viernes, 18 de octubre de 2013

Almagre Literario

Almagre Literario, Madrid, Ediciones Llanura, [2013], 240 pp.

De la palabra almagre encontramos tres acepciones en el Diccionario de Real Academia Española (DRAE), a saber:
1.- Óxido rojo de hierro, más o menos arcilloso, abundante en la naturaleza, y que suele emplearse en la pintura;
2.- Marca, señas (desusado),
y 3.- Que tiene el color o el tono de almagre.
De ese color es la portada del libro que comentamos; en parte, la tierra castellano-manchega, y del mismo color es la cubierta del volumen que comentamos y que recoge cuarenta y dos trabajos, generalmente breves, de otros tantos autores de la mencionada tierra o con ella emparentados por el cariño o por la sangre, también casi almagre.
Se trata de una obra realizada entre la Asociación de Escritores de Castilla-La Mancha y el Club UNESCO Arquitectura de Piedra Seca los Bombos tomelloseros, encabezadas respectivamente por nuestro paisano Alfredo Villaverde y por Natividad Cepeda.
Esta última es la autora del primer escrito introductorio: “Sembradura de palabras sin mojón ni fronteras”, en el que pone de manifiesto el interés de este tipo de obras, en las que se reúnen trabajos de muy distintos contenidos: prosa y verso, ensayo, relato y narración breve… porque, en el fondo, el fin que se persigue no es otro que el de reunir las creaciones de las gentes sencillas que trabajan calladamente en los lugares donde moran, trabajos tan desconocidos como pueden serlo sus autores.
Es también una forma de quitarse el miedo de encima y publicar lo que se ha escrito, en beneficio de todos y para el disfrute de todos, para que nada quede en el olvido, para que sirva para alguien y para todos a un tiempo, que ya es duro enfrentarse a la hoja en blanco y plasmar los sentimientos o simplemente los conocimientos que se quieren transmitir.
Si no he entendido mal, eso es lo que quiere decir Natividad Cepeda en su pórtico:

“… queda un sustrato latente en las voces vernáculas que se resisten a ser ocultadas, naciendo así narraciones locales y poemas, ligados al terruño o lugar, donde el creador nace o pace.
Más no siempre el autor llega a todos los lectores creándose un vacío debido al desconocimiento que se da en autores y obras de tiradas nacionales y en autores provinciales y comarcales, perdiéndose en innumerables ocasiones conocer obras de sumo interés”, y sigue más adelante: “En Castilla-La Mancha solemos desconocernos mutuamente…”.

Es cierto. De ahí la necesidad de conocernos todos a través de publicaciones como la presente, sencillas, pero que sirven para depositar en sus páginas la impronta de cada uno de nosotros.
Para Alfredo Villaverde, que como queda dicho es el autor del segundo pórtico, este almagre literario viene a ser una muestra clara de que la cultura sigue estando viva y, por lo tanto, presente, a pesar de los tiempos que nos ha tocado vivir en los que, por encima de los saberes y las éticas, priman la propia subsistencia y la corrupción.
Lo que lleva a considerar este almagre literario como una gozosa muestra de la vitalidad de los escritores, al tiempo que una muestra que sirva para ver lo que escriben los demás -los otros- y así aguzar el ingenio y marcar con el lápiz rojo (del almagre) aquello que destaca y nos atrae.
De los cuarenta y dos trabajos que se publican en este libro, tan solo tres han sido escritos por gentes de Guadalajara: “Teoría del conocimiento”, de Alfredo García Huetos (4 páginas), es un poema que podríamos considerar como de “última generación” en su obra, todavía poco conocida, en el que muestra su dualidad existencial: por una parte el mundo en constante destrucción, tanto en la realidad externa como en la interioridad mental del autor, y por la otra, ese afán de trascendencia del hombre como tal:

“El ser humano, empero, / reitera su sed de infinitud, / sigue encendiendo fuegos entre derribos y cascotes, / intuye bandadas de emoción en su interior, / mientras escucha el retumbar ciclópeo y divino / de un mar ungido por vellones de sonrisa… / “Mi tristeza está -dice Pessoa- / en no saber quién soy exactamente”.

“Breves notas sobre la “arquitectura negra” de Guadalajara: el caso de Valverde de los Arroyos”, escrito por un servidor de ustedes (5 páginas), es un apunte, un esbozo de lo que podría ser un trabajo más extenso. En él describo una vivienda tipo con el fin de dar idea de este tipo de construcciones que se adaptaban a las condiciones del terreno donde se asentaban.
El determinismo geográfico hizo que los materiales que se utilizaran en su construcción fueran los propios del lugar: madera, pizarra, cuarcitas… y que debido a la dureza del clima, dieron como resultado techumbres a varias vertientes y grandes aleros; grandes chimeneas, donde hacer la vida; vanos diminutos y a la solana; paredes gruesas, y alcobas superiores para conservar el calor proporcionado en la parte baja por los animales del establo.
Toda una arquitectura “sin arquitectos” basada en una lógica secular que aplico al caso concreto de Valverde de los Arroyos y que finalizo con una selección bibliográfica.
Y, finalmente, “Visiones y recuerdos de mi Kumbm Mela”, de Alfredo Villaverde Gil (5 páginas), que es un recorrido por los vericuetos de la mente, una vez pasado el tiempo, sobre la “fiesta de la vasija”, tradicional en la India, en la que a través de la naturaleza se llega a la divinidad.
Cuenta Villaverde algunos recuerdos vividos acerca de esta fiesta que se celebró hace años en la llanura de Allahabad - una de las cuatro ciudades donde se derramó una gota de amrita, la esencia de la inmortalidad extraída del lácteo océano primordial, en la pelea que los devas (dioses) mantuvieron contra los asuras (demonios)-, allí justamente “donde confluyen las aguas turbias del Ganges, las verdeazules del Yamuna y las inexistentes del Sarawati, ya que este último es un río existente tan solo en la mitología Hindú pero tan presente como los otros dos en el corazón de los hindúes”.
Y allí, entre el polvo y el barro, la niebla y el roció surgieron estos versos, en las frías noches estrelladas:

El Ganges llama a mi puerta.  
Su inmensidad invade  
mis estancias, ciega mis ojos.  
Talismán de hermosura, su eternidad se acuna en mis mejillas.

Después más recuerdos y nuevas evanescencias poéticas, pero en esta ocasión enfocando al propio interior del poeta-creador:
La exaltación del Ser / su crecimiento / fluye / como un remanso de agua fresca, / indefinida, pura / trascendida a su origen / su forma, / su azarbe y limpio estero.

Yo invitaría a participar en este tipo de publicaciones a más gentes de esta tierra de Guadalajara, que las hay, pero que están calladas y quizá solo salgan a vibrar en los “Versos a medianoche” que cada año tras año se celebran ante la broncínea mirada de Ochaíta, tan sólo.

José Ramón López de los Mozos

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinión sobre este libro nos interesa. Escríbela aquí.