GAMO PAZOS, Emilio, “La
colección numismática del antiguo Museo de Guadalajara: 1838-1902”, en Documenta & Instrumenta, 12 (Universidad
Complutense de Madrid, 2014), pp. 119-144. (ISSN: 1697-4328).
El investigador Emilio Gamo
Pazos ofrece al lector un interesante trabajo en el que aborda el estudio de las monedas que se
conservaban en el primitivo Museo Provincial de Guadalajara; un conjunto
monetario que procedía de distintos yacimientos arqueológicos en los que se
llevaron a cabo algunas intervenciones arqueológicas en el momento de su fundación, es decir, a mediados
del siglo XIX.
El trabajo se ha
llevado a cabo a través de la revisión de los documentos de ingreso de
numerosas piezas en el Museo que comentamos, que al mismo tiempo ha permitido,
aunque sólo en parte, averiguar el origen de algunas monedas.
Estudio que permite por
otra parte y al mismo tiempo, conocer la circulación monetaria durante la
Antigüedad en la Meseta oriental y, por lo tanto, de la numismática de algunos
pueblos antiguamente ubicados en la Celtiberia, que en la actualidad
corresponden administrativamente a la
provincia de Guadalajara, como Checa, en otros, por citar alguno de los más
interesantes desde el punto de vista de procedencia de los ponderales que se
estudian en el presente trabajo.
Conjunto numismático
inédito hasta el momento, perteneciente al antiguo Museo de Guadalajara, que ha
sido posible estudiar -en parte- gracias a la documentación conservada en la
Comisión Provincial de Monumentos, así como en los archivos de Guadalajara,
Real Academia de la Historia y Real Academia de Bellas Artes de San Fernando,
de las piezas que ingresaron en dicho Museo entre los años 1838 y 1902, lo que,
a su vez, ha permitido averiguar el contexto arqueológico de algunas monedas
como, por ejemplo, su circulación, los intercambios comerciales que se
produjeron en aquel tiempo y las rutas de comunicación y comerciales del
momento, lo que contribuye, también, a ampliar los conocimientos de la
caminería en la Antigüedad.
Sin embargo, como
señala Gamo Pazos, el estudio de estos aspectos numismáticos se encuentra con
un grave problema: la escasez de datos sobre los que obtener conclusiones
fiables siguiendo a Gozalbes (2008) en su trabajo “Aspectos numismáticos de
Guadalajara en la Antigüedad (Siglos II-I a. C.)”, al que habría que añadir la
escasez de los hallazgos numismáticos en excavaciones arqueológicas, puesto que
gran parte de las monedas documentadas de esta cronología proceden de
encuentros casuales o excavaciones antiguas en las que el origen no es siempre
seguro, de manera que en muchas ocasiones se conoce el nombre de la localidad
de procedencia, pero no el del yacimiento en concreto, por lo que la búsqueda
del contexto arqueológico de las monedas del antiguo Museo de Guadalajara cobra
especial interés para el conocimiento de la numismática de este periodo en esta
área concreta.
Tras esta introducción,
el trabajo se centra en la propia colección numismática del Museo de Guadalajara, vista a la luz de la información documental, por lo que comienza
por dar a conocer las distintas ubicaciones que fue ocupando dicho Museo desde
su fundación por la Junta Científica y Artística de Guadalajara (Comisión
Provincial de Monumentos desde el año 1844), en 1838, en el convento de la
Piedad, hasta que en 1861 la Diputación lo desmontó y sus colecciones fueron
dispersadas por diferentes instituciones y, en 1873, fue reubicado en el
Palacio del Infantado, donde permaneció hasta 1878 puesto que el Duque de
Osuna, propietario del edificio, lo vendió al Ministerio de Guerra para dar
acogida a un Colegio de Huérfanos, por lo que la colección debió ser trasladada
al convento de la Concepción y a otros edificios; pero, desgraciadamente, en
1899 la techumbre del mencionado convento de concepcionistas se derrumbó y las
colecciones que albergaba tuvieron que ser instaladas, con mejor o peor suerte,
en el por entonces recientemente construido edificio de la Diputación Provincial.
