ALEGRE CARVAJAL,
Esther (dir.), Damas de la Casa de
Mendoza. Historias, leyendas y olvidos, Madrid, Ediciones Polifemo, 2014,
780 pp. (I.S.B.N.: 978-84-16335-00-8).
Ya han transcurrido
dos años desde que el libro que comentamos se editara, pero porque creemos que
se trata de una obra de gran envergadura e importancia, -debida a la ilusión y
al trabajo, al tiempo y al esfuerzo de un grupo de investigadoras y profesoras:
las Damas Mendoza, que, bajo la
atenta dirección de Esther Alegre Carvajal, han sabido llevar a feliz término
el “amplio catálogo de biografías de Damas de la Casa de Mendoza”, según señala
Ciriaco Morón Arroyo y que, en realidad, constituye la médula y la esencia del
libro-, no podía pasar desapercibida, dada su importancia histórica a la hora
de entrar en detalle en el conocimiento de muchas de las mujeres que
emparentaron con alguna de las ramas de la saga mendocina, que tanta relevancia
tuvieron en el pasado de Guadalajara, principalmente durante el Renacimiento.
Una extraordinaria
y clarificadora introducción de Esther Alegre informa de la dificultad que
entraña la búsqueda de datos acerca de dichas mujeres, pues escasean o han
llegado a nuestros días de forma indirecta a través de otros personajes.
A pesar de todo, se
trata de un conjunto homogéneo de nombres unidos entre sí por el linaje y la
Casa a la que pertenecieron, es decir, por su parentesco y consanguinidad
mendocinos, por haber vivido un mismo periodo cronológico, y por constituir un
espacio cultural concreto con cuyo estudio se ha pretendido, y yo añadiría que
logrado, dar a conocer su influencia y poder de forma individual.
La biografía de
algunas mujeres del mencionado conjunto ya se había dado a conocer antes.
aunque con relativa atención, gracias a diferentes estudios históricos, por
ejemplo sobre Aldonza de Mendoza, duquesa de Arjona; Mencía de Mendoza, condesa
de Haro, una de las muchas Mencías; María Pacheco; Ana de Mendoza y de la
Cerda, princesa de Éboli; Mencía de Mendoza, marquesa de Zenete, Luisa de Carvajal
y Mendoza, que, en algunas ocasiones, ocupan tan sólo unas cuantas líneas
dentro estudios más amplios -Brianda de Mendoza y Luna- o muy sucintamente
junto al nombre de sus allegados varones más cercanos, por lo que el presente
estudio quiere recoger sus biografías in
extenso, abarquen el espacio que abarquen, para así poder analizar mejor
sus múltiples conexiones con el resto de mujeres del grupo y, en general, de la
saga de los Mendoza, “que entreteje su identidad”.
Por eso el libro se
refiere a cómo se desarrolló su infancia o a los intereses que condujeron a
algunas al matrimonio -puesto que gracias a tales uniones, el legado cultural
de los Mendoza se propagó llegando a alcanzar gran divulgación- su viudedad,
así como la influencia de sus creencias religiosas -ya que muchas optaron por
el claustro conventual o la beatería, convirtiéndose también en mecenas de
conventos, monasterios y fundaciones, y manteniendo a veces relaciones de
amistad con frailes y dignidades de la Iglesia- así como su ideología y las
influencias que recibieron, especialmente la ideología, de modo que en el
estudio introductorio no podía faltar el estudio detallado del más importante
vínculo de unión de estas Mendoza, que no fue otro que la familia.
La citada
introducción da paso a un trabajo, que sirve de pórtico, titulado “La nobleza
es una mujer”. Lo femenino en la tratadística nobiliaria castellana de la Edad
Moderna”, escrito por José Antonio Guillén Berrendero, en el que examina con
todo detalle, en líneas generales, si el papel de la mujer fue diferente al del
hombre, pregunta muy difícil de contestar dado que cada mujer tenía su propia
forma de ser y las propias limitaciones que, tanto su misma familia como la
Iglesia de imponían, provocando una idea de “libertad” -casi íntima- en cada
una de ellas, y que también dependía de su “ego”.
Finalmente, el
libro sigue un sistema muy fácil de comprender dada su estructura, puesto que
consiste en ir analizando la biografía y los hechos de cada una de las mujeres
que se estudian en él, agrupándolas según las “casas” procedentes de esa otra
común, más amplia, que es la de los Mendoza: así, la Casa del Marqués de
Santillana, con una introducción previa -que en cada caso corresponde a una
investigadora-, representada por Aldonza de Mendoza, duquesa de Arjona; Mencía
de Mendoza, condesa de Haro, Leonor de la Vega y Mendoza, condesa de
Medinaceli, y María de Mendoza, condesa de los Molares.
Previamente se
incluyen los árboles genealógicos de la Casa de Mendoza y de cada una de las
Casas que se estudian, facilitando con ellos la ubicación del personaje de que
se trate en cada caso, para continuar con el estudio del resto de las Casas,
como la del Infantado ( representada por Mencía de Mendoza y Luna, duquesa de
Alburquerque; Francisca de Mendoza y Luna y Brianda de la Cerda y Mendoza,
condesa de Salinas; Brianda de Mendoza y Luna; María de Mendoza y Aragón, IV
condesa de Tendilla y III marquesa de Mondéjar y Ana de Mendoza y Aragón,
duquesa de Aguilar; Guiomar de Mendoza y Aragón, Marquesa de Ayamonte y
Gibraleón, y Ana de Mendoza y Luna y de la Vega, VI duquesa del Infantado…
Sirva esta mención a modo de ejemplo.
Tras la Casa
anteriormente citada vienen otras más, como la de los condes de Tendilla y
marqueses de Mondéjar, la de los marqueses de Zenete y condes de Mélito; la de
los Condes de Coruña y vizcondes de Torija, y la de Almazán.
Un total de casi
una treintena damas que son analizadas concienzudamente por quince autores,
cuyo resultado es este maravilloso libro que comentamos -tan voluminoso (780
páginas)-, plagado de datos de interés y que, por si fuera poco, ha sido
editado por la editorial Polifemo, de Madrid, con todo lujo de detalles: pasta
dura, papel de alta calidad, excelente y visible tipografía fácil de leer, así
como por multitud de notas a pié de página e imágenes en color que lo ilustran
y clarifican, concluyendo con una bibliografía muy selecta y constituida única
y exclusivamente por diecisiete títulos puntuales.
Un libro este de
las Damas de la Casa de Mendoza insuperable
por su contenido y que, sin duda, servirá de base para nuevos estudios
posteriores sobre el mismo tema.
José Ramón López de
los Mozos
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