domingo, 15 de septiembre de 2013

Labros y sus tres leyendas

LABROS. Periódico de la Asociación de Amigos de Labros. Verano 2013, nº 32. 4 páginas.

Una muestra de tesón, de amor a la tierra natal, de esfuerzo cultural en una parcela microscópica de nuestro ámbito provincial: eso es lo que sigue significando la Revista “Labros” que desde hace 32 años (un número, cuatro páginas, por año) nos ilustra acerca de la historia, las costumbres, las fiestas, las actividades sociales, culturales y agrícolas de este pequeño pueblo del Señorío de Molina.
Iniciada por Andrés Berlanga, quien cansado de todo, especialmente desde que vio que sus sueños se venían abajo con la destrucción premeditada y oficializada del “portegao” de la villa, dejó su elaboración, ahora es seguida con el entusiasmo y el buen hacer que le es característico por Mariano Marco Yagüe, acompañado en la maquetación, realización de textos y labores de gestión por Paula Marco, Vicenta Marco, Mar Tomás, Charo Merino y José María Gutiérrez.
En el número de este año 2013, quizás destacaría la última página, en la que aparece el texto de “Labros y sus tres leyendas” componiendo una memoria de las explicaciones que popularmente se han dado al origen del nombre del pueblo, y a las raices prehistóricas y clásicas de su entorno. Pero antes el lector se ha enfrentado a su portada, con una “Carta de la Presidenta de la Asociación” en la que Mar Tomás Utrera insiste en la necesidad de seguir esta tradición, y mantener vivo este nexo de unión que es el periódico. Un escrito sin firma, pero muy redondo y humano, es el que “Dicen que en la mesa se conoce a los amigos” completándose con el programa de las fiestas patronales que este años e han celebrado entre el 16 y el 18 de agosto, en ese fin de semana.
Las dos grandes páginas del interior de la publicación están protagonizadas por textos de Charo Merino (la noticia de la reunión en Madrid de los amigos de Labros), de Vicenta Marco (con la memoria de los “Remedios labreños”) y de Mariano Marco, quien evoca la situación y función de las eras y los pajares del pueblo, con datos documentales, así como una entrevista al simpático Manolo Román, alma del pueblo con sus ganas de fiesta y sus apoyos materiales a todo lo que sea recuperar antiguas tradiciones. La referencia a la “Vida familiar” con la crónica de nacimientos, matrimonios y muertes, se conjuga con la noticia de un labreño deportista al volante de una moto con sidecar. El recuerdo de las fechas en que los cazadores pueden apretar el gatillo a su gusto, sirve para completa esta breve y entrañable publicación, ejemplo de lo que se puede hacer sin apenas presupuesto, pero con muchas ganas de mantenerse vivos: enhorabuena a Labros y los labreños por seguir dando vida a las páginas de su anual periódico.


A.H.C.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinión sobre este libro nos interesa. Escríbela aquí.