lunes, 7 de octubre de 2013

La Casa de los Silva y los Duques de Pastrana

por José Luis García de Paz, 29 de septiembre de 2013

Este libro, del que es autor Antonio Terrasa Lozano, salió a la venta en otoño de 2012  pero no ha sido hasta este verano que he podido leerlo con atención. Ha merecido la pena y puedo recomendarlo pues, si bien es un libro dirigido a un lector universitario, su lenguaje es accesible a lectores de formación media. Simplemente, si desean ampliar o conocer las razones de lo escrito, pueden leer las notas y la bibliografía, en caso contrario se puede leer el texto todo seguido.

Aunque la duquesa de Pastrana más famosa es Ana de Mendoza, la princesa de Éboli, no es la protagonista de este libro, aunque trata sobre ella en cuanto a duquesa y en cuanto a viuda y a tutora de sus hijos pero sin detenerse para nada en la leyenda de sus amoríos. Tampoco se detiene mucho en su hijo menor, al arzobispo franciscano fray Pedro González de Mendoza, mecenas de Pastrana y La Salceda. Es un libro centrado en los duques y duquesas de Pastrana hasta la unión de la Casa de Pastrana con la Casa del Infantado en la persona del quinto duque de Pastrana a finales del siglo XVII, y por ello es un libro que estudia a los Silva y Mendoza, en cuanto a duques y en cuanto a cabeza de la Casa de Silva en los dominios del Rey Católico, y sus alianzas matrimoniales en beneficio de la Casa. No se centra exclusivamente en la localidad de Pastrana sino que abarca todos los dominios de esta Casa ducal desde Portugal a Toledo, Guadalajara, el reino de Valencia o el de Nápoles.

Al heredar en el siglo XVII la parte del león de los dominios de los condes de Cifuentes (salvo el título) quedaron como cabeza de la Casa de Silva, y por esta razón Luis de Salazar y Castro dedica en 1685 al quinto duque de Pastrana su monumental Historia genealógica de la Casa de Silva como “cabeza y pariente mayor” de la misma. La pueden leer entera en http://bibliotecadigital.jcyl.es/i18n/consulta/registro.cmd?id=2337

La protagonista del estudio de Terrasa Lozano es la historia económica de los primeros duques de Pastrana, con todos los pleitos asociados a herencias, compras, ventas y “posibles perjuicios” que la actuación de las madres de los duques, en la minoría de éstos, pudo producir en el patrimonio familiar. Ello hace a Ana de Portugal y Borja (esposa del segundo duque) y a Leonor de Guzmán (esposa del tercero) protagonistas de buena parte de la obra, que devuelve a estas duquesas la importancia que tuvieron en el mantenimiento de la Casa de Pastrana.

Precisamente, por tener propiedades y títulos en coronas separadas pero con la misma cabeza real (Portugal y Castilla, sin ir más lejos) les afectaron las condiciones de la unión y de la separación cruenta de estas coronas. Para poder optar a títulos y señoríos portugueses (y ser virrey en Lisboa), el segundo hijo (y favorito) de la princesa de Eboli, el político y poeta Diego de Silva y Mendoza (1564-1630) conocido como conde de Salinas, tuvo que naturalizarse portugués haciéndose vecino de Castelo de Vide (una localidad portuguesa muy cercana a la frontera), lo que le permitía estar cerca de la corte en Valladolid, y pleitear con su familia y sus súbditos portugueses por La Chamusca, Ulme y Alenquer, así como por el título de duque de Francavilla (Nápoles) con su hermano y sobrino, principalmente. Por ello Terrasa le llama “campeón de los pleitos”. Tras la separación de Portugal en 1640, finalizaron los pleitos relativos a las posesiones en Portugal, posesiones que el rey de Portugal asignó a su esposa Luisa en cuanto a que era biznieta de la princesa de Eboli y, obviamente al ser reina, naturalizada portuguesa.

Como curiosidad, el “Rey Universal” tenía (en cuanto a rey, a su “cuerpo político”) carta de naturaleza de todos sus reinos, aunque la persona del rey (p.e. Felipe IV) hubiera nacido como persona (“cuerpo natural”) en Valladolid (Castilla), un argumento enlazado en las alegaciones de diversos juicios de la casa de Pastrana en el comienzo del siglo XVII en el que los hábiles abogados sabían cómo dar la vuelta a la interpretación de las leyes. Ana de Portugal tuvo notorios pleitos con su cuñado Diego, el virrey poeta, y Leonor de Guzmán tuvo pleitos con su hijo en cuanto a que se consideraba perjudicado como Cabeza de la Casa (“cuerpo político”) por la gestión de su madre en su minoría aunque no a título personal (“cuerpo natural”), cosa entendida por la duquesa viuda Leonor como muestra las mandas y frases de cariño de su testamento a su hijo e, incluso, al conde de Salinas contra quien heredó los pleitos antes mencionados. Este conde tan pleiteador con sus sobrinos y sobrinos-nietos, no dudaba en asistir junto a ellos en las ceremonias de la Corte en todo aquello que fuera para honra, como deber y como derecho de la Casa de Pastana En fin, “tengas pleitos y los ganes” es la conocida maldición, aplicable a esta familia habilidosa en moverse entre los diferentes Consejos que gobernaban el régimen polisinodial de los Austrias.

El libro menciona los buenos momentos de la Casa de Pastrana en la privanza de Lerma y sus problemas durante la de Olivares. No deja, eso sí, de mencionar el valor personal como militar del segundo duque de Pastrana Rodrigo, la vida política y literaria del conde de Salinas Diego, las habilidades como embajador del tercer duque Ruy y los “milagros” que tuvo que realizar el cuarto duque Rodrigo (1614-1676) para recomponer la quiebra económica de su casa a la que le habían llevado los pleitos y, sobretodo, los gastos de las exitosas embajadas en París y Roma de su padre. Su esposa Catalina heredó el ducado del Infantado tras la larga enfermedad y muerte de su hermano, y por ello Rodrigo firmaba como el “duque duque”, como titular de Pastrana y consorte del Infantado.

Su aversión a los gastos, así como a asunción del modelo económico de los duques del Infantado, le hicieron ser acusado de avariento por Jerónimo de Barrionuevo y ser multado una vez por Felipe IV por no acompañar a la Corte a Valencia, pero, en esta época de crisis económica, logró sostener su Casa y poner las bases para su recuperación, que hicieron a su nieto Juan de Dios (VI duque de Pastrana, VII duque de Lerma y X duque del Infantado) el noble más rico de España. El autor también dedica una considerable y merecida atención a las duquesas: Ana de Portugal, Leonor de Guzmán y Catalina de Sandoval y Mendoza.


En resumen, un libro de historia que no debe faltar en las bibliotecas públicas de Guadalajara por tratar de aspectos poco recogidos en los libros publicados sobre Pastrana y su ducado por autores de la provincia de Guadalajara.

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