Boletín
de la Asociación de Amigos del Museo de Guadalajara (B.A.A.M.GU.), n.º 4
(Guadalajara, 2008-2013), 160 pp. (ISSN: 1889-173X).
Tras
un largo periodo de casi cinco años, por fin ha visto la luz el número 4 del Boletín de la Asociación de Amigos del Museo
de Guadalajara (2008-2013).
La
presente entrega contiene media docena de trabajos, una memoria de las
actividades desarrolladas por el Museo de Guadalajara durante los años 2008 a
2012 y una extensa bibliografía con Historia y Geografía, Arte, Antropología,
Etnografía y Folklore, y Congresos, Encuentros, Jornadas, Mesas Redondas,
Puestas en Común, Revistas de Estudios y Asociaciones Científicas, Simposios,
etcétera, centrada exclusivamente en temas relacionados con la provincia de
Guadalajara, generada en el periodo de
tiempo antes mencionado.
Los
trabajos de que consta el presente número son los siguientes:
*Ángel
RODRÍGUEZ REBOLLO, firma el titulado “Nuevos datos para el estudio de los
cuadros del Museo de Guadalajara” (pp. 5-27), que constituye un eslabón de la
no muy extensa cadena iniciada por D. Elías Tormo en 1917, a través de sus
conocidas “Cartillas Excursionistas”, publicadas en el Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, en las que analizó
algunos de los numerosos cuadros colgados entonces en las galerías del Palacio
Provincial, y que, pese a su escueta brevedad, siguen vigentes en muchos casos;
labor que muchos años más tarde, en 1974, continuó el profesor Pérez Sánchez.
El
estudio se centra principalmente en la obra titulada “Santos Juanes”, atribuida
por el autor del trabajo al florentino Romulo Cincinato (ca. 1540-1597) -véase Academia, 2001-, recientemente
recuperada para la colección de Bellas Artes del Museo, al igual que una “Visión
de San Jerónimo”, que también relaciona con Cincinato que en este caso debió
contar con la participación de algún ayudante de taller, lo que no desmerece la
calidad de la pintura, y que compara con el fresco del mismo asunto que el
mismo artista realizó entre 1584 y 1585 para el coro de la Basílica de San
Lorenzo del Escorial, de semejante composición y salvando las diferencias
lógicas existentes entre el fresco y el óleo, ambas posiblemente inspiradas en
un grabado de Gerard de Jode de hacia 1550-1560 que representa a San Jerónimo
en su estudio y que inspiró a su vez, al parecer, a la verdadera fuente
iconográfica del cuadro, recientemente descubierta por Rodríguez Rebollo, que
es una ilustración que aparece en una de las primeras páginas de la Vida de S. Geronimo Dotor de la Santa
Iglesia, publicada por fray José de Sigüenza, en Madrid (1595), en la
imprenta de Tomás Iunti, y cuya vinculación -entre el cuadro y la estampa- es
innegable, a pesar de que también debió seguir el modelo de otra estampa para
la escena del Juicio Final, en este caso copiada del grabado del mismo título,
obra de Johannes Sadeler I (1570-1600).
Aunque
no hay constancia documental de la procedencia de este cuadro, lo más probable
es que proceda, al igual que el de los “Santos Juanes”, del monasterio jerónimo
de San Bartolomé de Lupiana.
Además,
analiza otras obras atribuidas al círculo de Eugenio Cajés, como la “Virgen
contemplando a Cristo en el Calvario”, procedente del monasterio de San Blas de
Villaviciosa y un “San Juan Bautista con el cordero”, que debe atribuirse sin
reservas a Juan Carreño de Miranda.
*José Luis GARCÍA DE PAZ
colabora con un artículo acerca de “Las mujeres y los hijos del Gran Cardenal
Mendoza. Su legitimación” (pp. 29-55).
En
él da a conocer con abundancia de datos las circunstancias que propiciaron su
unión con Doña Mencía de Lemos, con la que tuvo dos hijos: Rodrigo de Mendoza,
que después sería el primer Marqués de Cenete, nacido en 1468, cuando Don Pedro
ya ocupaba la silla obispal de Sigüenza, y Don Diego de Mendoza, dos años menor
que el anterior. La relación con Doña Mencia parece ser que finalizó en
noviembre de 1473 (recibió un juro de 80.000 maravediés de las salinas de
Atienza), momento que vino a coincidir con el nombramiento de Don Pedro como
Cardenal y pocos días después con el de Arzobispo de Sevilla y Canciller Mayor
de la reina Isabel “la Católica”, en cuya corte de Valladolid conoció a doña
Inés de Tovar, que en 1476 le da su tercer hijo: Don Juan Hurtado de Mendoza.
Hijos
los tres que el Cardenal necesitaba legitimar tanto por los reyes, -que le
debían su apoyo para lograr el trono-, como por el Papa, -a la sazón Rodrigo de
Borja o Borgia, llamado Alejandro VI- al que conoció en 1472 tras su visita a
Castilla, -que también tenía varios hijos-, como así sucedió.
García
de Paz penetra en profundidad en la vida y la obra de los tres vástagos del
Cardenal, los “bellos pecadillos”: Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, Marqués de
Cenete; Diego de Mendoza, primer Conde de Mélito, y Juan Hurtado de Mendoza, o
simplemente Juan de Mendoza “el Comunero”.
