Revista de la Asociación Cultural La
Torrevera,
n.º 30 (Bujarrabal, Primavera de 2013), sin paginar (pero 4 pp.).
En
muchas ocasiones los momentos de “crisis” sirven para poner de manifiesto la
capacidad de adaptación de las entidades culturales, especialmente de las
Asociaciones Culturales, hasta el momento tan acostumbradas -por lo general- a
realizar sus actividades gracias a las subvenciones recibidas. Muchas de esas
Asociaciones gastaron y gastan parte de sus dineros en la publicación de
revistas y boletines de indudable interés para sus asociados y para quienes
gustamos de conocer los entresijos de los pueblos de Guadalajara.
En
ocasiones anteriores tuvimos la oportunidad de hablar de algunas de estas
revistas que sobrevivieron a la falta de dinero, que vieron superada con fuerza
de voluntad e imaginación -“la imaginación al poder”-. Así, la digital Atienza de
los Juglares, que sale con periodicidad mensual, cuyo número 51
correspondiente a julio y agosto, por aquello del verano, ha visto la luz
recientemente; Peñamelera, editada
por la Asociación de Peñalver anualmente, que ya va por su número 23 y sale
cada mes de agosto aprovechando el periodo vacacional en que el pueblo está en
plena efervescencia; Sadeco, Boletín
Informativo de la Sociedad de Amigos de Cogolludo, cuatrimestral, cuyo número
98 (Enero-Abril 2013) apareció -como acostumbra- con cerca de cien páginas, o La Sexma del Pedregal, que con su cambio de Junta directiva ha
cambiado también de estilo y de cabecera pasándose a llamar simplemente La Sexma, Boletín de la Asociación de
amigos de El Pedregal (Guadalajara), cuyo número 62 (de este Verano) acaba de
ser la luz con un magnífico papel, fotografías a todo color y un contenido que
vale tanto para los propios miembros de la Asociación pedregaleña como para
cualquier otra persona, dado el interés de su amplio contenido.
Son
revistas, las mencionadas, que se constituyeron desde sus orígenes en órganos
de información, boletines, de asociaciones que cuentan con numerosos socios que
suelen aportar una cuota anual para el sostenimiento de los actos que llevan a
cabo, entre ellos el mantenimiento de sus respectivas publicaciones periódicas.
Sin
embargo, el caso de la revista que hoy comentamos es muy otro, dado que no
pueden ser muchos los socios que contribuyan al sostenimiento de La Torrevera, dada la escasa población
de Bujarrabal, especialmente en los meses invernales.
A
pesar de todo eso, que podría considerarse impedimento espacio-coyuntural -la
pequeñez del lugar y el momento actual que vivimos-, se trata de una revista
sencilla, más sencilla es imposible que se encuentre entre las que salen en
nuestra provincia, puesto que consta únicamente de cuatro páginas (ya que se
trata de un folio DIN-A5 doblado por la mitad e impreso por las dos caras) y
está editada mediante fotocopiadora, aunque de gran calidad y contraste. Hace
tiempo hicieron algunos números, pocos, a color.
Pero
eso importa poco, porque lo verdaderamente interesante se puede decir en poco
espacio, abaratando costes, de forma ejemplar.
El
número 30, que es el que aquí traemos, consta en su portada de una especie de
“mosaico fotográfico” que comenta gráficamente la celebración del Día del Libro
y la Lectura por la
Asociación Cultural , en cuyo comentario al pié ofrece una
noticia de última hora: “a finales de 2012 la Consejería de Educación, Cultura
y Deportes de la Junta
de Comunidades de Castilla-La Mancha declaró Bien de Interés
Cultural, con categoría de Monumento, la iglesia parroquial de Santa María de
Bujarrabal (DOCLM, año XXXI, n.º 251, 24/12/2012, pp. 38662-38664)”.
Las
páginas interiores, escritas a tres columnas,
contienen dos artículos; uno, de cuatro columnas y gran interés para el
conocimiento de los aspectos históricos de los pueblos de la zona, escrito por
Alberto Navarro Izquierdo lleva por título “La importancia histórica de nuestra
comarca” y el subtítulo “Nuestra comarca, es decir, los pueblos comprendidos en
la faja que va desde Medinaceli hasta Sigüenza, ha tenido una gran importancia
a lo largo de la historia en la Península Ibérica ”, que se acompaña con una
fotografía del conjunto defensivo de Castilviejo de Cubillas del Pinar (chevaux
de frise); el otro, trata de cómo era “La cocina” tradicional de las casas,
como parte fundamental y centro de la vida cotidiana.
La
página cuatro, final, rememora el momento en que se condujo el agua al pueblo
mediante media docena de fotografías de la época, comentadas con un no muy
extenso pie. “¿Te acuerdas de cuando se trajo el agua al pueblo?” a finales de
los sesenta del siglo pasado, gracias a una conducción el línea recta que
llegaba desde el manantial de los Hormachales hasta el depósito. Las fuentes
las hicieron los propios vecinos y un par de ellas ya no están en uso.
La
verdad es que para quien esto escribe es una satisfacción poder hacerlo sobre
boletines como el presente que ven la luz con regularidad gracias al esfuerzo,
al trabajo de un grupo pequeño de socios que, venciendo dificultades, son
capaces de seguir en la brecha número tras número.
Por
si algún lector estuviera interesado en conocer más datos acerca de esta
asociación puede ponerse en contacto a través del siguiente correo: latorrevera.bujarrabal@gmail.com
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