viernes, 7 de junio de 2013

Los hijos del Cardenal


Boletín de la Asociación de Amigos del Museo de Guadalajara (B.A.A.M.GU.), n.º 4 (Guadalajara, 2008-2013), 160 pp. (ISSN: 1889-173X).

Tras un largo periodo de casi cinco años, por fin ha visto la luz el número 4 del Boletín de la Asociación de Amigos del Museo de Guadalajara (2008-2013).
La presente entrega contiene media docena de trabajos, una memoria de las actividades desarrolladas por el Museo de Guadalajara durante los años 2008 a 2012 y una extensa bibliografía con Historia y Geografía, Arte, Antropología, Etnografía y Folklore, y Congresos, Encuentros, Jornadas, Mesas Redondas, Puestas en Común, Revistas de Estudios y Asociaciones Científicas, Simposios, etcétera, centrada exclusivamente en temas relacionados con la provincia de Guadalajara,  generada en el periodo de tiempo antes mencionado.
Los trabajos de que consta el presente número son los siguientes:
*Ángel RODRÍGUEZ REBOLLO, firma el titulado “Nuevos datos para el estudio de los cuadros del Museo de Guadalajara” (pp. 5-27), que constituye un eslabón de la no muy extensa cadena iniciada por D. Elías Tormo en 1917, a través de sus conocidas “Cartillas Excursionistas”, publicadas en el Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, en las que analizó algunos de los numerosos cuadros colgados entonces en las galerías del Palacio Provincial, y que, pese a su escueta brevedad, siguen vigentes en muchos casos; labor que muchos años más tarde, en 1974, continuó el profesor Pérez Sánchez.
El estudio se centra principalmente en la obra titulada “Santos Juanes”, atribuida por el autor del trabajo al florentino Romulo Cincinato (ca. 1540-1597) -véase Academia, 2001-, recientemente recuperada para la colección de Bellas Artes del Museo, al igual que una “Visión de San Jerónimo”, que también relaciona con Cincinato que en este caso debió contar con la participación de algún ayudante de taller, lo que no desmerece la calidad de la pintura, y que compara con el fresco del mismo asunto que el mismo artista realizó entre 1584 y 1585 para el coro de la Basílica de San Lorenzo del Escorial, de semejante composición y salvando las diferencias lógicas existentes entre el fresco y el óleo, ambas posiblemente inspiradas en un grabado de Gerard de Jode de hacia 1550-1560 que representa a San Jerónimo en su estudio y que inspiró a su vez, al parecer, a la verdadera fuente iconográfica del cuadro, recientemente descubierta por Rodríguez Rebollo, que es una ilustración que aparece en una de las primeras páginas de la Vida de S. Geronimo Dotor de la Santa Iglesia, publicada por fray José de Sigüenza, en Madrid (1595), en la imprenta de Tomás Iunti, y cuya vinculación -entre el cuadro y la estampa- es innegable, a pesar de que también debió seguir el modelo de otra estampa para la escena del Juicio Final, en este caso copiada del grabado del mismo título, obra de Johannes Sadeler I (1570-1600).
Aunque no hay constancia documental de la procedencia de este cuadro, lo más probable es que proceda, al igual que el de los “Santos Juanes”, del monasterio jerónimo de San Bartolomé de Lupiana.
Además, analiza otras obras atribuidas al círculo de Eugenio Cajés, como la “Virgen contemplando a Cristo en el Calvario”, procedente del monasterio de San Blas de Villaviciosa y un “San Juan Bautista con el cordero”, que debe atribuirse sin reservas a Juan Carreño de Miranda.
*José Luis GARCÍA DE PAZ colabora con un artículo acerca de “Las mujeres y los hijos del Gran Cardenal Mendoza. Su legitimación” (pp. 29-55).  
En él da a conocer con abundancia de datos las circunstancias que propiciaron su unión con Doña Mencía de Lemos, con la que tuvo dos hijos: Rodrigo de Mendoza, que después sería el primer Marqués de Cenete, nacido en 1468, cuando Don Pedro ya ocupaba la silla obispal de Sigüenza, y Don Diego de Mendoza, dos años menor que el anterior. La relación con Doña Mencia parece ser que finalizó en noviembre de 1473 (recibió un juro de 80.000 maravediés de las salinas de Atienza), momento que vino a coincidir con el nombramiento de Don Pedro como Cardenal y pocos días después con el de Arzobispo de Sevilla y Canciller Mayor de la reina Isabel “la Católica”, en cuya corte de Valladolid conoció a doña Inés de Tovar, que en 1476 le da su tercer hijo: Don Juan Hurtado de Mendoza.
Hijos los tres que el Cardenal necesitaba legitimar tanto por los reyes, -que le debían su apoyo para lograr el trono-, como por el Papa, -a la sazón Rodrigo de Borja o Borgia, llamado Alejandro VI- al que conoció en 1472 tras su visita a Castilla, -que también tenía varios hijos-, como así sucedió.
García de Paz penetra en profundidad en la vida y la obra de los tres vástagos del Cardenal, los “bellos pecadillos”: Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, Marqués de Cenete; Diego de Mendoza, primer Conde de Mélito, y Juan Hurtado de Mendoza, o simplemente Juan de Mendoza “el Comunero”.
