BARRIO ONRUBIA, Salvador, “Los límites entre
las diócesis de Sigüenza y de Osma en el año 1229”, Revista
de Soria, n.º 84 (Soria, Revista Cultural e informativa de la Diputación
Provincial de Soria, Primavera 2014), pp. 61-77.
Nos encontramos con este interesante trabajo
la divulgación de un documento, datado en 1229, en el que se fijan los límites
entre las diócesis de Osma y Sigüenza.
El documento fue dado a conocer por Lucien
Auvray en un artículo titulado “Un acte de la Légation du Cardinal Jean Halgrin
en Espagne”, que se publicó en Melanges
d’archéologie et d’histoire (pp. 165-179).
Tras una breve introducción en la que sitúa
espacio-temporalmente al lector, Auvray transcribe -que no traduce- el
documento, originalmente escrito en latín, relacionando a pie de página los
nombres de personas y lugares que figuran en él.
Barrio Onrrubia indica que son muchos los
lugares que señala erróneamente o no ubica correctamente, puesto que bastantes
de ellos ya eran considerados despoblados cuando redactó su trabajo.
El autor, después de acercarnos a la
evolución sufrida por los límites de la diócesis oxomense, los confronta con
los también sufridos por la de Sigüenza, dando a conocer el acta antes
mencionada, escrita en latín y dictada por Jean Halgrin, anotando nuevamente
todos los personajes y lugares que se mencionan en ella y añadiendo la
anotación (D) en aquellos lugares despoblados a comienzos del siglo XX.
Posteriormente ofrece una breve glosa de los
despoblados mencionados, que son 33, para finalizar con una reseña acerca de
tres aldeas, llamadas Liceras, que
aparecen en dicha acta.
Acompaña el estudio con numerosos planos y
mapas actuales en los que marca los límites entre ambas diócesis y rodea con
una línea de rótulos los lugares que
están en el mapa original y, los que no aparecen en éste, se anotan sobre el
propio mapa destacados en rojo para las parroquias y lugares de Osma y en azul
para los de Sigüenza.
En realidad no se conoce la delimitación
primitiva de la diócesis de Osma (ni cuando se instauró). Se sabe que existía
en tiempos godos, cuando el obispo Juan (591-606) firmó las actas del octavo
concilio toledano.
Pero el caso es que tras la reconquista,
arrebatadas las tierras a los musulmanes, se reinstaura la diócesis y se fijan
sus límites (1088) en el concilio de Santa María de Husillos (Palencia), por
iniciativa del arzobispo de Toledo que consideraba Osma como sufragánea suya.
Según los acuerdos de Husillos, entraban en
los límites diocesanos de Osma los siguientes lugares: Boceguillas, Maderuelo,
Sepúlveda y Ayllón (actualmente pertenecientes a la provincia de Segovia), además
de Berlanga y Almazán.
Poco después de entregaron al obispo
segoviano los lugares mencionados, excepto Ayllón, que se adjudicó a Sigüenza,
junto con Berlanga y Almazán, perdurando los problemas, en unas ocasiones por
culpa del obispo de Osma que no admitía los nuevos límites con Sigüenza, y en
otros por la de los párrocos y vecinos de los pueblos que no querían reconocer
la autoridad del obispo seguntino.
El laudo del cardenal Halgrin vino a resolver
“casi” definitivamente esas diferencias territoriales.
Y digo “casi”, porque quedaba una zona poco
definida, hasta que en 1268 se llegó a un acuerdo. En el monasterio de Santa
María de Huerta se reunieron los obispos Andrés de Sigüenza y Agustín de Osma,
reconociéndose por ambas partes que este último tenía la propiedad de las
iglesias de Serón de Nágima (a la que acompañaban las de Cañamaque, Torlengua y
Valtueña) y de Monteagudo de las Vicarías (con Chércoles y Fuentelmonge).
Delimitación casi definitiva hasta la década
de los cincuenta del siglo XX, en que se hicieron coincidir los límites de las
diócesis con las actuales delimitaciones provinciales.