Es en 1902 cuando
Carmelo Baquerizo realizó un inventario o catálogo de los materiales del Museo
contenidos en la Diputación y otros centros, describiendo el conjunto
numismático entonces existente de la siguiente manera:
“Tres monedas de plata; una del
Emperador Trabajo, otra de Don Pedro, Rey de Castilla y la otra de Calígula, y
además ciento catorce monedas de cobre de diferentes épocas, entre las que se
encuentran de Trajano, Antonino Imperial, Adriano, Tiberio, Cesar Augusto,
Celsa Municipal, Celtíbera, Geta, Turiasu, Cartaginesa, Vespasiano, Segobriga
municipal, Bilbilis, Constantino, Col Victix, Benedictina, Escavica, Graciano,
Romana Consular, Segisa Celtibérica, Aliga Celtibérica, Victorino, Galba,
Maximiano y Focas, no habiendo sido posible hacer la clasificación de las
noventa monedas restantes, por las malas condiciones de las mismas”.
Muchos años después, en
1973, se instaló el Museo de Guadalajara en el Palacio del Infantado, donde aún
permanece, en el que posteriormente la Diputación ingresó la colección
numismática que se comenta en el trabajo de Gamo Pazos.
Se conserva en el
Archivo del Museo un documento denominado: “Acta
de entrega y recepción de un tesorillo de mondas y otros objetos antiguos, así
como dos terracotas existentes en la sede de la Excma. Diputación Provincial de
Guadalajara” (19-VI-1975), en el que se alude a un conjunto de 102 monedas
en el que faltan las de plata mencionadas en la descripción de Baquerizo. El
hecho real es que estas monedas fueron ingresadas acompañadas de las etiquetas
que tenían en el antiguo Museo, que todavía se conservan.
Emilio Gamo pasa
seguidamente a investigar acerca del origen
de las piezas mediante el estudio de la documentación rastreada en
diversos archivos.
Una parte importante
del monetario conservado procede del término de Checa, donde realizó algunas
excavaciones el sacerdote de la localidad, don Faustino Hernando, quien en 1845
envió a la Comisión de Monumentos una serie de objetos arqueológicos y monedas,
de cuyo envío se conserva una memoria -hasta ahora inédita- en el archivo de la
Real Academia de Bellas Artes San Fernando, en la que se describen
pormenorizadamente las “42 monedas de
plata y cobre, unas armas y, otros objetos del uso de aquella época acompañándola
de una memoria” enviadas.
En la citada Memoria de los hallazgos de Checa se
alude a tres yacimientos: “Castil Griegos”, “El Cubillo” y “Castillarejos”,
datados en las últimas fases de la cultura celtibérica.
Se dio también entrada
a monedas procedentes de Hijes; concretamente de tres encontradas de la villa
romana de “Los Arroyos”: “… dos del
Emperador Graciano y otra de Constantino, Pío, Félix, Augusto”, además de
algunos otros materiales, monedas incluidas, hallados en las obras de
ferrocarril Madrid-Zaragoza, en 1859, aunque las monedas no llegaron al Museo
de Guadalajara sino a la Real Academia de la Historia.
Otros hallazgos fueron
realizados por Francisco de Uhagón en la villa romana de Gárgoles de Arriba y
en Alaminos (sólo una).
La descripción de las
piezas es metódica y exhaustiva y comprende un total de 104 monedas y da paso a
una serie de conclusiones generales en las que se expone que el estudio de las
colecciones antiguas, combinado con la búsqueda de datos archivísticos
adecuados, permite una importante aproximación a la contextualización de los
distintos materiales encontrados en los yacimientos arqueológicos antiguos y,
por otro lado, arroja luz sobre los comienzos de la arqueología romana en
España, aportando datos sobre las excavaciones llevadas a cabo a lo largo del
siglo XIX, que se ven complementadas con otras actuales. También se ofrecen
datos sobre la circulación monetaria en esta área y, además, esta colección de
monedas muestra ciertas coincidencias con otros conjuntos numismáticos
anteriormente publicados sobre la provincia de Guadalajara, destacando la
numerosa presencia de monedas procedentes de cecas oriundas del valle del Ebro
como zona de confluencia de los valles del Henares, Tajo y Tajuña, como vía de
comunicación tanto comercial como cultural.
Finaliza el trabajo con
una selecta bibliografía.
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