BERLANGA, Andrés, Sucesos, Salamanca, Amarú Ediciones (col. mar adentro, 53), 2013,
118 páginas. (ISBN: 978-84-8196-352-6).
Disfruté leyendo La
Gaznápira -aun hago algunos trabajillos acerca de su “palabrario” o de la
toponimia que contiene entre sus páginas, aunque, en ocasiones sea ficticia- y
también he disfrutado leyendo esta colección de relatos que presento en esta
ocasión.
Lo propio creo que le ocurrirá al lector; que se
encontrará con una gavilla de más de cincuenta escritos breves, en ocasiones
muy breves, surgidos del alma del pueblo, de ese pueblo que te da la noticia
diariamente a través de las páginas de los periódicos y también a través de sus
ocurrencias, muchas veces absolutamente descabelladas.
Pues bien, estas noticias le han servido a Andrés
Berlanga, buen observador de lo cotidiano, para tras pasarlas por la turmix de
la creación literaria, convertirlas en pequeños comentarios llenos de razón y
de ironía desenvuelta y alegre -ese arma de construcción masiva, como dice el
propio Andrés Berlanga-, que no de esa otra ironía cargada de mala leche y que
algunos escritores emplean para expulsar su dolor de barriga-, es decir, la
ironía inteligente que, más que a risa, provoca una sonrisa que, como tantas
otras cosas, es quizá producto del triste del resultado de ver cómo es posible
que todavía puedan seguir ocurriendo determinadas cosas en los tiempos que
corren.
Conforma pues este libro una minienciclopedia del
periodismo de “sucesos” -como indica el crítico literario Ramón Luján en su “A
modo de prólogo”- pero de sucesos que aunque verdaderos, en algunos casos han
sido transformados de tal manera que no se sabe distinguir lo real de lo
ficticio.
Evidentemente escribir un libro así no se hace de un
día para otro, puesto que la noticia no surge cuando el autor quiere y son
muchas las páginas de los periódicos que Berlanga ha tenido que leer para dar
con las verdaderamente interesantes; al parecer ha revisado unos dieciocho,
diariamente.
Lógicamente, el resultado ha sido una mezcla de,
entre periodismo y literatura, que ha dado un resultado plenamente
satisfactorio y en muchos casos divertido. Pero siempre dejando un poso tras la
lectura realizada.
El lector se queda fascinado por el uso de la
palabra, por lo irónico de algún capítulo, por la sorna -casi gallega- con la
que trata algunos aspectos, por las vueltas que le da a las imágenes que
quieren decir y no dicen o dicen sin decir...
Pudiera pensarse que nos encontramos con una nueva
forma de ver, o mejor, de escribir, acerca de la picaresca actual que tanto
vemos, no sólo en la prensa escrita (cada vez menos escrita y más
digitalizada), sino también en cualquiera de los manejados telediarios al uso.
También parece un libro alejado, como distanciado
del lector, poco comprometido (como se dice desde hace algún tiempo, cuando
alguien se refiere a quien no “toma partido”); pero es que en eso,
precisamente, consiste la objetividad del autor. No es que no tome partido, ni
que exista ese distanciamiento... Es que la noticia es así y así se trata
cuando la ocasión lo dispone o requiere. Y más en tan mínimo espacio de
escritura, un folio o poco más, quizá como ejercicio del propio Berlanga para
indicarnos que casi siempre sobran las palabras o que, con pocas palabras y
bien escogidas, pueden decirse todas las cosas que se quiera, que en los
tiempos que corren el papel es caro.
De todas formas, piense el lector en las nuevas
formas de escribir. Antes escribíamos dos o tres folios que poca gente leía;
después se pasó a las veinte líneas; ahora estamos en las quince y dentro de
poco pondremos una imagen y debajo un simple pie... o una nota que diga: “A
rellenar por el lector” y que sea él quien escriba lo más le acomode a su
estado de ánimo o a sus deseos de ver así o asá al mundo que lo rodea.
Andrés Berlanga nos ha dejado una buenísima
colección de relatos, maravillosamente escritos, que divertirán al lector al
tiempo que le harán reír, sonreír y pensar, que le darán idea de cómo va el
mundo cercano de nuestra España de cada día y que, además, lo hace con una
buena carga de sorna, ironía y retranca, como habrá podido leer en alguno de
nuestros clásicos.
Bienvenido sea el libro y enhorabuena a su autor.
José Ramón López de los Mozos
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