viernes, 5 de septiembre de 2014

Por fin en libro, la historia de Fuentelahiguera

MARTÍNEZ GÓMEZ, Luis Antonio, Crónica histórica de Fuentelahiguera. De Felipe II a Juan Carlos I. Siglos XVI al XX, Almería, Ed. Círculo Rojo, 2014, 836 pp. (I.S.B.N. 978-84-9076-479-4).


Hoy, desde mi Baúl de libros, ya el 185, quisiera darles a conocer el libro que ha escrito Luis Antonio Martínez Gómez, titulado Crónica histórica de Fuentelahiguera. De Felipe II a Juan Carlos I. Siglos XVI al XX, que tan dignamente ha editado la Editorial Círculo Rojo.
Se trata, en efecto, de una amplia “crónica” acerca de gran parte de los muchísimos y diferentes avatares que el pueblo de Fuentelahiguera de Albatages ha vivido a lo largo del tiempo que indica, nada menos que los cinco siglos, quinientos años que conforman los aspectos más importantes, históricamente hablando, de ese pueblo que es el suyo.
Es ahí, precisamente, donde escriba el meollo de la cuestión, su autor, Luis Antonio, buen amigo mío, manifiesta el amor que profesa a su pueblo a través de este su primer libro, a modo de homenaje.
Y digo su primer libro, -aunque anteriormente haya participado con algunos otros trabajos en varias ediciones de los ya tradicionales Encuentros de Historiadores del Valle del Henares y tenga guardados en su baúl de los misterios algún que otro manuscrito más a la espera de su publicación-, su primer libro, decía, en el que pueden encontrarse dos aspectos que abarcan lo que podríamos considerar como la definición de “pueblo”.
Por una parte, como la gente, el grupo de personas que habitan un lugar determinado o en un lugar determinado y, por otra, el propio pueblo -el lugar físico- que habitan.
El libro parte de este doble aspecto, puesto que en él se habla de las gentes que le dieron vida y que fueron su propia vida a través del tiempo, de las personas que más sobresalieron, especialmente en el mundo eclesiástico y del Derecho, así como de otras personas de nombres menos sonoros y rimbombantes, pero que también dejaron su huella en los cientos de documentos que el autor da a conocer: albañiles y maestros de obra, artesanos de todo tipo, simples curas de misa y olla, albeitares o veterinarios, y, más modernamente, alcaldes y concejales, secretarios y representantes políticos, que formaron parte de las sucesivas Corporaciones Municipales.
Es este apartado el que constituye lo que podríamos denominar el tejido humano y/o social de Fuentelahiguera.
El otro aspecto que, como ya hemos dicho, se refiere al propio pueblo como elemento geográfico donde vivir y del que vivir, aprovechando los recursos que pudo ofrecer en cada momento histórico: el agua, diversos tipos de materiales de construcción, la madera, el carbón... como queda de manifiesto a través de las páginas que dedica al estudio y transcripción de las conocidas Relaciones Topográficas de Felipe II, así como  del Catastro del Marqués de la Ensenada, entre otros, que a la vez sirvieron para tener idea fiscal de la villa, además de otros aspectos de vital importancia referidos a  los despoblados entonces existentes en la zona: Albatajar, Galapaguillos, La Puebla de Guadalajara y Fuentelfresno.
Cabría, además, hablar también de ese otro aspecto, un tanto escondido, pero latente siempre, pero que asoma con cierta frecuencia, que es el que se refiere al “alma” del pueblo de Fuentelahiguera, y que lo hace a través de su toponimia, de sus fiestas, muchas de ellas ya desaparecidas y otras aún vivas y latentes, de las historias pasadas, aunque relativamente recientes, como las del Cristo de la Salud, historias verdaderas que van pasando oralmente de generación en generación y que significan una parte tan importante de la forma de ser del pueblo, de su idiosincrasia y de sus valores morales.
Sin olvidar, es necesario hacerlo así, esos periodos nefastos que fueron las distintas guerras que dejaron su huella en Fuentelahiguera y en sus obras de arte, especialmente aquella última del 36-39, que más vale que no se repita para bien de todos.
Quedaría ese otro apartado en el que nuestro autor recoge, casi minuciosamente, datos y datos acerca de la iglesia parroquial y las obras de arte, algunas desaparecidas, que fue custodiando, como así queda de manifiesto a lo largo de los sucesivos inventarios que transcribe, desde la obra más destacada y grandilocuente, hasta la más mínima señal, como por ejemplo esos ladrillos firmados que aparecen en la pared trasera del ábside...
Luis Antonio no ha querido escribir un libro de Historia en el sentido más amplio de la palabra, sino que ha querido dejar constancia de los hechos más importantes o interesantes que han ido acaeciendo; por eso se trata de una sencilla, y a la vez gran “crónica”, que va dando paso, cronológicamente, a los datos que a lo largo de varios años de búsqueda minuciosa ha ido encontrando y ordenando, para después, generosamente, ofrecerlos aunados al pueblo del que partieron y a cuantos quieran participar de su lectura.
Es, como dije, su primer libro, su primera obra extensa, tan extensa como pueden comprobarse a primera vista dado el elevado número de páginas que contiene, que supera con creces las ochocientas. Y es que Luis Antonio no quiere dejar pasar por alto ningún dato por aparentemente poco interesante que pudiera parecer.
Luis Antonio ha construido una “crónica” extensa y exhaustiva, cargada de datos y de fechas que contribuirán, sin duda, a que la historia de este pueblo, que es el suyo, sea más y mejor conocido por todos. Por eso yo siempre doy la bienvenida a los estudios de historias locales, a veces tan denostadas por los que apenas saben de Historia o se creen superiores a los que, buenamente, gratis et amore, ofrecen lo que tienen a los demás sin esperar nada a cambio y, después, utilizan sus descubrimientos sin citar procedencia.
Pero dejemos soberbias de solar aparte que, por eso su autor ha dividido su libro en dos grandes conjuntos o apartados, cada uno de ellos con sentido propio: la crónica propiamente dicha y la parte exclusivamente documental que quizá, no dejará de ser de gran interés para quienes estudien historias más o menos locales porque encontrarán en ella ciertos documentos de gran atractivo e interés, como los relativos a la concesión del título de villazgo, con toda la parafernalia que contienen.
Además, claro está, de una amplia colección de fotografías antiguas que ya constituyen por sí mismas un aporte documental de primera magnitud.
Y ahora, amigo lector, déjame que le abra la puerta de entrada a este libro y mi deseo de que disfrutes de su lectura.

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