viernes, 27 de abril de 2012

Cultura en Castilla la Mancha en el siglo XIX


La Cultura en la Comunidad de Castilla-La Mancha durante el siglo XIX

José Luis García de Paz. 22 de abril de 2012.

El 28 de marzo de 2012 se presentó en la Biblioteca de Castilla-La Mancha (Toledo) un nuevo libro de la editorial Almud, el número 53 de la colección Biblioteca Añil, el color de las fachadas de muchas casas rurales hace siglo y medio. Dada su especialización en estudios sobre esta Comunidad de Castilla-La Mancha, Almud es una editorial a la que se puede aplicar la frase de que “si no existiera, habría que inventarla” en cuanto a dicha Comunidad. El libro forma parte del proyecto editorial de publicar diferentes estudios que cubren la historia y la cultura del territorio de esta Comunidad a lo largo de los siglos. Las dificultades económicas presentes han hecho que los textos hayan aparecido dos años después de escritos.

El libro esta coordinado por Alfonso González-Calero y, aunque lo indica en su interior, no ha recibido una ayuda para su edición por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Su objetivo es dejar constancia y analizar la Cultura en las provincias de Toledo, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara y Albacete, en el siglo XIX en los campos de la Literatura, Artes Plásticas, Bibliotecas, Archivos y Museos, Arquitectura, Cultura Musical,  Ocio, Prensa, Intelectualidad, Filosofía, Teatro  y una recopilación de escritos de viajeros extranjeros por la comunidad en este siglo. Acaba con una cronología e incluye algunas fotografías de monumentos desaparecidos, primeras ediciones, autores y pinturas.


El coordinador es responsable de la Introducción inicial y la Cronología final. En la introducción hace hincapié en el altísimo grado de analfabetismo de España y de Castilla-La Mancha, grado que disminuyó a finales de siglo más en toda España que en la Comunidad autónoma. Asimismo, menciona los daños que provocaron la guerra de la Independencia y las guerras civiles del siglo XIX; Trienio Liberal, Primera y Tercera Guerra Carlista, un siglo que acabó con la guerra de Cuba. La desaparición de las antiguas universidades y muchos Colegios creó un vacío y una falta de motor cultural que no se llenaría hasta la fundación de la UCLM en 1985. Aparecen las primeras instituciones públicas de Cultura: bibliotecas, museos, los institutos de enseñanza media (deberían ser uno por provincia), aparece la prensa (aunque muchos periódicos tengan breve vida) y por fin llega la música al mundo rural, y el teatro de calidad, cuando antes solo iban los “cómicos de legua”. Pero la falta de medios y las guerras hicieron que se malograran muchas buenas intenciones, por ejemplo se tardaran en crear los museos provinciales (que deberían albergar las obras de los conventos desamortizados) o su apertura, cierres y traslados. Es “una centuria muy endeble en realizaciones artísticas y arquitectónicas en comparación con épocas anteriores”. En algunos estratos sociales, apareció el ocio como fenómeno de masas.

La Historia, en la actualidad, no es una mera enumeración de fechas, sino que intenta explicar los porqués, según la documentación consultada y la consideración del historiador. Faltan muchas fechas, y por eso agradezco la cronología que González-Calero escribe al final del libro, una cronología por años (que no por meses o días) y que tanto cuesta elaborar (¡cuántas veces hemos escrito “ojo, verificar fecha”!).

Aviso al lector que en esos tiempos muchos libros se acababan, o se premiaban, en una fecha, y no eran impresos hasta unos años después, por lo que una misma obra puede aparecer dos veces. Por su cercanía al que esto escribe, echo a faltar la primera actuación de la Banda de Música de Brihuega en 1893 y que Santa Ana de Tendilla fue saqueada, como se indica, pero en 1809. Fernández Iparraguirre fue nombrado catedrático de francés del Instituto de Guadalajara en 1880 (así se indica) pero también aparece este nombramiento repetido en el año 1887. Estos mínimos puntos no hacen de menos al gran esfuerzo para elaborar una cronología de 43 páginas.

Sí que debo hacer mención en la Introducción y la Cronología (y en otros capítulos) de la falta de mujeres de Castilla-La Mancha que contribuyeran a la cultura española en el siglo XIX. Los autores se han esforzado en encontrarlas y obtener datos sobre ellas pero eran tiempos en que pocas mujeres dejaban el hogar, sea en Toledo o sea en Pontevedra.