En
un breve apartado recoge algunos datos acerca de las casas que el Cardenal
poseyó en Guadalajara, frente a la iglesia de Santa María y cuyas obras en gran
parte se debieron a Lorenzo Vázquez, para finalizas su trabajo con la
transcripción de media docena de documentos de la colección diplomática del
Cardenal, publicados por Francisco Javier Villalba Ruiz de Toledo (en Cuadernos de Historia Medieval. Sección
Colecciones Documentales 1, 5-521. Cantoblanco. Universidad Autónoma de Madrid,
1999) y una selecta bibliografía.
*Agustín
RÁBANO RÁBANO (+) estudia la importancia de los “Rayos X en el arte:
Respuesta a muchas incógnitas. Análisis radiológico de las colecciones
pictóricas del Museo de Guadalajara” (pp. 57-67) y entrega una pequeña muestra
de las radiografías realizadas en obras pictóricas del Museo de Guadalajara, de
las que comenta algunos detalles observados en la “Aparición de la Virgen y el
Niño a San Francisco” (de la escuela madrileña de Juan Carreño de Miranda) como
son las rectificaciones que se llevaron a cabo en algunas zonas de la cara,
nariz y boca, con respecto a la imagen actualmente visible; en una “Inmaculada
Concepción”, también atribuida a la escuela de Carreño, que fue realizada sin
perfilar los contornos de la figura, a base de pinceladas sueltas y poco
cargadas de materia, en la cara, y una “Visión de San Francisco de Asís”,
anónima, del siglo XVII y taller atribuible al Greco, en la que debido a la
diferencia de densidades se puede apreciar una imagen con baja absorción.
*Elena
GARCÍA ESTEBAN, restauradora de obras de arte, ofrece al lector los
resultados de sus trabajos de investigación, documentación, conservación y
restauración, llevados a cabo en una “Dolorosa” atribuida a José de Mora, que
se encontraba en la capilla del Cementerio Municipal, en su artículo titulado “José
de Mora: Virgen Dolorosa del Ayuntamiento de Guadalajara”, (pp. 71-81).
Dicha
obra aparecía camuflada por antiguas y desafortunadas intervenciones, además de
por el paso inexorable del tiempo, por lo que procedió, dado su interés, a su
conservación -frente a una restauración integral- que la devolviese a su estado
original, en óptimo estado de conservación, respetando incluso algunas pérdidas
como testigos históricos y posponiendo otras actuaciones para el futuro. Se
trata del busto en madera tallada, estucada y policromada al óleo, de una
Virgen Dolorosa, con aplicaciones de vidrio en los ojos y hueso o marfil en los
dientes, datada en el último tercio del siglo XVII, propiedad del Ayuntamiento
de Guadalajara que la expone en su Centro Municipal Integrado “Eduardo Guitián”.
*José Antonio RANZ YUBERO
y quien esto escribe aportan un completo estudio sobre la “Toponimia menor de
Guadalajara: Cifuentes” (pp. 83- 121), basado en el análisis de los topónimos
más destacados por su interés o rareza, elegidos de entre una nómina de
setecientos doce, que relacionan, además de otros ciento setenta y nueve de
carácter urbano.
*José Miguel MUÑOZ
JIMÉNEZ, de la Universidad Europea de Madrid, escribe acerca de “Una nueva
obra del escultor Felipe de Aragón (c. 1574-1656): La imagen de N.ª S.ª de
Matute en Vegas de Matute (Segovia)” (pp. 123-133), un escultor que va cobrando
más importancia cada día dentro del círculo escultórico de la ciudad de
Segovia, uno de los más importantes de Castilla. En su trabajo, Muñoz Jiménez,
da a conocer una nueva obra de Felipe de Aragón, correspondiente a su época de
madurez (1643), que califica de “apreciable calidad” y que hay que añadir a la
reducida lista de obras de este autor que han llegado a nosotros.
Los
datos acerca del pago por la realización de la talla, nos dice, aparecieron
casi por casualidad, en el Libro de
Rentas de ntra Señora de matute deste lugar de las vegas, jurisdizión de la
ciudad de Segovia, que comienza en 1602, y se completa con otras muchas
notas biográficas y la valoración de su obra en el contexto segoviano, para
centrarse en la propia talla de la Nuestra Señora de Matute, una Virgen
Theotocos (Madre de Dios, representada como Virgen en Majestad, con su Hijo
sobre el brazo izquierdo), de pie, al modo renacentista, arcaizante, de un
metro y veinte centímetros de altura y excesivamente repintada.
*En las páginas 135-145 se recuerdan las
“Actividades del Museo de Guadalajara (2008-2012)” más destacadas que, sin
lugar a dudas, servirán en su día como ficha de trabajo, a modo de documento de
capital importancia, para la realización de una Historia completa del Museo
Provincial.
*Finaliza el conjunto de trabajos con la extensa
“Bibliografía de Guadalajara (2008-2012)”, cuyas notas más sobresalientes se
han comentado más arriba.
La
presente edición ha contado con una ayuda económica del Patronato Municipal de
Cultura del Ayuntamiento de Guadalajara.
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