LA INSTALACIÓN
DE LA PRIMERA DIPUTACIÓN DE GUADALAJARA CON MOLINA, LLEVADA AL TEATRO POR JOSÉ
MARÍA BRIS.
BRIS GALLEGO, José María, La Diputación de Guadalajara. Una fecha, un día, domingo 25 de abril de
1813, Guadalajara, Diputación de Guadalajara, 2014, 48 pp. (ISBN:
978-84-92502-35-6).
Aparte de la labor política que José María Bris ha venido
desempañando a lo largo de gran parte de su vida, conocíamos su labor
periodística y su interés por la Historia con mayúsculas, que dio como fruto
diversos libros acerca de la historia, el arte y el costumbrismo de su pueblo:
Jadraque.
Ahora se nos presenta un José María Bris que se atreve con
el teatro y que pone su granito de arena, su colaboración amable y
desinteresada, al servicio de la celebración del Bicentenario de la creación de
la Diputación de Guadalajara, que ya toca a su fin.
La obra, breve, puesto que está pensada para que su representación
no sobrepase los sesenta minutos, se divide en dos actos, de los que el segundo
consta de tres escenas, en las que se recuerda aquel drama histórico que vivió
Guadalajara durante la Guerra de la Independencia y la constitución de la
Diputación Provincial de Guadalajara en Anguita, el domingo 25 de abril de
1813, según lo establecido por las Cortes de Cádiz de 1812.
Se trata, como puede verse, de una obra de carácter
histórico, que se ciñe perfectamente a los hechos principales que tuvieron
lugar en aquellas fechas.
Participan en ella los dieciséis personajes que
protagonizaron el proceso, desde su comienzo, es decir, desde que el Jefe
Superior Político y por tanto Presidente de la Diputación, el Intendente
Provincial como Vicepresidente de la Diputación, el Secretario del Jefe
Superior Político, y todos los electores de los distintos partidos
provinciales, son convocados en la villa de Anguita en la fecha indicada, con
el fin de proceder a las consiguientes votaciones para ver cuáles saldrían
elegidos como númerarios y cuáles como
suplentes.
Este tiempo de espera a que vayan llegando todas las
personas convocadas constituye el primer acto, que va transcurriendo de una
forma sencilla en la que los actores van intercambiando ideas acerca de todo lo
que a la sazón está sucediendo en Guadalajara y en el resto de España… los
engaños de Napoleón, las hambrunas y sus fatales consecuencias, la miseria
creciente, los actos heroicos del Empecinado y sus guerrilleros -de los que se
recuerda su participación en las acciones más importantes-, las traiciones de los afrancesados, las provocaciones del
francés y sus demoledores ataques a Molina, Cifuentes, Guadalajara y tantas
otras poblaciones que vieron mermada su población y achicado su territorio
urbano por causa de incendios y destrucciones… Todo un mundo que va conduciendo
de la mano al lector -potencial espectador- a lo largo de los hechos más
destacados y sobresalientes del momento.
Comienza el segundo acto con una canción patriótica muy
generalizada entonces:
¡Venid
vencedores
de la patria
honor
recibid el
premio
de tanto valor!
Tomad los
laureles
que habéis
merecido…
Etcétera.
La primera escena de este acto segundo recoge, precisamente,
el momento en que se van produciendo las distintas votaciones entre los electores, para que, de
entre ellos, salgan los diputados provinciales:
“Para poder dar
pronto y exacto cumplimiento a las órdenes superiores que mandan, que cuanto
antes se instale en esta Provincia la Diputación, y no suspender por un momento
su ejecución, respecto a haberse verificado en este día la elección de los
señores diputados que han de componerla, en esta villa de Anguita, juntos y
congregados en las Casas Consistoriales los señores Presidente, Vicepresidente
y electores que concurren para elección de los Diputados de la Provincia con
arreglo a lo dispuesto en el artículo 325 de la Constitución de la Monarquía y
de los suplentes que en el mismo se previene, ruego que el señor Presidente, el
Intendente como Vicepresidente y los señores electores ocupen sus respectivos
asientos”.
Se realiza la correspondiente votación y van saliendo los
diputados provinciales, que debían ser siete y, tras una segunda votación, los suplentes,
que debían ser tres.
