domingo, 13 de marzo de 2011

Nos deja un escritor y etnólogo





En recuerdo de Antonio Aragonés Subero

- ARAGONÉS SUBERO, Antonio, Danzas, rondas y música popular de Guadalajara, 1.ª ed. Guadalajara, Patronato de Cultura “Marqués de Santillana”. Diputación Provincial de Guadalajara, 1973, 262 pp. (2.ª ed. Guadalajara, Patronato de Cultura “Marqués de Santillana”. Diputación Provincial de Guadalajara, 1986, 262 pp.).

- Gastronomía de Guadalajara, 1.ª ed. Guadalajara, Institución de Cultura “Marqués de Santillana”. Excma. Diputación Provincial de Guadalajara, 1973, 270 pp. (2.ª ed. Guadalajara, Institución de Cultura “Marqués de Santillana”. Excma. Diputación Provincial de Guadalajara, 1985, 268 pp.).

- “Gastronomía, Matanza, Panadería y Dulcería”, en Cultura Tradicional de Guadalajara, Guadalajara, Institución Cultural “Marqués de Santillana”, 1985, pp. 21-27.

- “El paso del marojo. Ritos de paso y tradiciones mágico-medicinales”, Cuadernos de Etnología de Guadalajara, n.º 24 (Guadalajara, 1992, 4.º), pp. 7-60.

