DÍAZ DÍAZ, Teresa, “El uniforme de la soldadesca de
Mazuecos (Guadalajara)”, en CAMPOS, F. Javier (coord.), El Patrimonio Inmaterial de la Cultura Cristiana. R.C.U.
Escorial-M.ª Cristina. Servicio de Publicaciones (Col. del Instituto Escurialense
de Investigaciones Históricas y Artísticas, n.º 41. Ediciones Escurialenses),
Estudios Superiores del Escorial, 2013, pp. 679-692. (ISBN: 978-84-15659-13-6).
[Actas].
El trabajo que comentamos en esta ocasión es el
único de temática guadalajareña que fue presentado al Congreso sobre El Patrimonio Inmaterial de la Cultura
Cristiana.
Teresa Díaz Díaz [de Moranchel] no es la primera vez
que participa en estos congresos, y buena prueba de ello es el artículo
titulado “Nuestra Señora de la Paz en Mazuecos (Guadalajara)”, que fue
publicado en las actas correspondientes -actualmente editadas en formato
digital- del congreso celebrado en 2012, pudiendo decirse del presente trabajo
que es una continuación de aquél.
Su texto, que no es muy extenso puesto que consta de
catorce páginas, se divide en cinco (V) apartados:
I. El ejército español en tiempos de Carlos V:
contexto internacional, creación y organización de las tropas, levas, tácticas,
principales campañas (Lepanto).
II. Equipamiento de uniformes a los soldados.
III. Orígenes de la soldadesca de Mazuecos.
IV. Otros ejemplos de soldadesca en la provincia de
Guadalajara.
V. Bibliografía consultada y de referencia.
Actualmente se siguen celebrando algunas
manifestaciones de carácter religioso y festivo en las que participan grupos de
jóvenes componiendo atractivas “soldadescas” que, por lo general, suelen
acompañar en su recorrido a determinadas imágenes religiosas, siendo su
vestimenta es lo que más los diferencia.
En el caso que nos ocupa visten atuendos militares
al estilo de los Tercios de Flandes y acompañan a la Virgen de la Paz (24 de
enero), mientras que en otras localidades representan romanos, especialmente en
algunas procesiones de Semana Santa.
Los dos primeros apartados se destinan a dar idea de
cómo era el ejército en tiempos de Carlos I, “creador de un ejército del estado
al servicio del propio estado” consecuencia de haber heredado el Sacro Imperio
Germánico de Occidente, lo que conllevó también la herencia de numerosas
guerras y enfrentamientos con otros países europeos, aunque no todo el mérito
corresponde al mencionado Carlos, ya que su abuelo Fernando “El Católico” había
formado con anterioridad un ejército de 32.000 hombres, casi todos voluntarios,
que se encontró a su llegada a España, y a los uniformó “al estilo alemán”,
aunque con colores nacionales: rojo y amarillo.
“... E mandamos que para la
provisión de la dicha gente se lleven e gasten solamente paños de Alicante e de
tierras de Baeça enrubiadas [de color amarillento] e paños pardillos [de color
pardo] comunes e burieles [de color rojo] de la Mancha e veynt quatrenes de
Córdova de colores, e veinte y seisenes de Toledo, e cordellates [lana basta]
de calças e frisas [lanas finas para forros] bureladas [a franjas] de todas colores,
e otros paños comunes de poco preçio, porque d´esto la dicha gente se opodrá
bien vestir e a menos costa”.
Además, el armamento, que debía ser igual para
todos, se componía de bacinete, coselete completo, quijotes, coderas y
guardabrazos y escudo metálico como armas defensivas, y pica y espada como
ofensivas.