Bris sabe recoger también el espíritu ciertamente “beato” y
“santurrón” de la época:
“Hoy es un día
histórico para Guadalajara, para Molina y para todos nosotros, que las personas
que salgan elegidas sepan de la gran responsabilidad que asumen y de la
representación de tantos hombres y mujeres que van a detentar y que confían en
ellos, solo nos queda ponernos bajo la protección del Espíritu Santo y de la
Virgen María para que nos ayude en estos difíciles momentos y de nuestra
decisión salga una Diputación que defienda los intereses generales de todos los
ciudadanos por encima de cualquier interés privado y que nos apoye para lograr
la libertad que consagra nuestra Constitución, violentada en estos últimos
tiempos por los invasores franceses”.
Y comienza la votación.
La escena segunda recoge el momento en que los diputados que
habían sido elegidos por la mañana son convocados para, por la tarde, proceder
a la instalación de la Diputación Provincial de Guadalajara con Molina, a pesar
de faltar algunos de los diputados recién nombrados, aunque permaneciendo la mayoría
de los mismos. Primeramente tiene lugar el juramento:
“Juro por Dios y
los Santos Evangelios, guardar la Constitución política de la Monarquía
Española, sancionada por las Cortes Generales y Extraordinaria de la Nación,
ser fiel al rey, observar las leyes y cumplir religiosamente con las
obligaciones de mi cargo…”.
“Si así lo
hiciereis que Dios y vuestra Patria os lo premien y si no que os lo demanden”.
Así todos y cada uno de los asistentes.
Finalmente, la escena tercera del segundo acto, va dando a
conocer los cometidos que debía llevar a cabo la recién estrenada Diputación
para promover la prosperidad de estas tierras y buscar los medios y las iniciativas
más oportunas para ello; velar sobre la buena inversión de los fondos públicos
y examinar sus cuentas de acuerdo con las leyes; cuidar del establecimiento de
ayuntamientos y de la realización de nuevas obras y la reparación de las
antiguas a fin de proponer al Gobierno de la Nación los arbitrios más convenientes
para su ejecución y obtener el correspondiente permiso de las Cortes; ver las
cuentas de inversión; promover la educación de la juventud y fomentar la
agricultura, la ganadería y la industria; dar parte al Gobierno de los abusos
que se aprecien en la administración de las rentas públicas; formar el censo y
la estadística de la provincia; cuidar que los establecimientos piadosos y de
beneficencia cubran sus respectivos objetivos, pero no sólo en la Península,
también en los territorios de Ultramar…
Acuerdos que se aprueban por unanimidad.
José María Bris no quiere que caiga el telón sin antes
ofrecer un resumen de su obra, reflejando con las siguientes palabras su mejor
deseo de prosperidad y larga vida para la nueva Diputación, cara a su futuro:
“… habiéndose
procedido a la instalación de la Diputación de Guadalajara con Molina, solo me
queda antes de levantar la sesión, darles gracias y pedir al Espíritu Santo nos
ilumine para llevar a cabo nuestra difícil y responsable tarea, que la misma se
desarrolle en el futuro en paz y tranquilidad, de las que ahora carecemos,
alejados de los horrores de estos tiempos, que nuestro rey Fernando VII pueda regresar
pronto a España a regir nuestro destino como le corresponde y que esta fecha,
este día, domingo 25 de abril de 1813 se grabe con letras de oro en la historia
de Guadalajara con Molina, ya que en ella, en esta villa de Anguita se instaló
la primera Diputación Provincia, a la que deseamos largos años de vida, para
que contribuya a la felicidad, fomento y prosperidad de estas tierras”.
¡Viva España!
¡Viva el Rey!
¡Viva la Diputación Provincial!
(Cae el telón
mientras se escuchan los himnos de España y de Guadalajara).
Hasta aquí esta pequeña pieza teatral -de tanto interés
histórico para el lector actual que quiera penetrar en los entresijos de
aquella época tan triste que fue la Guerra de la Independencia- que José María
Bris ha escrito de una forma tan didáctica, lo que para mi constituye uno de
los principales valores de la obra que comento.
José Ramón López de los Mozos
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