy el mejor conocedor de estas temáticas. Así, comentar la maravillosa obra titulada “Fiestas Tradicionales de Guadalajara” que ha alcanzado varias ediciones (al menos 5) unas a través de la editorial AACHE y otras patrocinadas por la Excmª Diputación Provincial de Guadalajara. Es un libro sencillo, pero cargado de imágenes y, sobre todo, de información, en el que se ofrecen de forma cronológica, por meses, las más importantes celebraciones, y las más vistosas, que a lo largo del año se celebran en nuestra tierra. Surgen así las botargas (invernales) los memoriales históricos (la Caballada de Atienza, el Festival de Hita y las soldadescas de Mazuecos, de Hinojosa y de Codes) las representaciones de Pasión viviente (en Hiendelaencina, Marchamalo, Fuentelencina) y otras de Semana Santa, como las solemnes y vistosas procesiones de Guadalajara o los Armados de Sigüenza y los caballeros de Budia. Sería interminable poner, ni siquiera el indice de ese libro, entretenido y útil.
De López de los Mozos es también el gran libro visual del costumbrismo provincial, "Guadalajara: Fiesta y Tradición", que fue editado por Nueva Alcarria en forma de coleccionable y hoy puede disfrutarse entero y encuadernado. De este autor, el etnólogo López de los Mozos, aún pueden leerse numerosos artículos sobre esta temática en la Revista “Cuadernos de Etnología de Guadalajara” de la que anualmente saca editado un número la Diputación Provincial.
Son clásicos, por otra parte, los libros que Antonio Aragonés Subero escribió y vio publicados, en varias ediciones, por parte de Diputación, en los años 70: concretamente su “Gastronomía de Guadalajara” y su obra dedicada a las Fiestas y Cantares de la provincia. Todavía recordamos aquí la obra que don Antonio Castillo de Lucas publicó, gracias también a Diputación, sobre diversas costumbres y leyendas, que hoy está completamente agotada y muy buscada.
Reciente es el libro de Raul Conde Suárez sobre los “Danzantes de Guadalajara” sacado a través de la editorial “Henares” y la Junta de Comunidades.
En todo caso, son estas líneas un recuerdo a todas estas publicaciones, estos libros que nos abren el panorama del folclore provincial, de las fiestas, de las costumbres y celebraciones, siempre vistosas y llamativas. En la imagen, ponemos una escena de la fiesta más sorprendente de nuestra Sierra: los Danzantes de la Octava del Corpus, de Valverde de los Arroyos. En una imagen de hace años, siempre repetida, perenne e inalterable a lo largo de los siglos, puede ser la estampa más representativa de esto que decimos: una forma de celebrar la fiesta, de concitar la memoria del tiempo ido, de plagar el paisaje de gritos, canciones y trajes coloristas.
De entre los muchos libros que han ido apareciendo, con datos y exposiciones sobre fiestas y celebraciones, destacaría especialmente los escritos por José Ramón López de los Mozos, que es hoy por hoy el mejor conocedor de estas temáticas. Así, comentar la maravillosa obra titulada “Fiestas Tradicionales de Guadalajara” que ha alcanzado varias ediciones (al menos 5) unas a través de la editorial AACHE y otras patrocinadas por la Excmª Diputación Provincial de Guadalajara. Es un libro sencillo, pero cargado de imágenes y, sobre todo, de información, en el que se ofrecen de forma cronológica, por meses, las más importantes celebraciones, y las más vistosas, que a lo largo del año se celebran en nuestra tierra. Surgen así las botargas (invernales) los memoriales históricos (la Caballada de Atienza, el Festival de Hita y las soldadescas de Mazuecos, de Hinojosa y de Codes) las representaciones de Pasión viviente (en Hiendelaencina, Marchamalo, Fuentelencina) y otras de Semana Santa, como las solemnes y vistosas procesiones de Guadalajara o los Armados de Sigüenza y los caballeros de Budia. Sería interminable poner, ni siquiera el indice de ese libro, entretenido y útil.
De López de los Mozos es también el gran libro visual del costumbrismo provincial, "Guadalajara: Fiesta y Tradición", que fue editado por Nueva Alcarria en forma de coleccionable y hoy puede disfrutarse entero y encuadernado. De este autor, el etnólogo López de los Mozos, aún pueden leerse numerosos artículos sobre esta temática en la Revista “Cuadernos de Etnología de Guadalajara” de la que anualmente saca editado un número la Diputación Provincial.
Son clásicos, por otra parte, los libros que Antonio Aragonés Subero escribió y vio publicados, en varias ediciones, por parte de Diputación, en los años 70: concretamente su “Gastronomía de Guadalajara” y su obra dedicada a las Fiestas y Cantares de la provincia. Todavía recordamos aquí la obra que don Antonio Castillo de Lucas publicó, gracias también a Diputación, sobre diversas costumbres y leyendas, que hoy está completamente agotada y muy buscada.
Reciente es el libro de Raul Conde Suárez sobre los “Danzantes de Guadalajara” sacado a través de la editorial “Henares” y la Junta de Comunidades.
En todo caso, son estas líneas un recuerdo a todas estas publicaciones, estos libros que nos abren el panorama del folclore provincial, de las fiestas, de las costumbres y celebraciones, siempre vistosas y llamativas. En la imagen, ponemos una escena de la fiesta más sorprendente de nuestra Sierra: los Danzantes de la Octava del Corpus, de Valverde de los Arroyos. En una imagen de hace años, siempre repetida, perenne e inalterable a lo largo de los siglos, puede ser la estampa más representativa de esto que decimos: una forma de celebrar la fiesta, de concitar la memoria del tiempo ido, de plagar el paisaje de gritos, canciones y trajes coloristas.
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