El documento de 1229 no aparece registrado en
Loperráez Corvalán -en su colección diplomática de la diócesis de Osma (Descripción histórica del Obispado de Osma
con el catálogo de sus prelados, por Juan Loperraez Corvalan, Canónigo en la
Santa Iglesia de Cuenca, é individuo de la Real Academia de la Historia,
Madrid. En la Imprenta Real, 1788, 3 tomos)-, ni en la colección diplomática
que contiene la Historia de la Diócesis
de Sigüenza y de sus Obispos (Madrid, 1910-1913, 3 tomos) de Fray Toribio
Minguella y Arnedo, aunque al parecer lo debió conocer dado que publica una
relación de los pueblos limítrofes de la diócesis seguntina (y cuando se
publicó el primer volumen de la Historia
de la diócesis de Sigüenza, ya había visto la luz el trabajo de Auvray).
De todas formas, Barrio Onrubia ha manejado
una transcripción “ligeramente distinta”, por lo que piensa que fue él (o sea
Minguella), quien observó el documento en el Vaticano, tal vez en alguna visita
“ad límina”, o encargó a alguien que
lo hiciera por él.
Según Auvray el documento se encontraba en
el Registro 17 de los Archivos del Vaticano, número 2299 de los registros de
Gregorio IX.
El documento, que ocupa las páginas 63 a
comienzos de la 65, con anotaciones al pie, sirve de entrada al estudio de los
despoblados, recordando nuevamente, que los que se estudian constan como
despoblados anteriormente al siglo XX.
Han sido agrupados según las demarcaciones
que figuran en el documento de referencia. Para su descripción se ha manejado
“cuanta información hemos podido recopilar”, especialmente el libro de Gonzalo
Martínez Díez (Las Comunidades de Villa y
Tierra de la Extremadura Castellana. Estudio Histórico-Geográfico, Madrid,
Editora Nacional, 1983), al que remite sin que aparezca citado en la
bibliografía final.
Tras un breve estudio de los despoblados
analiza en caso de Liceras. De los tres “Liceras”, según consta en el documento
de 1229: “tres aldee que vocantur hoc nomine: Lizeras” (“tres aldeas que son
llamadas con este nombre: Liceras”), al parecer distintos, aunque en la
actualidad sólo perviva uno con ese topónimo.
Minguella cita las iglesias de “Liceras de
Fortum, Fortúnez y Liceras de la Torre Montejo” que San Martín de Finojosa donó
a Santa María de Huerta, y que según Barrio Onrubia son los actuales Liceras,
Montejo de Tiermes (antes Liceras) y Torresuso, que según insiste, en su día
pudieron haberse denominado Licera de Abajo, Licera de Enmedio y Licera de
Arriba (o de Suso), cosa ya expuesta en el libro de Teodoro García García, Historia y Tradiciones de Ayllón y su tierra
(Madrid, 1985), que hemos manejado en alguna ocasión, añadiendo numerosos casos
más para esclarecer esta teoría que creemos suficientemente demostrada.
Quien esto escribe considera que es muy
importante leer, estudiar, ver, investigar, escudriñar lo más que se pueda
acerca de los pueblos que en la actualidad quedan junto a la raya provincial.
En muchos casos fueron pueblos que formaron parte de una misma forma de ser, de
una misma historia, puesto que los límites casi siempre han sido algo más o
menos administrativo y un tanto ficticio, especialmente a partir de la España
Contemporánea.
Guadalajara, Soria y Segovia, parte de Madrid
y de Teruel, de Zaragoza y de Cuenca, siempre fueron pueblos que vivieron unas
mismas historias, de modo que sus formas de ser vienen a las semejantes. Poner
límites a la Historia sería algo descabellado en los tiempos que corren.
José Ramón LÓPEZ DE LOS MOZOS
Soy Salvador Barrio, muchas gracias por haberme leído.
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