sábado, 29 de abril de 2023

Una gran antología de paisajes

Cortés Arrese, Miguel: “Paisajes del románico en tierras de Castilla”. Editorial Nausícaa. Ciudad Real, 2023. 200 páginas, ilustraciones.

 

Libros como este, ensayos que caminan entre la historia y la literatura, cosechando grano a grano y página a página memorias de otras gentes, de pueblos, de viejos edificios, de paisajes sobre todo, son los que nos reconcilian con el arte de leer, con la vieja y sabia pasión del hombre por conocer cosas nuevas.

Es Miguel Cortés Arrese hombre puro de letras. Catedrático de la Universidad de Castilla-La Mancha, ha firmado muchos libros de arte e historia. A él se debe la dirección de los trabajos de catalogación del arte románico en nuestra tierra, y el empeño de abordar el estudio del arte, como elemento comunicativo en la historia de Castilla-La Mancha.

Ahora me llega de su mano generosa un libro que acaba de publicar allí donde vive, en Ciudad Real: los “Paisajes del románico en tierras de Castilla” de la correctísima editorial Nausícaa. Con algunas fotos en blanco y negro, que al tema le pintan perfectamente, y un gran aluvión de erudición y atinadas apreciaciones.

Este libro es una especie de monumental antología del paisaje de una tierra que casi nadie ponderó como debía, la Castilla que cabalga entre el Duero y el Henares, una tierra “por la que Mío Cid cabalgó”. Desde Burgos hasta Medinaceli, pasando San Esteban de Gormaz, Atienza, Sigüenza, y acabando en Medinaceli, Cortés acude a las fuentes de quienes escribieron sobre estos lugares, arrancando y ordenando de libros y escritos sueltos las impresiones que a los viajeros produjeron estos lares.

Es de José Ortega y Gasset de quien arranca comentarios, que van durando desde el inicio al fin del libro, porque al filósofo madrileño le impresionó siempre esta tierra e Castilla, silenciosa y auténtica, con la visión de sus ciudades calladas… “Sigüenza, la viejísima ciudad episcopal, aparece rampando por una ladera…” Y son los versos del épico poema “Cantar de Mío Cid” los que sirven de flecha conductora del viaje emocionado.

Cuatro grandes capítulos utiliza Cortes Arrese para dar cuerpo a su obra. El primero sobre Burgos… “Las tierras que el Cid cabalgó”. El segundo “La Conciencia del Duero” dando vistas a todo lo que en Soria tiene latido de historia, de paisaje y de arte (San Esteban de Gormaz, el robledal de Corpes, Termancia, y los versos de Machado, emocionando desde dentro). El tercero “Las fronteras del Henares”, en el que pasa de una cuenca (Duero) a otra (Tajo) a través de la Sierra Pela, y hoyando el cerro Torreplazo se va de Miedes a Atienza, y aún baja a Jadraque, mirando y saboreando. El cuarto son los “Caminos de Sigüenza” en los que evoca los textos de Serrano Belinchón, de Pérez-Villamil, también de Ortega y Gasset, y aún de Pérez Galdós o Baroja, a la par que sube la calle mayor de la ciudad episcopal y deletrea esencias ante las portadas románicas de sus templos.

Es este un libro que reconcilia con la literatura. Con ese estado de beatitud que nos presta la serena lectura de un buen libro, en el silencio de la biblioteca, entre las orejas saltonas del viejo sillón y la luz que desde la izquierda viene de la lámpara cerámica. De frente, los numerosos lomos, y en las manos las páginas de pajizo tono que nos van dando memoria de los sitios que amamos, porque los conocemos, porque los hemos mirado con los mismos ojos del autor, con los dictados de viejos textos, de añoradas arboledas, de dignos edificios mínimos. 

Lo volveré a leer, no sé cuando, pero lo haré. Estos “Paisajes del románico en tierras de Castilla” de Cortés Arrese, es de esos pocos libros que –yo, al menos– considero de obligada relectura.

 


A.
    H. C.

 

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