En un breve apartado recoge algunos datos acerca de las casas que el Cardenal poseyó en Guadalajara, frente a la iglesia de Santa María y cuyas obras en gran parte se debieron a Lorenzo Vázquez, para finalizas su trabajo con la transcripción de media docena de documentos de la colección diplomática del Cardenal, publicados por Francisco Javier Villalba Ruiz de Toledo (en Cuadernos de Historia Medieval. Sección Colecciones Documentales 1, 5-521. Cantoblanco. Universidad Autónoma de Madrid, 1999) y una selecta bibliografía.
*Agustín RÁBANO RÁBANO (+) estudia la importancia de los “Rayos X en el arte: Respuesta a muchas incógnitas. Análisis radiológico de las colecciones pictóricas del Museo de Guadalajara” (pp. 57-67) y entrega una pequeña muestra de las radiografías realizadas en obras pictóricas del Museo de Guadalajara, de las que comenta algunos detalles observados en la “Aparición de la Virgen y el Niño a San Francisco” (de la escuela madrileña de Juan Carreño de Miranda) como son las rectificaciones que se llevaron a cabo en algunas zonas de la cara, nariz y boca, con respecto a la imagen actualmente visible; en una “Inmaculada Concepción”, también atribuida a la escuela de Carreño, que fue realizada sin perfilar los contornos de la figura, a base de pinceladas sueltas y poco cargadas de materia, en la cara, y una “Visión de San Francisco de Asís”, anónima, del siglo XVII y taller atribuible al Greco, en la que debido a la diferencia de densidades se puede apreciar una imagen con baja absorción.
*Elena GARCÍA ESTEBAN, restauradora de obras de arte, ofrece al lector los resultados de sus trabajos de investigación, documentación, conservación y restauración, llevados a cabo en una “Dolorosa” atribuida a José de Mora, que se encontraba en la capilla del Cementerio Municipal, en su artículo titulado “José de Mora: Virgen Dolorosa del Ayuntamiento de Guadalajara”, (pp. 71-81).
Dicha obra aparecía camuflada por antiguas y desafortunadas intervenciones, además de por el paso inexorable del tiempo, por lo que procedió, dado su interés, a su conservación -frente a una restauración integral- que la devolviese a su estado original, en óptimo estado de conservación, respetando incluso algunas pérdidas como testigos históricos y posponiendo otras actuaciones para el futuro. Se trata del busto en madera tallada, estucada y policromada al óleo, de una Virgen Dolorosa, con aplicaciones de vidrio en los ojos y hueso o marfil en los dientes, datada en el último tercio del siglo XVII, propiedad del Ayuntamiento de Guadalajara que la expone en su Centro Municipal Integrado “Eduardo Guitián”.
*José Antonio RANZ YUBERO y quien esto escribe aportan un completo estudio sobre la “Toponimia menor de Guadalajara: Cifuentes” (pp. 83- 121), basado en el análisis de los topónimos más destacados por su interés o rareza, elegidos de entre una nómina de setecientos doce, que relacionan, además de otros ciento setenta y nueve de carácter urbano.
*José Miguel MUÑOZ JIMÉNEZ, de la Universidad Europea de Madrid, escribe acerca de “Una nueva obra del escultor Felipe de Aragón (c. 1574-1656): La imagen de N.ª S.ª de Matute en Vegas de Matute (Segovia)” (pp. 123-133), un escultor que va cobrando más importancia cada día dentro del círculo escultórico de la ciudad de Segovia, uno de los más importantes de Castilla. En su trabajo, Muñoz Jiménez, da a conocer una nueva obra de Felipe de Aragón, correspondiente a su época de madurez (1643), que califica de “apreciable calidad” y que hay que añadir a la reducida lista de obras de este autor que han llegado a nosotros.   
Los datos acerca del pago por la realización de la talla, nos dice, aparecieron casi por casualidad, en el Libro de Rentas de ntra Señora de matute deste lugar de las vegas, jurisdizión de la ciudad de Segovia, que comienza en 1602, y se completa con otras muchas notas biográficas y la valoración de su obra en el contexto segoviano, para centrarse en la propia talla de la Nuestra Señora de Matute, una Virgen Theotocos (Madre de Dios, representada como Virgen en Majestad, con su Hijo sobre el brazo izquierdo), de pie, al modo renacentista, arcaizante, de un metro y veinte centímetros de altura y excesivamente repintada.
*En las páginas 135-145 se recuerdan las “Actividades del Museo de Guadalajara (2008-2012)” más destacadas que, sin lugar a dudas, servirán en su día como ficha de trabajo, a modo de documento de capital importancia, para la realización de una Historia completa del Museo Provincial.
*Finaliza el conjunto de trabajos con la extensa “Bibliografía de Guadalajara (2008-2012)”, cuyas notas más sobresalientes se han comentado más arriba.
La presente edición ha contado con una ayuda económica del Patronato Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Guadalajara.

José Ramón López de los Mozos

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