Pero fue en
1534 cuando la infantería española se organizó en “tercios”, compuestos por
3.000 hombres al mando de un maestre de campo, conteniendo cada tercio doce
compañías de las que cuatro eran de arcabuceros y el resto de piqueros, lo que
no dejaba de ser un recuerdo de la “tercia legión romana”, como recuerda Sancho
de Londoño en un informe enviado al Duque de Alba:
“Los Tercios, aunque fueron
instituidos a imitación de las tales legiones [romanas], en pocas cosas se
pueden comparar a ellas, que el número es la mitad y aunque antiguamente eran
tres mil soldados, por lo cual se llamaban Tercios y legiones. Ya se dice así
aunque no tengan más de mil hombres. Antiguamente había en cada tercio doce
compañías, ya en unos hay más y en otros menos, había tres Coroneles que lo
eran tres capitanes de los doce, cosa muy necesaria para excusar las
diferencias que nacen cuando se envían de una compañía arriba alguna facción o
presidio”.
Muchos más son los datos que Teresa Díaz ofrece
acerca de los tercios y su evolución a lo largo de los tiempos, así como de su
equipamiento y uniformidad, hasta llegar a bucear en los orígenes de la
soldadesca en Mazuecos.
Parte para ello del combate naval de Lepanto en el que
las tropas cristianas resultaron vencedoras, frenando el expansionismo otomano
por el Mediterráneo occidental. Al parecer, entre dichas tropas se encontaba el
vecino de Mazuecos llamado Juan López, que, resultando herido, se encomendó a
la Virgen de Paz, sanando milagrosamente el brazo, de modo que cuando regresó a
su pueblo desfiló con sus galas de soldado detrás de la Virgen en acción de
gracias y con el fin de demostrar a sus convecinos su comportamiento heroico y
agradecer públicamente el milagroso portento.
El traje de este Juan López no se conserva, pero
debemos considerar que era de las mismas características que otros uniformes
que aparen en algunas pinturas coetáneas.
Desde este momento -el de la batalla de Lepanto- considera
Teresa Díaz que se vienen usando estas vestimentas por parte de la soldadesca,
que “se supone igual [a] como iba vestido el insigne soldado a la usanza de los
tercios de Flandes con botas de ante altas, por encima de la rodilla, casaca
amarilla, con manga abullonada, pantalón corto bombacho, también abullonado,
calzas color naranja, al igual que los detalles de los bordados del traje”.
Hoy en día la soldadesca de Mazuecos está
constituida por un capitán, un alférez abanderado, un sargento, dos cabos y
cinco soldados que llevan picas, -conocidas como “guinchos”- y una bandera, y
que van vestidos a la usanza de los antiguos Tercios Españoles, es decir, con
camisa, jubón, medias calzas, calzones y botas, y tocados con sombreros de ala
ancha rematados con una pluma roja. Los trajes son de color amarillo tostado y
rojo y el sombrero gris, excepto el alférez que viste de amarillo con adornos
verdes y el capitán, que lo hace de granate con gorguera y capa roja indicativa
de su rango.
Entre otras fiestas tradicionales [populares] en las
que intervienen soldadescas se mencionan las que se celebran en Hinojosa, cuyos
datos más antiguos datan de 1889 y aparecen reflejados en el Libro de cuentas de la Virgen como
“Gratificación para los que hicieron la entrada de Moros y Cristianos”, y aunque
las diferencias entre esta soldadesca y la de Mazuecos sea grande puesto que en
la de Hinojosa se trata de dos bandos de cinco actores, vestidos los
“cristianos” a la manera de la Caballería de Requetés, mientras de los “moros”
se limitan a envolverse en una túnica blanca y una toalla a la cabeza a modo de
turbante.
En Codes (Maranchón) más bien se trata de un alarde
o recuento de la tropa previo al combate y quizás se trate de una ofrenda
votiva a San Roque, en cuyo honor se realiza la fiesta (actualmente con gran
participación femenina).
En Sigüenza es una “saldadesca” denomina “los
Armaos”, la encargada de custodiar el monumento de Jueves Santo y acompañar la
procesión del Santo Entierro a cuya Cofradía de la Vera Cruz y Santo Entierro
pertenecen. Visten corazas de acero, pica y fajín rojo a la cintura.
Finaliza en trabajo con una bibliografía de
veintiséis títulos y tres fotografías que, desafortunadamente, impiden ver el
colorido de la vestimenta por estar publicadas en blanco y negro (claro tributo
a los cortes de monetarios propios de estos tiempos de “crisis”).
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