Días pasados falleció en Madrid, donde vivía, el conocido folclorista alcarreño Antonio Aragonés Subero. Se ha ido para siempre, pero su recuerdo permanecerá en quienes lo conocimos y tratamos personalmente a través de las reuniones de la hoy añorada Institución Provincial de Cultura “Marqués de Santillana”, que tanto significó para el desarrollo de la Cultura de Guadalajara, y tuvimos la suerte de compartir con él un vaso de vino de la bodega de su pueblo, Yélamos de Abajo, al que tanto quería. Pero el tiempo es inexorable y por eso, ahora, creo que el mejor homenaje que podemos hacer en su memoria, es releer la obra que dejó publicada y darla a conocer a cuantos hasta todavía la ignoran. Sirvan, pues, estas líneas, como el sencillo homenaje al que me he referido.
En el año 1973 vieron la luz dos libros suyos, los más conocidos: Danzas, rondas y música popular de Guadalajara y Gastronomía de Guadalajara. El primero de ellos, cuya cubierta diseñó el cartelista Fernando Humanes, fue entrañablemente prologado por el Dr. Cortijo Ayuso, por entonces Presidente de la Sección de Literatura de la Institución Provincial de Cultura, encargada de calificar los trabajos presentados al Concurso “Danzas, Rondas y Música Popular”, instituido por la Diputación Provincial con motivo de la celebración del XI Día de la Provincia, el año 1972, y del que el libro que comentamos fue justo ganador.
Se trata de una amplia antología del folclore de Guadalajara, en la que el lector interesado podrá encontrar un amplio espectro de manifestaciones, algunas ya perdidas para siempre como “El japé” de Moratilla de los Meleros. Así, botargas, judas, paloteos y otras danzas, fiestas de Santa Águeda, cencerradas, toros de fuego, mayos, rondas y cantos de gran interés por lo que aportan al mejor conocimiento del folclore provincial. Hoy es un libro importante para poder comparar aspectos puntuales sobre determinadas fiestas y tradiciones que han sufrido notables variaciones con el paso del tiempo, algunas ya perdidas, como queda dicho, pero algunas otras recuperadas.
La segunda edición, con cubierta de César Gil Senovilla, varía en algunas fotografías e incluye algunas más en color, así como un prólogo de Francisco Tomey, a la sazón Presidente de la Diputación Provincial.
El segundo libro -Gastronomía de Guadalajara- lleva una cubierta realizada por Rafael Pedrós: el bodegón titulado “Sopas de ajo” y un “Prologuillo jolgorioso” escrito por Camilo José Cela, tras el que figura una “Justificación” del propio Aragonés que advierte “que una cosa es un libro de cocina y otra muy distinta una guía gastronómica” y donde nos recuerda que su afición al tema no le llegó por la comida, sino a través de la apasionante lectura de un Cuaderno de recetas de cocina firmado por un tal Padre Salsete, manuscrito fechado en Pamplona en el siglo XVII, además de otras lecturas mas refinadas como las de Ruperto de Nola (1477), así como las aportaciones de los doctores Layna Serrano y Castillo de Lucas. Una “Justificación” llena de gracejo, fechada “En mi bodega de Yélamos de Abajo, una noche de mayo de 1972”.
El libro aparece dividido en dos partes muy distintas: por un lado van primeramente unos trabajos literarios acerca de aspectos coquinarios o con la cocina emparentados, uno por cada mes, por ejemplo: “Un leonés vendía lechones en la Alcarria” (enero), “De lo que comió y bebió en Semana Santa un fraile predicador” (abril), “Un confitero a quien no gustaba el dulce” (agosto), o “Un peñalvero allegando géneros” (noviembre), a la manera de los antiguos cuentos. La segunda parte consiste en una larga serie de “Recetas de los guisos y otras cosas de la provincia de Guadalajara” realizadas a base de leche (leche frita, calostros con miel); queso (queso frito, pan de requesón); huevos (tortillas varias, mojao de Alocén); pan (pan cenceño, caridad, matambre); migas (alcarreñas, campiñeras, canas); sopas (de ajo, de almendras y piñones, de leche, llorona, consumado del cura); gachas (de pastor, de matanza, del Tío Eustaquio); ajo (aceitajo, salmorejo, breve); potaje (adafina, olla podrida, cocido de rastrojo, potaje de vigilia, hartatunos); arroz (con costillas de cerdo, con habas); hortalizas, ensaladas y gazpachos (setas de cardo, pepirrana, bacaolivas, cardillos, collejas); y carnes, de vaca (galianos, chilindrón, ajo arriero); cerdo (morteruelo, destripaos, somarro); caza (conejo escabechado, conejo tojunto, liebre con arroz); perdiz (escabechada yelamera, palominos del convento, tordos en escabeche); pollo (tetillas de gallina, a la chilindrina, pepitoria de ave); pesca (truchas de Trillo, anguila en salsa verde, tortilla de cangrejos); bacalao, arenques, besugo, caracoles y ancas de rana (bacalao del molinero, de cuaresma, en ensalada, topos de agua, lagarto); vino, vinagre y licores (mistela, sopas de aguardiente, nueces en morillejo, chapurriao, zurra con miel); frutos secos (cañamones, nueces, piñas, pipas de calabaza, aceitunas, bellotas, palomitas, moras); tisanas, vahos y otras cosas (ajo, amapola, cominos, menta, poleo, té de roca, ortigas) y miles de dulces.
El comer y el beber en refranes y modismos, Olla revuelta (a modo de cajón de sastre) y Apodos alcarreños relacionados con la gastronomía completan el libro, que finaliza con una selecta bibliografía de quince títulos.
La segunda edición, al igual que el libro de Danzas, rondas…, también lleva una cubierta realizada por Gil Senovilla, y un prólogo de Francisco Tomey.
El mismo año que apareció la segunda edición de la Gastronomía de Guadalajara, 1985, Antonio Aragonés colaboró con otros miembros de la Sección de Etnología de la Institución “Marqués de Santillana” (José Antonio Alonso Ramos, M.ª Teresa Butrón, Eulalia Castellote, Francisco Cortijo, Jesús García Perdices, Antonio Herrera Casado, Tomás Nieto Taberné y quien esto escribe), en la edición de un librito: Cultura tradicional de Guadalajara, destinado principalmente a los jóvenes de Guadalajara, con motivo de la celebración del Año Internacional de la Juventud: Participación, Desarrollo y Paz, así designado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su sesión de 24 de enero de 1980.
El trabajo presentado por Antonio Aragonés trata de “Gastronomía, Matanza, Panadería y Dulcería” y en él se deja notar cierto aire de nostalgia, al considerar que la tradicional fiesta de la matanza, con toda su parafernalia, había desaparecido casi por completo de la faz provincial por culpa de las carnicerías, lo mismo que sucedió con los hornos de pan cocer, a base de leñas de encina, jara, sabina o enebro, que también sucumbieron ante las maquinarias modernas totalmente electrificadas.
De 1992 data el extenso artículo que, sobre El paso del marojo, vio la luz en la revista Cuadernos de Etnología de Guadalajara, 24 (de cuyo Consejo de Redacción formó parte desde su fundación, en 1986, hasta 2010). En él, Antonio Aragonés, describe este rito milenario -la curación de la hernia inguinal infantil al pasar a la criatura por entre la rama desgajada de un roble o marojo-, partiendo del escenario donde tiene lugar (que en este caso fue Chillarón del Rey), sus protagonistas (“pasadores” o padrinos, que necesariamente deben llamarse Juan y María), la fecha, siempre coincidiendo con el solsticio de verano (o día de San Juan, al salir el sol por el horizonte), el mismo ritual dentro y fuera de España, el culto arbóreo, magia, canciones, refranes, topónimos, etc., añadiendo a todo lo anterior el valor documental de las fotografías tomadas en el momento de realizarse “el paso”.
He aquí la obra escrita (sabemos que desde hacía años estaba recogiendo datos para redactar un “Palabrario” que nos gustaría ver publicado) por este buen amigo que se nos ha ido. Séale la tierra leve.

José Ramón LÓPEZ DE LOS MOZOS

1 comentario:

  1. Mi recuerdo también personal, emocionado, para este buen amigo, escritor y buen conocedor de las costumbres, de la idiosincrasia y el ser auténtico de esta tierra, la Alcarria, en la que él vivió y a la que tanto quiso.

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