Los once autores y autoras contribuyen en diferentes capítulos a la obra. Participan en el libro Isidro Sánchez Sánchez, Santiago Arroyo, Ángel Romera, Lucía Crespo Jiménez, José Rivero Serrano, Antonio Casado Poyales, Miriam Ballesteros Egea, María García Sánchez, Angelina Serrano de la Cruz Peinado, Jesús Villar Garrido, Ángel Villar Garrido y Concha Vázquez Sánchez. Sus biografías se encuentran al final del libro, todos están ligados a la Comunidad de Castilla-La Mancha y la gran mayoría (por estudios o por pertenecer a ella) lo están a su universidad, la UCLM. En algunos apartados el contenido es desigual, pues al estar encomendado a diferentes autores, éstos han dado más o menos extensión a sus textos. El libro acaba con una Bibliografía actualizada, pero se echa de menos un índice onomástico ante la cantidad de nombres que aparecen en este denso libro, algo que ya indiqué al hacer una recensión del libro de esta editorial dedicado al siglo XX.

Si he de ser sincero, y sin menosprecio a los demás, me ha impresionado el extenso capítulo de 121 páginas (en un libro de 366 páginas de texto, cronología y bibliografía aparte) que Ángel Romera Valero ha elaborado sobre la Literatura de este periodo. Es muy denso (como algunos otros capítulos), extenso y lleno de notas biográficas a pie de página, una condensación de un trabajo de años que podría haber dado lugar a un libro pero que ha tenido que condensarse en forma de capítulo. El adjetivo de “denso” también significa que hay que saber mucho de cada tema para poderlo saber resumir. Gran parte de los autores mencionados (que no conocía antes de leerlo) no han tenido trascendencia a nivel nacional, pero eso no quita ni su mérito ni el del autor al rastrearles y mostrarlos al lector, realizando un trabajo por el que les devuelve a la luz y que permitiría hacer nuevos trabajos sobre ellos. Consecuencia de la época estudiada, el autor sólo ha encontrado mujeres en la literatura para llenar 5 páginas. Asimismo, estructura el trabajo en los diferentes campos de la literatura como lírica, ensayo, novela, obras de teatro, biografía, etc., por lo que un autor que cultiva dos campos, aparece en varios puntos del capítulo, como Juan Escoiquiz (de mal recuerdo por su influencia en Fernando VII), Félix Mejía, Santos López Pelegrín o Antonio Rodríguez García-Vao.

Sigue después el capítulo de Angelina Serrano de la Cruz PeinadoArtes plásticas en Castilla-La Mancha en el siglo XIX’, el de Antonio Casado Poyales sobre ‘Bibliotecas, archivos y museos en las provincias de Castilla-La Mancha durante el siglo XIX’, la ‘Arquitectura del siglo XIX en Castilla-La Mancha’, por José Rivero Serrano, ‘La cultura musical en Castilla-La Mancha en el siglo XIX’ por Miriam Ballesteros Egea y María García Sánchez, ‘La mirada externa del siglo XIX (Castilla-La Mancha vista por viajeros extranjeros)’ escrito por Ángel y Jesús Villar Garrido, ‘El nacimiento del ocio como fenómeno contemporáneo: un signo de modernidad cultural’, de Lucía Crespo Jiménez, ‘Intelectuales en la periferia. Filosofía y pensamiento en el siglo XIX’ de Santiago Arroyo Serrano y “La más culta de las diversiones públicas: El teatro’, escrito por Concha Velázquez Sánchez.

Sin menosprecio a los anteriores y atendiendo a la brevedad, menciono aparte el buen capítulo del que es autor el profesor Isidro Sánchez Sánchez, ‘Breve historia de la prensa en el siglo XIX’. Es difícil rastrear los numerosos y volátiles periódicos (algunos con un solo número) que fueron escritos, los menos por motivos literarios, y los más por motivos políticos. Este profesor ha dicho que “La democracia hizo crecer de manera espectacular a la prensa”, más desarrollada a partir de la Ley de imprenta de 1883, aunque en el siglo XIX pocas personas del mundo rural pudieran leerla por su analfabetismo.

Se ha escrito de este libro que “es un ambicioso trabajo en donde muchos están y a pocos se echa de menos, una obra de consulta inteligente, y densa”, opinión que comparto y que me hace recomendarlo.

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