Almagre Literario, Madrid,
Ediciones Llanura, [2013], 240 pp.
De
la palabra almagre encontramos tres
acepciones en el Diccionario de Real
Academia Española (DRAE), a saber:
1.-
Óxido rojo de hierro, más o menos arcilloso, abundante en la naturaleza, y que
suele emplearse en la pintura;
2.-
Marca, señas (desusado),
y
3.- Que tiene el color o el tono de almagre.
De
ese color es la portada del libro que comentamos; en parte, la tierra
castellano-manchega, y del mismo color es la cubierta del volumen que comentamos
y que recoge cuarenta y dos trabajos, generalmente breves, de otros tantos
autores de la mencionada tierra o con ella emparentados por el cariño o por la
sangre, también casi almagre.
Se
trata de una obra realizada entre la Asociación de Escritores de Castilla-La
Mancha y el Club UNESCO Arquitectura de Piedra Seca los Bombos tomelloseros,
encabezadas respectivamente por nuestro paisano Alfredo Villaverde y por
Natividad Cepeda.
Esta
última es la autora del primer escrito introductorio: “Sembradura de palabras
sin mojón ni fronteras”, en el que pone de manifiesto el interés de este tipo
de obras, en las que se reúnen trabajos de muy distintos contenidos: prosa y
verso, ensayo, relato y narración breve… porque, en el fondo, el fin que se
persigue no es otro que el de reunir las creaciones de las gentes sencillas que
trabajan calladamente en los lugares donde moran, trabajos tan desconocidos
como pueden serlo sus autores.
Es
también una forma de quitarse el miedo de encima y publicar lo que se ha escrito,
en beneficio de todos y para el disfrute de todos, para que nada quede en el
olvido, para que sirva para alguien y para todos a un tiempo, que ya es duro
enfrentarse a la hoja en blanco y plasmar los sentimientos o simplemente los
conocimientos que se quieren transmitir.
Si
no he entendido mal, eso es lo que quiere decir Natividad Cepeda en su pórtico:
“… queda un
sustrato latente en las voces vernáculas que se resisten a ser ocultadas,
naciendo así narraciones locales y poemas, ligados al terruño o lugar, donde el
creador nace o pace.
Más no siempre
el autor llega a todos los lectores creándose un vacío debido al
desconocimiento que se da en autores y obras de tiradas nacionales y en autores
provinciales y comarcales, perdiéndose en innumerables ocasiones conocer obras
de sumo interés”, y sigue más adelante: “En Castilla-La Mancha solemos
desconocernos mutuamente…”.
Es
cierto. De ahí la necesidad de conocernos todos a través de publicaciones como
la presente, sencillas, pero que sirven para depositar en sus páginas la
impronta de cada uno de nosotros.
Para
Alfredo Villaverde, que como queda dicho es el autor del segundo pórtico, este
almagre literario viene a ser una muestra clara de que la cultura sigue estando
viva y, por lo tanto, presente, a pesar de los tiempos que nos ha tocado vivir
en los que, por encima de los saberes y las éticas, priman la propia
subsistencia y la corrupción.
Lo
que lleva a considerar este almagre literario como una gozosa muestra de la
vitalidad de los escritores, al tiempo que una muestra que sirva para ver lo
que escriben los demás -los otros- y así aguzar el ingenio y marcar con el
lápiz rojo (del almagre) aquello que destaca y nos atrae.
De
los cuarenta y dos trabajos que se publican en este libro, tan solo tres han
sido escritos por gentes de Guadalajara: “Teoría del conocimiento”, de Alfredo
García Huetos (4 páginas), es un poema que podríamos considerar como de “última
generación” en su obra, todavía poco conocida, en el que muestra su dualidad
existencial: por una parte el mundo en constante destrucción, tanto en la
realidad externa como en la interioridad mental del autor, y por la otra, ese
afán de trascendencia del hombre como tal:
“El ser humano,
empero, / reitera su sed de infinitud, / sigue encendiendo fuegos entre
derribos y cascotes, / intuye bandadas de emoción en su interior, / mientras
escucha el retumbar ciclópeo y divino / de un mar ungido por vellones de
sonrisa… / “Mi tristeza está -dice Pessoa- / en no saber quién soy
exactamente”.
“Breves
notas sobre la “arquitectura negra” de Guadalajara: el caso de Valverde de los
Arroyos”, escrito por un servidor de ustedes (5 páginas), es un apunte, un
esbozo de lo que podría ser un trabajo más extenso. En él describo una vivienda
tipo con el fin de dar idea de este tipo de construcciones que se adaptaban a
las condiciones del terreno donde se asentaban.
El
determinismo geográfico hizo que los materiales que se utilizaran en su
construcción fueran los propios del lugar: madera, pizarra, cuarcitas… y que
debido a la dureza del clima, dieron como resultado techumbres a varias
vertientes y grandes aleros; grandes chimeneas, donde hacer la vida; vanos
diminutos y a la solana; paredes gruesas, y alcobas superiores para conservar
el calor proporcionado en la parte baja por los animales del establo.
Toda
una arquitectura “sin arquitectos” basada en una lógica secular que aplico al
caso concreto de Valverde de los Arroyos y que finalizo con una selección
bibliográfica.
Y,
finalmente, “Visiones y recuerdos de mi Kumbm Mela”, de Alfredo Villaverde Gil
(5 páginas), que es un recorrido por los vericuetos de la mente, una vez pasado
el tiempo, sobre la “fiesta de la vasija”, tradicional en la India, en la que a
través de la naturaleza se llega a la divinidad.
Cuenta
Villaverde algunos recuerdos vividos acerca de esta fiesta que se celebró hace
años en la llanura de Allahabad - una de las cuatro ciudades donde se derramó
una gota de amrita, la esencia de la
inmortalidad extraída del lácteo océano primordial, en la pelea que los devas (dioses) mantuvieron contra los asuras (demonios)-, allí justamente
“donde confluyen las aguas turbias del Ganges, las verdeazules del Yamuna y las
inexistentes del Sarawati, ya que este último es un río existente tan solo en
la mitología Hindú pero tan presente como los otros dos en el corazón de los
hindúes”.
Y
allí, entre el polvo y el barro, la niebla y el roció surgieron estos versos,
en las frías noches estrelladas:
El Ganges llama
a mi puerta.
Su inmensidad
invade
mis estancias,
ciega mis ojos.
Talismán de
hermosura, su eternidad se acuna en mis mejillas.
Después
más recuerdos y nuevas evanescencias poéticas, pero en esta ocasión enfocando
al propio interior del poeta-creador:
La exaltación
del Ser / su crecimiento / fluye / como un remanso de agua fresca, /
indefinida, pura / trascendida a su origen / su forma, / su azarbe y limpio
estero.
Yo
invitaría a participar en este tipo de publicaciones a más gentes de esta
tierra de Guadalajara, que las hay, pero que están calladas y quizá solo salgan
a vibrar en los “Versos a medianoche” que cada año tras año se celebran ante la
broncínea mirada de Ochaíta, tan sólo.
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